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Tiroteos

La violencia con armas de fuego es una epidemia: para erradicarla hay que recurrir a la salud pública

Para los expertos, las muertes por armas de fuego son un asunto médico, no político. Por eso consideran que hay que atacarlo bajo los mismos principios que se han aplicado al covid-19 o cualquier otra amenaza a la salud, con un enfoque netamente basado en la evidencia científica.
28 Mar 2021 – 04:01 PM EDT
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Hasta los covid-19. Y a la sombra del virus desconocido, esa otra epidemia -una de larga data en EEUU- mató a un número récord de personas en 2020.

Casi 20,000 personas murieron por armas de fuego el año pasado según data del Gun Violence Archive, más que en las últimas dos décadas, tal y como advierte un reportaje del Washington Post. A la trágica cifra se le suman 24,000 personas que murieron por suicidio con un arma de fuego.

Se trata de una urgente crisis de salud pública. Una epidemia como cualquier otra, advierten los expertos en la materia que echan en falta el que no se le aborde como tal.

“Una epidemia es una situación que afecta a gran parte de la población. La violencia por armas de fuego alcanza proporciones epidémicas en este país debido a la mortalidad y la morbilidad que causa”, explica a Univision Noticias José Ramón Fernández Peña, presidente de la Asociación Estadounidense de Salud Pública (APHA, por sus siglas en inglés).

De todas las muertes por armas de fuego en países desarrollados, 82% ocurren en EEUU, según un estudio publicado en el American Journal of Medicine . Todas esas muertes -prevenibles- dejan secuelas a largo plazo para la sociedad en su conjunto.

“Las muertes por armas de fuego no son distintas a las del covid-19”

Es importante usar la palabra epidemia. Debemos hacer lo mismo que haríamos con cualquier epidemia de una enfermedad infecciosa: rastrearla, encontrar las causas, usar la ciencia para llenar los vacíos de información, crear políticas con soluciones y usar campañas de educación masiva para erradicar la amenaza”, comentaba hace unos años el director ejecutivo de la Asociación Estadounidense de Salud Pública (APHA), Georges Benjamin, en un artículo publicado en The Guardian, insistiendo en que esta debe abordarse con un enfoque basado en la ciencia . “Funcionó con el ébola, y las muertes por accidentes de tránsito, ¿por qué no habría de funcionar con las armas de fuego?”, se preguntaba.

La misma duda que tiene José Ramón Fernández-Peña, actual presidente de esa organización, en gran parte, con la misma frustración pues poco ha cambiado desde entonces.

Para expertos como ellos, la violencia por armas de fuego en todas sus formas (tiroteos masivos, suicidios, homicidios) es un asunto médico; no político.

“Las muertes por armas de fuego no son distintas a las del covid-19: cuando politizamos el sufrimiento humano, todos perdemos”, exclamó Megan Ranney, médico de emergencia de la Universidad de Brown y estudiosa del tema en un hilo de Twitter.


Pero practicantes de la salud pública como ella o Fernández-Peña no han podido aportar las soluciones que la salud pública ha implementado con otras importantes causas de muerte o enfermedad como, por ejemplo, el alcohol o los accidentes de tránsito. En gran parte, porque ha habido presiones políticas que han derivado en un debate sobre la libertad individual.

“La gente habla de limitación de los derechos, pero si quiero manejar, por ejemplo, tengo que prepararme y pasar un examen y que me den la licencia. Eso no es un requisito para tener un arma de fuego en EEUU. Hay cantidad de procesos que son regulados para velar por el bienestar público”, insiste Fernández-Peña.

La presencia de semáforos en los cruces peatonales o el uso del cinturón de seguridad han sido medidas de salud pública, explica. “ El enfoque principal de la salud pública es la prevención de enfermedades y muertes. Se ocupa de una tremenda cantidad de áreas y el que haya gran cantidad de armas disponibles para todo el mundo es un problema de salud pública. Ningún otro país te permite que vayas a Target a comprar una ametralladora: simplemente no te la venden”, añade.

Más armas que habitantes

En EEUU hay más armas compradas por civiles, que habitantes: 393 millones revela el Small Arms Survey.

Y en 2020, pese a las restricciones de la pandemia, se vendieron unas 23 millones de armas, lo que representa un aumento de 64% con respecto al año anterior, según un análisis del Washington Post.

Las muertes por armas de fuego bien podrían escalar. Garen Wintemute, director del Centro de Investigación de Violencia por Armas de Fuego de la Universidad de California, advierte que los aumentos en ventas de armas suelen estar acompañados de un aumento en la violencia por armas de fuego. “Estamos por vivir los efectos de esto, sean cuales sean”, dice a ABC News.

Este mes ha habido dos tiroteos masivos en menos de una semana. Los retos de salud mental que ha impuesto la pandemia también podrían disparar muertes con armas de fuego por otras causas como suicidio.

Contagiosa, como los virus

Así como los virus, se ha visto que la violencia con armas de fuego es ‘contagiosa’: el efecto copycat es real. Pero hay maneras de reducir su ‘transmisión’: vigilancia epidemiológica para contabilizar las muertes y heridas por armas de fuego y obtener mejor información sobre las causas, evaluar el impacto de las intervenciones; identificar los factores de riesgos y protectores asociados a ella, desarrollo de intervenciones para reducir el riesgo e institucionalizar estrategias exitosas de prevención.

Expertos en salud pública sienten que la situación es cada vez más apremiante y que se salvarían vidas de tomar cartas en el asunto bajo este enfoque, basado en la evidencia empírica y no en la política.

¿Qué es lo que en su criterio se debería hacer? Un documento de la Asociación Estadounidense de Salud Pública propone lo siguiente:


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