Lo que dicen tu letra o tu firma acerca de tu personalidad: nada
Una busca rápida en internet arroja cientos de artículos sobre todo aquello que dice tu letra de ti. ¡Cómo nos gustaría! Sería un cribado rápido e indoloro para encontrar el compañero de piso, o incluso la pareja ideal. La realidad es que lo que de verdad dice se reduce a nada (o muy poco, como explicamos más abajo).
El estudio de la personalidad a través del análisis de la escritura (el tamaño de los márgenes, la letra más o menos estrecha, el punteado de las ies, etc) es la ciencia de la grafología. Solo que no es ciencia, sino pseudociencia: la efectividad del método es, básicamente, aleatoria. Y no será porque no se haya investigado: estudio tras estudio muestra que no existen diferencias entre las evaluaciones de los grafólogos especialistas y las realizadas por otras personas sin conocimiento alguno.
Aunque es tendador insinuar que ciertos rasgos de nuestra escritura pudieran estar asociados a determinados rasgos de la personalidad —pensemos en las apresuradas recetas del médico, por ejemplo— es muy arriesgado sacar conclusiones definitivas sobre la conducta individual de una persona. Y, desde luego, nada científico.
La grafología y el efecto Forer
Solemos asentir cuando describen nuestra personalidad al leer los posos del té o estudiar nuestra firma. Lo explica el efecto Forer o falacia de validación personal, un fenómeno muy común en el que asumimos esas descripciones como válidas cuando en realidad podrían aplicarse casi a cualquiera de puro vagas o poco precisas. Y sí, es el mismo efecto que explica por qué las prácticas paronormales como la astrología o la lectura del aura tienen tanta aceptación. Son vías ultrarápidas, si bien falsas, hacia un conocimiento que lleva años y esfuerzo adquirir.
Otra explicación que puede explicar su aceptación radica en que hay un nivel de acuerdo sorprendentemente alto sobre lo que los diferentes aspectos de la escritura a mano revelan sobre la personalidad. Por ejemplo, la población en general parece estar de acuerdo en que la escritura desordenada está relacionada con la depresión, aunque no existe ningún apoyo científico para esta conclusión.
Por cierto, el hecho de que el público tienda a estar de acuerdo con los grafólogos profesionales en sí mismo probablemente haga que el método no sea válido, ya que siempre será posible alterar la letra para dar la impresión buscada.
En un estudio de 2005, dos investigadores pusieron a prueba la hipótesis de que el público ya tiene ideas intuitivas sobre la escritura a mano antes de ser expuesto a las teorías de la grafología. Para el experimento, pidieron a estudiantes universitarios que inspeccionaran muestras de escritura a mano y las compararan con los perfiles de personalidad obtenidos de los escritores.
Escribir rápido y personalidad impulsiva
Aunque los evaluadores no lo sabían, las muestras de escritura se emparejaron al azar con las descripciones de personalidad. Sin embargo, los evaluadores "vieron" asociaciones entre la escritura y la personalidad, como que la escritura rápida estaba vinculada a una personalidad impulsiva.
Los evaluadores incluso "descubrieron" en el conjunto de datos las mismas asociaciones que los grafólogos afirman que existen, como que la escritura ascendente está vinculada a una personalidad optimista (no hay ninguna base científica para ello).
En un experimento de seguimiento, los mismos investigadores organizaron los datos de manera que la escritura a mano se emparejara con el perfil opuesto al que se predeciría a partir de la grafología, por ejemplo, la escritura rápida con personas precavidas. Aun así, los evaluadores siguieron "viendo" que la escritura rápida estaba asociada a la impulsividad.
Tal vez el problema de la grafología es que tanto la personalidad como la escritura varían entre las personas, lo que nos convence de que una escritura diferente refleja lo que uno es.
“Los victorianos creían que las protuberancias en el cráneo ilustraban diferentes personalidades. Aunque ahora nos reímos de la frenología, la grafología es igual de acientífica e irrelevante. Pero parece que estamos dispuestos a creerla”, escribe en The Guardian el psiquiatra Raj Persaud, autor de la entrada sobre grafología en el Oxford Companion to the Mind.
Detectar el Parkinson con grafología
La observación del acto de escribir, junto con el escrutinio de la escritura, es una ayuda fiable que los neurólogos usan para el diagnóstico de trastornos como la enfermedad de Parkinson. “El diagnóstico del síndrome de Parkinson puede sospecharse a veces con sólo mirar una carta o una postal”, escribe Andrew Lees, profesor de Neurología, en Psychology Today.
La grafología no debe confundirse, por otro lado, con el peritaje caligráfico, que se sigue utilizando en la ciencia forense, por ejemplo en casos de intento de fraude o chantaje.
Atención a los neuromitos
Los grandes avances en las neurociencias han hecho que hoy se hable más que nunca del cerebro. Sin embargo, tanta información ha dado lugar a los neuromitos, falsedades sobre el cerebro con gran influencia en la educación y en la concepción del mundo que nos rodea y de nosotros mismos. "Vivimos en un mundo de confusión constante entre lo que es verdad y lo que no. Esta es una sociedad impregnada de pensamiento mágico, de seres sobrenaturales, de falsas verdades", señala Francisco Mora, doctor en Neurociencia por la Universidad de Oxford y autor de Mitos y verdades del cerebro.
Recogemos aquí seis falsedades muy extendidas que Mora aclara en su trabajo: