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Protestas

La campesina que desafía a Daniel Ortega y su canal interoceánico

Francisca Ramírez es la mujer que lidera las protestas en Nicaragua contra la concesión que le permite a un empresario chino expropiar tierras agrícolas para construir un canal que conecte el Atlántico y el Pacífico.
14 Dic 2016 – 03:34 PM EST
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Francisca Ramírez ha sido encarcelada y perseguida por liderar las protestas campesinas contra el plan de construir un canal interoceánico en Nicaragua. Crédito: Cortesía Confidencial

MANAGUA, Nicaragua.- La principal oposición que tiene el proyecto del Canal Interoceánico del presidente nicaragüense Daniel Ortega ha sido liderada por una campesina, bajita, morena y de verbo impetuoso.

Se llama Francisca Ramírez. Tiene cuarenta años. Cuatro hijos. Vive de la siembra y venta de tuberculos, lácteos y frijoles. Líder nata, esta productora tomó la estafeta del movimiento anti Canal y ha increpado al mandatario sandinista de forma directa, lo que le ha costado encarcelamiento, intimidación y persecusión.

“Los campesinos no vamos a detenernos hasta que se derogue la ley 840”, dijo Ramírez a Univisión Noticias, refiriéndose a la normativa que otorga por cien años al empresario chino Wang Jing la concesión del paso inteorcéanico.

La última agresión por parte del gobierno de Ortega en su contra sucedió este 29 de noviembre. La Policía Nacional secuestró por diez días la camioneta y el camión que Ramírez utiliza para trabajar. Ese día, ella organizó la protesta número 84 contra el proyecto canalero.

Los campesinos del departamento sureño de Nueva Guinea —de donde Ramírez es originaria— dejaron sus comunidades con un día de anticipación, para viajar más de 300 kilómetros hacia Managua, la capital. La idea era marchar al mismo tiempo que el secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), Luis Almagro, llegara al país para sostener un encuentro con el presidente Ortega y representantes de otros sectores de la sociedad. Pero no lo lograron.

La istración sandinista boicoteó la movilización: militarizó el país, destruyó puentes, baleó y golpeó a los campesinos. La violencia escaló y Ramírez decidió suspender la marcha, pues siempre ha dicho que los campesinos ya derramaron suficiente sangre durante la guerra de la Contra y el gobierno de la Revolución sandinista, en la década de los ochenta. Ella, sin embargo, sí continuó la marcha hacia Managua junto a trece campesinos.

Pese al hostigamiento en toda la ruta, logró ver a Almagro. Sudada, alterada, pero sin perder el temple y una claridez mental que no siempre se asocia a una campesina que apenas llegó hasta tercer grado de primaria, denunció la represión que sufrieron los manifestantes.

En la colonia La Fonseca, Nueva Guinea, donde Ramírez vive y tiene sus tierras, la ven como una mujer honrada, que se esfuerza. Hija de dos campesinos que no tenían casa propia, Ramírez logró comprar tres fincas y dos camiones de carga con trabajo duro, sembrando y comercializando sus productos.

Las actividades agropecuarias de Ramírez fueron alteradas con la llegada de funcionarios chinos a las zonas de la ruta canalera. Amojonaban el territorio, tal y como se los permite la ley canalera, mejor conocida entre ellos como “la 840”. Se trata de una normativa fue aprobada de forma “exprés” por un Congreso dominado por Ortega y le permite al empresario chino Wang Jing solicitar la expropiación de cualquier trozo del territorio nacional, pagando por ello el precio de catastro, inferior al precio de mercado.

Ramírez se alzó contra el Canal como una más del campesinado descontento. Y gracias al valor mostrado en cada protesta, se ganó el respeto y iración de sus pares, que la apodaron “la mujer coraje”, y asumió una posición de liderazgo en el Consejo Nacional en Defensa del Lago, la Tierra y la Soberanía Nacional.

“Yo estudié toda la ley 840 y anduve explicándoles a los hermanos campesinos los riesgos que corremos”, relató Ramírez.

Al igual que la indígena lenca Bertha Cáceres, asesinada en Honduras en marzo pasado, Ramírez se opone a la toma del territorio por parte de las transnacionales y “del capital”. En 2016, la revista Forbes la nombró a como una de las 50 mujeres más influyentes de Centroamérica.

El descontento tiene como epicentro los departamentos de Nueva Guinea y de Río San Juan, este último, antiguo “corredor de la Contra”, la guerrilla financiada por Ronald Reagan para combatir la Revolución Sandinista en la década de los ochenta. Desde que Ortega regresó al poder en el año 2006, jamás había enfrentado una protesta tan multitudinaria y sistemática, y su respuesta ha sido la represión.

“La policía no responde al pueblo, solo nos receta con balas de goma y golpes, encarcelamiento y tortura. Es todo lo contrario a darnos una respuesta como ciudadanos”, dijo Ramírez a Univisión Noticias.

“Quien quiera alzar su voz lo paga caro en este país”, lamentó la campesina cuando el gobierno confiscó sus vehículos tras la convocatoria de la protesta más reciente.

En 2015, las fuerzas de seguridad también le allanaron su residencia y la justicia emitió una orden de captura que no prosperó. Luego, en junio de 2016, fue detenida por varias horas y acusada de promover el terrorismo con explosivos, pero el cargo en su contra no avanzó por falta de pruebas. Además, en una de las marchas un pistolero la amenazó de forma directa; los militantes del partido sandinista la hostigan y la desprestigian; y el 12 de octubre sus hijos fueron “confundidos” con un grupo terrorista en un paraje remoto de Nueva Guinea. El gobierno también la acusa de ser financiada por organismos internacionales para desestabilizar el gobierno de Ortega.

Amnistía Internacional emitió un comunicado sobre la situación que vive Ramírez. El organismo internacional expresó que “preocupa que la acción policial constituya una represalia por su labor como defensora de derechos humanos y que cualquier acoso adicional ponga en riesgo su integridad física”.

Ramírez lo ha soportado. “Nosotros peleamos por nuestras tierras”, sostuvo, “somos gente pensante”, agregó, en referencia a las declaraciones del obispo católico René Sándigo, quien aseguró que los campesinos “son manipulados y conducidos” por el partido Movimiento Renovador Sandinista (MRS), una escisión del Frente Sandinista de Ortega.

Pese a las presiones, la productora de La Fonseca, promete no callar. “Mientras la ley 840 no sea derogada, los campesinos, los dueños de parcelitas, estamos desprotegidos, amenazados por un proyecto, por el gran capital y el gobierno. Vamos a luchar hasta donde sea posible”, asegura.

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