Los tres presidentes que sufrieron más protestas en la toma de posesión empezaron regular y acabaron peor

Washington.- La primera toma de posesión con protestas masivas fue la de Richard Nixon en 1969.
Aquel 20 de enero, mientras la limusina del presidente avanzaba hacia la Casa Blanca después del juramento, decenas de miles de personas gritaban contra él a su alrededor. Tiraban piedras, tomates y petardos, vociferaban insultos y le hacían gestos obscenos. Nunca un político recién elegido para el cargo más importante de Estados Unidos había sido recibido así en Washington.
Las protestas que ya está viviendo Donald Trump recuerdan a aquel momento agitado en la historia de la república. Según esta lista elaborada por el periodista Alejandro Alvárez, hay más de una veintena de protestas previstas en Washington.
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La era del descontento
En 1968, Nixon había ganado por la mínima, pero sobre todo era víctima de los tiempos de guerra, asesinatos políticos y cambio social que habían diseminado el descontento y despertado la ira popular contra políticos como él.
Aquella llegada tumultuosa tuvo consecuencias en el ánimo inseguro y desconfiado de Nixon que tal vez condicionaron después muchas de sus acciones. Traumatizado por el recibimiento, el presidente novato enseguida encargó a un grupo especial investigar fuera de los cauces habituales a opositores políticos y activistas incómodos. La estructura paralela que fue creando sería la que años después asaltaría la oficina demócrata en el Watergate y le llevaría a la dimisión.
Nixon volvió a sufrir otra toma de posesión rodeada de protestas cuatro años después a pesar de que ganó por 18 millones de votos, lo que sigue siendo la victoria por el mayor margen de toda la historia de las elecciones presidenciales.
En 1973, decenas de miles de personas protestaban contra la guerra de Vietnam y la incapacidad del presidente y su equipo de acabar con el conflicto. Entonces, unas 30.000 personas acudieron a quejarse y batieron el récord de una protesta en una toma de posesión.
Las sufragistas
El mall de Washington ha sido testigo de marchas multitudinarias, pero las protestas significativas en las tomas de posesión no son tan frecuentes.
Antes de Nixon, lo más parecido a una protesta masiva fue la de las sufragistas que desfilaron el día antes de la toma de posesión de Woodrow Wilson en 1913 para pedir el derecho al voto. Las sufragistas fueron pacíficas pero sufrieron insultos y asaltos de grupos de hombres que bloqueaban el paso. La crónica del New York Times de marzo de 1913 (cuando se celebraba entonces la toma de posesión) cuenta cómo Wilson evitó la zona de la marcha aquel día y renunció a pasar por la avenida de Pensilvania para llegar hasta su hotel.
Wilson apoyó el voto para las mujeres y recibió el Nobel de la Paz por su defensa de la Liga de las Naciones, pero acabaría pasando a historia con un legado manchado por su política errática durante la Primera Guerra Mundial, su apoyo al Ku Klux Klan y su activismo segregacionista llamativo incluso para los tiempos.
En 2015, estudiantes de Princeton organizaron una protesta para que se quitara el nombre de Wilson, que también fue presidente de la Universidad, de varios edificios. No lo consiguieron, pero en primavera de 2016 lograron que una foto desapareciera de un comedor de estudiantes.
La Presidencia de Wilson también acabó en tragedia. En octubre de 1919 el presidente sufrió un ictus que lo dejó incapacitado. La primera dama, Edith Wilson, asumió en secreto el poder de facto hasta el final del mandato, en marzo de 1921. Ella y los asesores gubernamentales ocultaron el estado del presidente, que murió tres años después de dejar la Casa Blanca.
La otra excepción, Bush
Estos casos son raros. La mayoría de los presidentes electos, con la excepción de Trump, han tenido su boom de popularidad entre el electorado nada más ganar y el rito de la transición de poder ha sido casi siempre un momento de celebración.
Las otras tomas de posesión inusuales en este sentido fueron las dos de George W. Bush. En la primera ceremonia, en enero de 2001, Bush vivió momentos parecidos a los de Nixon en el camino entre el Capitolio y la Casa Blanca. Alguien consiguió alcanzar su vehículo con huevo.
A diferencia de su padre y de Bill Clinton, Bush hijo no pudo hacer el tradicional desfile a pie en aquella primera toma de posesión. Hasta los últimos metros, ya cerca de la Casa Blanca, no se pudo bajar de la limusina.
Como Trump, Bush no había ganado el voto popular (aunque por mucha menos diferencia que la de ahora: medio millón de votos frente a los casi tres millones por los que Hillary Clinton superó a Trump) y el recuento en Florida se había parado por un voto en el Tribunal Supremo.
En 2005, Bush ganó el voto popular y el del colegio electoral, pero en ese caso volvió a vivir protestas, entonces sobre todo contra la guerra de Irak. En esa segunda toma de posesión, Bush sí caminó parte del desfile. El presidente dedicó parte de su discurso a la libertad de expresión.
Su Presidencia no acabó con la tragedia de Nixon, pero Bush se despidió en 2009 como uno de los presidentes más impopulares desde que se recogen datos y en medio de la crisis financiera que acababa de explotar tras la quiebra de Lehman Brothers.
En aquella campaña presidencial el candidato entonces, John McCain, ni siquiera quería que el presidente hiciera mítines por él. Bush, que llegó a tener un 90% de apoyo popular tras los atentados del 11-S, terminó con un 34% de respaldo, según los datos de Gallup (un nivel parecido al apoyo que tiene ahora Trump antes de tomar posesión).
Con el paso del tiempo, Bush ha conseguido rehabilitar su imagen. Ahora la mayoría de los entrevistados creen que su Presidencia fue normal o estuvo por encima de la media (el 58% ). Cuando se fue de la Casa Blanca, la mayoría (el 59%) creía que su Presidencia se recordaría por una gestión por debajo de la media.