La carrera por los 60 votos: el inusual debate que arrancó en el Senado y que no garantiza solución para DACA o inmigración
El Senado comenzó este lunes a tratar el viejo y muchas veces postergado tema de la reforma migratoria con una aproximación inusual y sin garantía de poder llegar a una solución que satisfaga a todas las partes que pugnan por resolverlo.
“Será una oportunidad para que mil flores florezcan”, dijo con inesperada poesía el líder de la mayoría republicana Mitch McConnell, lo que equivale a reconocer que es incierto el resultado del esfuerzo para lograr una reforma migratoria o al menos solucionar el limbo legal de los dreamers.
El pleno de la cámara alta empezó a considerar la reforma de manera poco ortodoxa, saltándose el proceso como generalmente se forman las leyes, que empiezan con una propuesta ante el comité respectivo que, tras dar su visto bueno, la envía al resto de los senadores para que voten.
Pero en este caso, McConnell pactó con su par de la minoría demócrata Chuck Schumer un debate abierto que permite a todo aquel con una iniciativa someterla a consideración de los parlamentarios y que eventualmente gane aquella que logre los 60 votos necesarios para su aprobación.
“Quien quiera que llegue a los 60 gana”, dijo la semana pasada McConnell al explicar el acuerdo con los demócratas que permitió aprobar los fondos necesarios para el gobierno federal, y afirmó que “no hay plan secreto acá. El Senado va a trabajar su voluntad, y espero que termine aprobando algo”.
Sin garantías de acuerdo
El problema es que bien puede terminar no pasando nada. No hay garantías de que los senadores no vayan a pasar semanas (o meses) en interminables debates y al final no logren llegar a un acuerdo para aprobar una ley. Incluso en el caso que lo hicieran, habrá que ver si la Cámara de Representantes analiza lo que le envíen los senadores o presenta alguna iniciativa que compaginar y convertir en ley.
Y aunque la ley de inmigración es un muro contra el que en las pasadas décadas el Congreso se ha estrellado sin producir resultados, esta vez los legisladores tienen la presión adicional de los dreamers, indocumentados que fueron traídos a EEUU por sus padres siendo menores de edad, cuya protección bajo la Ley de Acción Diferida (DACA) fue eliminada por Donald Trump.
Cuando en noviembre Trump eliminó el programa, dio al Congreso la responsabilidad de encontrar una solución antes del 5 de marzo, día que estableció como su fecha final. Mientras tanto una corte federal ordenó que se reestableciera parcialmente para quienes ya se habían registrado, pero una decisión judicial podría restablecer la importancia de esa fecha o reestablecer completamente el programa.
El fin de semana el presidente Trump aprovechó su mensaje semanal para promover tres de los “cuatro pilares” que presentó como condiciones para firmar una ley de inmigración.
"Mi istración ha identificado tres prioridades principales para crear un sistema de inmigración seguro, moderno y legal: asegurar completamente la frontera, darle fin a la migración en cadena y cancelar la lotería de visas”, dijo dejando fuera la solución para DACA y la oferta de dar ciudadanía a casi 2 millones de personas.
En cambio, en ese mensaje, el presidente destacó la peligrosidad de los grupos delictivos conocidos como ‘maras’ (surgidos en EEUU en los 90, principalmente entre inmigrantes salvadoreños residentes de zonas deprimidas) para recordar la necesidad de lograr una reforma.
“Queremos resolver DACA”
El lunes el presidente se acordó de los dreamers al asegurar que “hablando por el Partido Republicano, amaríamos hacer DACA. Nos gustaría resolverlo. Creo que hay una buena oportunidad de lograr DACA si los demócratas son serios y realmente quieren hacerlo”.
La noche del domingo, un grupo de senadores republicanos anunció que presentará a la consideración del pleno una iniciativa de ley similar al marco de principios presentado a finales de enero por la Casa Blanca: darle la ciudadanía a 1.8 millones de dreamers a cambio de $25,000 millones para reforzar la seguridad en la frontera, construir el muro, aumentar los arrestos de indocumentados y acelerar las deportaciones.
El grupo está encabezado por Tom Cotton (Arkansas) y David Perdue (Georgia), quienes en marzo del año pasado presentaron el proyecto de ley S. 354 que en agosto Trump respaldó. La iniciativa sirvió de base para la elaboración del marco de principios que el presidente entregó en enero como condición para debatir el futuro de los soñadores.
La oposición demócrata y los dreamers han criticado el proyecto, que advierten que deja fuera de toda posibilidad de legalizar sus permanencias a más de 9 millones de indocumentados y afectaría el debido proceso migratorio.
Se espera que en el proceso los demócratas presenten un proyecto para aprobar el beneficio para los dreamers sin vincularlo a otras consideraciones, lo que se conoce como un DACA “limpio” al estilo del DREAM Act original que desde 2001 se presentó al Congreso y nunca contó con el apoyo suficiente.
Existe un grupo bipartito de senadores que está trabajando una propuesta que centraría el debate en DACA y las consideraciones de seguridad que la Casa Blanca reclama, en la esperanza de que cuente eventualmente, no solo con los 60 votos necesarios, sino con el aval del presidente, algo que servirá para promover una versión similar en la Cámara de Representantes.
Pero en el Senado no se sabe bien cómo evolucionará este inusual debate abierto y si para fin de la semana se tendrá algún tipo de acuerdo mínimo. Fuentes del Congreso dijeron a Univision Noticias que existe la posibilidad de que la discusión se alargue y, tomando en cuenta los recesos del calendario parlamentario, termine extendiéndose más allá de febrero.
“Vamos a vivir en el Senado algo que no hemos vivido en algún tiempo”, fue la manera cómo resumió el escenario el senador republicano por Arizona Jeff Flake, quien afirmó que “es un verdadero debate sobre un tema en el que no sabemos cuál va a ser el resultado”.