Tres razones que hacen del caso en Georgia el más riesgoso para Trump
En Atlanta, Trump y un grupo de 18 personas enfrentan cargos por intentar revertir la derrota electoral de Trump en el estado mediante una estrategia de presiones e intimidación a funcionarios públicos, forja de documentos, presión a testigos, indebido a máquinas electorales y perjurio.
En esencia, la fiscal de distrito, Fani Wills, acusa a Trump y los suyos de intentar subvertir el proceso democrático, y aunque es el mismo señalamiento que hace el fiscal especial Jack Smith en Washington DC, el caso de Atlanta amenaza con ser el más comprometedor para el exmandatario.
En principio, un caso federal siempre tiene más peso que uno estatal. Pero en esta oportunidad, la naturaleza de la acusación contra el expresidente hace la defensa más complicada para él y sus 18 coacusados.
1 - Crímenes concretos contra gente de carne y hueso
Básicamente, se señala a Trump de ser el vértice de una organización que quiso alterar el orden democrático, y bajo la ley RICO (siglas de The Racketeer Influenced and Corrupt Organizations Act o Ley de Organizaciones Corruptas e Influenciadas por Mafiosos)
RICO permite vincular legalmente a varias personas que hayan trabajado para lograr tal fin criminal común y hacerlos a todos responsables sin importar cuál haya sido su posición en la cadena de mando y si se conocían entre ellos.
Pero en la acusación hay víctimas individuales y perfectamente identificadas, que sufrieron consecuencias por la estrategia del expresidente. No es solo la institucionalidad atacada, como sucede con el caso de Washington DC. Eso plantea un caso de mayor peso en la corte y ante la opinión pública.
Entre esos afectados está el secretario de Estado de Georgia, Bran Raffensperger, a quien Trump llamó en enero de 2021 para pedirle que le “encontrara” los poco más de 11,000 votos que necesitaba para cambiar su derrota ante Joe Biden en el estado sureño, como quedó registrado en la grabación de la llamada de más de una hora en la que el entonces presidente lanzó una velada amenaza contra el funcionario si este no aceptaba su solicitud.
O la funcionaria electoral Ruby Freeman y su hija Shaye Moss, a quienes acusaron de manipular la votación durante el conteo de votos la noche electoral. Rudy Giuliani, uno de los coacusados en el caso, dijo en aquel momento que ambas se estaban “pasando dispositivos USB como si se tratara de viales de cocaína o heroína” y mostraba un video como prueba.
Lo que intercambiaban Freeman y Moss en ese momento eran caramelos de menta. Giuliani reconoció que sus acusaciones eran “falsas” en julio pasado ante la corte de Washington que maneja el caso por difamación que presentaron ambas mujeres.
Ambas mujeres aseguran haber recibido amenazas de muerte, agresiones racistas y afirman que sus vidas sufrieron un giro total tras ser identificadas por el presidente de EEUU y su equipo.
2 - Un proceso que podrá ser televisado
El de Atlanta puede ser el único de los cuatro procesos contra el expresidente que el público podría ver en vivo y directo por televisión.
La ley estatal permite cámaras dentro de los juzgados a diferencia de los casos federales en Miami, donde se procesa a Trump por el manejo indebido de documentos clasificados que tenía en su casa de Mar-a-Lago, o Washington DC.
En Nueva York tampoco podrá trasmitirse el proceso, el primero contra Trump, por falsificación de registros comerciales para ocultar el pago a dos mujeres por su silencio durante la recta final de la campaña de 2016 (la más conocida de ellas, la actriz porno Stormy Daniels)
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Pero la transmisión en Atlanta no está garantizada automáticamente, dependerá de la decisión del juez del caso, y si existe una solicitud por parte de los medios de comunicación en la que se argumente el interés ciudadano en conocer lo que pase dentro del juzgado.
Una constante de los medios estadounidenses a todo lo largo de los desarrollos legales de Trump ha sido solicitar información adicional (y en algunos casos excepcional) a los tribunales, con el argumento de que el juicio a un expresidente es, por novedoso, cosa que requiere la mayor transparencia.
Ver el juicio a un expresidente puede tener un gran interés entre la opinión pública, que podrá ver el intercambio entre acusación y defensa, y aunque en el caso de Trump hasta ahora el termómetro de sus apoyos no se ha movido, ver el proceso podría hacer un cambio.
3- Si es culpable, Trump podría ser “imperdonable”
Si Trump ganara la presidencia en noviembre de 2024, existe la posibilidad de que tratará de autoindultarse, recurriendo al poder del perdón presidencial, que, según algunos expertos legales, es tan absoluto que el mandatario puede aplicárselo a sí mismo.
Nunca ha sucedido, pero es una teoría que empezó a ventilarse durante los meses finales del mandato de Trump, cuando una serie de investigaciones sobre sus negocios o denuncias de mujeres por supuestos abusos sexuales pendían sobre él.
Por eso muchos dicen que si regresara a la Casa Blanca trataría de hacerlo, si fuera necesario.
Antes podría pedir al Departamento de Justicia que no siga con el proceso, lo que generaría una crisis con el departamento, que suele ser muy autónomo de la presidencia. Se sabe que esa autonomía nunca fue del gusto de Trump durante su mandato porque esperaba que actuara para defender a la presidencia y, más específicamente, al presidente.
Pero como en Atlanta se ventila un caso estatal, el poder presidencial del perdón no tiene alcance.
Ni siquiera el gobernador de Georgia tiene esa potestad consagrada en la Constitución estatal y es un directorio, confirmado por la legislatura local, el que conoce y aprueba los perdones.
Siempre se podría presentar el caso de un Trump eventualmente condenado a la consideración del grupo, pero no podría ser antes de 5 años de condena cumplida, por lo que la perspectiva de un tiempo en cárcel o con restricciones de movilidad (casa por cárcel) estaría en el panorama.