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    ¿Está grabando Trump secretamente sus reuniones en la Casa Blanca como hizo Nixon durante el Watergate?

    El ‘Rusiagate’ no es el Watergate (aún) pero con el despido del director del FBI y la sugerencia-amenaza de que hay conversaciones grabadas en la Casa Blanca el presidente refuerza el vínculo que muchos hacen entre ambas investigaciones.
    12 May 2017 – 03:47 PM EDT
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    A la Casa Blanca le molesta que el llamado ‘Rusiagate’ sea comparado con el Watergate. Permanentemente afirman que ambas investigaciones no se parecen, y sobre todo que la primera no terminará como el caso de espionaje político que en 1974 le costó la presidencia a Richard Nixon.

    Pero en una semana, el presidente Donald Trump ha hecho dos cosas que han acercado más aún esos casos en el imaginario (y en las esperanzas) de muchos.

    Este viernes el presidente azuzó un fantasma con un mensaje amenazante lanzado contra el despedido director del FBI James Comey en su cuenta Twitter: la posible existencia de un sistema de grabación de conversaciones. ¿Algo como lo que tenía Nixon?, se preguntan muchos en Washington.

    "Más vale para James Comey que no haya 'grabaciones' de nuestras conversaciones antes de que comience a filtrar (información) a la prensa", escribió el mandatario.

    Eso a pocos días de haber despedido al director del FBI, una movida que recordó la llamada Masacre del Sábado por la Noche con la que Nixon despidió a los dos principales del Departamento de Justicia y al investigador especial del Watergate, algo que refrescó el paralelismo entre ambos casos.

    “No es amenaza”

    Y por eso, los periodistas quisieron tocar el tema este viernes. (Quizá recordando la historia de anteriores grabaciones hechas en la residencia oficial y cómo cambiaron la dinámica del Watergate y acabaron con un presidente).

    “He hablado con el presidente. El presidente no tiene nada que añadir a eso”, dijo Spicer repetidamente al ser consultado sobre si existían esas grabaciones, si se realizaban grabaciones o hasta si había equipo de grabaciones en la Oficina Oval de la Casa Blanca.

    Spicer negó que el mensaje del presidente pudiera ser interpretado como una amenaza y dijo que el “tuit” se explica por sí solo.

    Pero lo que pasa es que muchos entienden el tuit como una amenaza del funcionario más poderoso del país a un potencial testigo o informante en una investigación que podría terminar involucrando al presidente y a gente cercana a su entorno por las pesquisas que hace el FBI y el Congreso sobre vínculos de su campaña con hackers rusos que intervinieron en las elecciones del 2016.

    Grabaciones peligrosas

    Entre 1971 y 1973, el presidente Nixon usó un sistema de grabación de conversaciones llevadas a cabo en la Oficina Oval y de llamadas telefónicas hechas desde su despacho. El sistema llegó a instalarse en otras áreas de la residencia presidencial y hasta en Camp David, la casa vacacional de la presidencia.

    El sistema funcionó hasta el 18 de julio de 1973, dos días después de que su existencia fuera conocida por el público a raíz de las audiencias del comité del Senado que investigaba el caso Watergate.

    Los senadores quisieron escuchar esas cintas para determinar hasta qué punto el mandatario sabía del espionaje a los demócratas. Pero Nixon se negó a entregarlas aduciendo razones de seguridad nacional y ofreció transcripciones editadas.

    Al cabo de un pulso con el Congreso, la Corte Suprema dictaminó por unanimidad que el presidente no tenía argumentos y tuvo que entregar las grabaciones que determinaron que a los pocos días de la irrupción de los espías en las oficinas del Partido Demócrata, el presidente era parte en la confabulación de sus asistentes para tapar el caso, sugiriendo que había que pedirle al FBI que detuviera cualquier investigación por razones de seguridad nacional.

    Tras haber perdido el respaldo de los republicanos en el Congreso y ante la posibilidad de ser sometido a 'impeachment', Nixon renunció a la presidencia.

    Desde lo que le pasó a Nixon con su manía de grabarlo todo, se acabó con la costumbre de mantener esos registros, visto que podían ser usados contra el gobierno en cualquier momento. Hay grabaciones parciales, pero no un sistema que registre todo lo que pasa en el despacho presidencial.

    De todos modos, varios congresistas demócratas exigieron al presidente que entregue cualquer grabación que pueda tener, en cumplimiento de la ley que establece que todos los registros presidenciales deben ser entregados al Archivo Nacional.

    La Casa Blanca tiene razón al decir que el caso ‘Rusiagate’ dista mucho de ser el Watergate (al menos por ahora) pero en este caso, el que ha reavivado esos recuerdos fue el propio presidente que tanto dice querer pasar la página, aunque no parezca estar ayudando a que los medios traten de enfocarse en otras cosas.

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