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    Trump lanza un duro mensaje nacionalista envuelto en un discurso menos agresivo

    En su primer mensaje ante el pleno de Congreso el presidente habló de la "recuperación de la grandeza estadounidese" y hasta hizo un primer llamado a la unidad nacional, pero el tono más 'presidencial' suavizó la dureza y radicalidad de muchas de las propuestas que hizo.
    1 Mar 2017 – 12:30 AM EST
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    No le tomó mucho tiempo a Donald Trump la noche del martes cruzar el pasillo del recinto donde daría su primer mensaje al Congreso y llegar hasta el podio en el que lo esperaban su vicepresidente Mike Pence y el presidente de la Cámara de Representantes Paul Ryan.

    Para su estreno parlamentario hubo menos manos ávidas de estrechar las del presidente que las que suele haber en este tipo de eventos, cuando los congresistas se agolpan en ese pasillo para darle la bienvenida al mandatario, más aún cuando es su primera vez.

    Eso marcaría el ambiente en el Congreso, con los republicanos aplaudiendo (al principio sin demasiado entusiasmo, al final con más energía una vez que el presidente fue ganando fuerza), mientras los demócratas asistían asombrados al mensaje. Varias veces se pudo ver a la líder de la minoría Nancy Pelosi mover la cabeza con descreimiento ante varios de los señalamientos de Trump.

    Apegado al teleprompter, hablando pausadamente y sin estridencias, el presidente ofreció un discurso muy duro, con fuertes tonos nacionalistas y militaristas, pero lo hizo usando un tono pausado, muy diferente al que suele emplear en sus mensajes. Y eso puede haber camuflado el extremismo de muchos de los conceptos que presentó.

    “Un nuevo capítulo de la grandeza estadounidense está empezando ahora”.

    “Un nuevo orgullo nacional está recorriendo nuestra nación”.

    “Todas las naciones del mundo -amigos o enemigos- descubrirán que EEUU es fuerte. EEUU es orgulloso, y que EEUU es libre”.

    Fueron frases que presentó al arrancar sus palabras y que definirían el resto del mensaje de cerca de una hora ante un Congreso evidentemente dividido en su aceptación al nuevo presidente.

    “Criminales indocumentados”

    Uno de los puntos que muestra lo delicado del discurso nacionalista es la insistencia de Trump en establecer un vínculo entre inmigración y criminalidad, una fijación que trae Trump desde os tiempos de la campaña y que ahora lo vuelve política oficial con la creación de la Oficina para las Víctimas de Inmigrantes (Voice) para atender a víctimas de lo que él llama “indocumentados criminales”.

    El anuncio fue recibido con una expresión de asombro que salió del lado izquierdo del hemiciclo, donde se sientan los demócratas, mientras sus colegas republicanos aplaudían, sin demasiado empeño.

    Justo en ese punto el mandatario se permitió lanzar un dardo a los medios que, según el presidente “ignoran” el problema de esos estadounidenses en conjunto con unos “intereses especiales” que no identificó.

    No importa que estudio tras estudio indiquen que no hay vínculo entre inmigración, indocumentada o no, y los índices de criminalidad, que nada indique que los extranjeros que viven en EEUU sean más proclives que los nativos a cometer delitos. El presidente sigue empeñado en difundir una visión errada que criminaliza al inmigrante y genera potenciales problemas sociales.

    Agresiva política migratoria

    En esa misma línea, el presidente defendió la agresividad con la que ha ordenado que se cumplan las leyes migratorias, cambiando las excepciones que había establecido el presidente Barack Obama.

    Por la manera como lo presentó, el presidente da a entender que es la inmigración la fuente de los males de la sociedad estadounidense y que con su control muchas cosas se solucionarán.

    “Al finalmente reforzar nuestras leyes migratorias, elevaremos los sueldos, ayudaremos a los desempleados, ahorraremos millones de dólares y haremos más seguras nuestras comunidades. Queremos que todos los estadounidenses tengan éxito, pero eso no sucederá en un ambiente de caos sin ley”, dijo Trump.

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    El presidente no explicó cómo lograría esos arreglos más allá de referirse a uno de sus puntos favoritos; el muro en la frontera con México, del que dijo empezará antes de lo planificado y que será “un arma efectiva contra las drogas y el crimen”.

    Trump insiste porque la idea del muro tiene seguidores, como demuestra la ovación que recibió de sus compañeros de partido apenas lo nombró, una de las mayores de una noche en la que sin embargo no se sintió un entusiasmo desmedido por parte de los republicanos, quienes tienen algunas diferencias como la manera y velocidad como desmantelar Obamacare y el gasto público, reflejado en el plan de infraestructura que quiere poner en marcha la Casa Blanca.

    EEUU primero

    La mayor de todas las ovaciones (de unos dos minutos) se produjo en uno de los momentos de mayor explotación del sentimiento nacionalista y el orgullo militar: cuando Trump rindió homenaje a William “Ryan” Owens, el primer soldado caído bajo su mandato en una operación en Yemen realizada a principios de febrero.

    En el público asistente estaba la viuda de Owens, Carryn, quien con lágrimas en los ojos y viendo hacia el cielo como buscando a su esposo, sirvió de perfecta imagen para potenciar el mensaje populista que ya asomó el republicano cuando asumió la presidencia en enero pasado.

    Curiosamente, el padre de Owens se había negado a reunirse con Trump cuando asistió al funeral de su hijo, quien murió en una operación especial que la Casa Blanca calificó de “exitosa” pero que su familia pide que sea investigada para determinar qué fue lo que salió mal.

    Sin embargo, el presidente decidió usar su imagen la noche del martes para reforzar su compromiso con los veteranos y los militares estadounidenses.

    Lo militar parece ser una pieza básica del proyecto de Trump, quien ya informó que buscará aumentar en niveles “históricos” el gasto en defensa, aunque en el mismo mensaje dijera que se “debe aprender de los errores del pasado” para evitar la guerra y la destrucción que ella conlleva.

    Activismo vs. aislacionismo

    Hay varias dualidades en el discurso de Trump ante el Congreso. Al tiempo que dijo que “EEUU está listo para liderar de nuevo” y alabó el trabajo de la organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) de la que hace poco había dicho que era “obsoleta” y “costosa”, dijo que mientras Washington protege a otros países y descuida sus fronteras

    Es otra constante de los tiempos de la campaña, puede implicar el retiro de EEUU de la escena mundial en tiempos en que potencias emergentes, como China, o viejos poderes renovados, como Rusia, buscan expandir sus áreas de influencia, algo que aliados de EEUU en Europa o Asia sienten como una amenaza.

    Todo el discurso estuvo imbuido de la idea de “EEUU primero” comercial o militarmente, que esconde un tufo nacionalista y aislacionista que puede complicar las relaciones internacionales.

    El presidente abogó por ayudar a los ciudadanos de zonas en conflicto a que puedan encontrar en sus países las condiciones para que sean habitables, aunque él mismo les niega la salvación al pretender imponer un veto a los viajes de ciudadanos de algunas naciones que a la Casa Blanca le resultan sospechosas de promover el terrorismo.

    Raro mensaje de unidad

    Al final, las palabras de Trump incluyeron un llamado a la unidad nacional, la primera vez que Trump hace esta convocatoria a sus detractores. No la hizo durante el discurso de toma de juramentación, que es cuando los nuevos presidentes suelen llamar al trabajo conjunto.

    “Somos un pueblo con un destino. Sangramos la misma sangre. Saludamos la misma bandera. Todos somos creación del mismo Dios”.

    “Y cuando cumplamos con esa visión, cuando celebremos nuestro 250 años de gloriosa libertad, miraremos a esta noche como el momento cuando empezó ese nuevo capítulo de la grandeza estadounidense”.

    “El tiempo de las pequeñeces se acabó. El tiempo de las peleas triviales quedó tras de nosotros”, dijo el hombre que se ha molestado porque algún medio ha usado alguna vez una foto en la que cree que no luce lo mejor de sí o que se enfrasca en diatribas con programas cómicos por la manera como se burlan de cosas de su gobierno.

    Los demócratas no esperaron para preguntarle por esos detalles aparentemente incongruentes de su discurso porque la mayoría de ellos dejaron el hemiciclo apenas el presidente cerró sus palabras con el tradicional “Dios bendiga a EEUU”.

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