El día que Washington olvidó la polarización que la carcome
En estos últimos meses, Washington parece estar más que nunca a punto de romperse. Un ambiente tóxico se ha creado en el arranque del gobierno de Donald Trump, fervientemente atacado por algunos liberales que esperan que la investigación del 'Rusiagate' conduzca al juicio político que destituya a quien consideran desde el principio un presidente "ilegítimo".
Entre los conservadores, incluso algunos que se le opusieron en tiempos de las primarias republicanas, defienden ahora al mandatario apasionadamente. El mismo Trump hace su más agresiva defensa vía Twitter. Como resultado de ese choque de facciones, el diálogo político civilizado luce en vías de extinción.
Hasta que un tiroteo la mañana del miércoles contra una práctica de baseball de un grupo de congresistas republicanos a las afueras de Washington DC revirtió la tendencia. Al menos por un tiempo.
Las tensiones bipartidistas parecieron desaparecer con el impacto de la noticia de que el tercero en la jerarquía parlamentaria, el representante Steve Scalise, había sido herido junto a otras cuatro personas en un ataque, mientras participaban en una práctica de béisbol cerca de Washington DC.
Empezó con el sentido mensaje unitario que envió desde la Casa Blanca el presidente Donald Trump, quien se estrenó en lo que parece ser un ritual reservado a todo presidente estadounidense: calmar a la ciudadanía en episodios de violencia como estos.
Siguió con la rara coincidencia entre el presidente del Congreso, el republicano Paul Ryan, y la líder de la minoría demócrata Nancy Pelosi.
Cambio de tono
Es paradójico que el ataque se produjera durante un evento deportivo, que es uno de los pocos campos donde el espíritu bipartidista sobrevive.
Dentro del Capitolio, donde ese espíritu luce más desgarrado, republicanos y demócratas se reunieron en el pleno de la Cámara de Representantes bajo un ambiente entre apesadumbrado y sorprendido por la noticia, y por el hecho de que el ataque haya podido tener motivaciones políticas.
“Estamos unidos en nuestro horror. Estamos unidos en nuestra angustia. Un ataque contra uno de nosotros es un ataque contra todos nosotros”, dijo Ryan combatiendo los quiebres en la voz al hablarle a sus colegas sobre la unidad que es necesaria en la coyuntura.
De seguidas, Pelosi se permitió un comentario ligero al decirle a los congresistas que iban a ser testigos de un “raro momento” en la cámara porque ella iba a suscribir las palabras de Ryan.
“En días como hoy, no hay demócratas ni republicanos, solo estadounidenses unidos en nuestras esperanzas y oraciones por lo heridos”, dijo la líder demócrata.
Algunos recuerdan que Barack Obama también vivió una hostilidad similar a la que experimenta Trump, pero del campo contrario, con el surgimiento del llamado "Tea Party", un ala ultraconservadora dentro del Partido Republicano que cuestionaba las políticas "socialistas" del primer presidente negro y hasta dudaba de su nacionalidad estadounidense, algo que promovió el ahora presidente.
Cuando en 2011 la entonces representante demócrata por Arizona Gabrielle Giffords recibió un disparo en la cabeza durante un evento político en su distrito, muchos denunciaron la retórica de esa derecha más extrema como la que movilizó al atacante. Luego se supo que el agresor era una persona con historial de desaquilibrio mental.
Los motivos
Aunque los investigadores indican que todavía no tienen suficientes datos para saber por qué razón el hombre atacó a los congresistas, la aparente filiación del pistolero con el movimiento de Bernie Sanders lleva a muchos a pensar que se trata de una expresión extrema de la campaña que existe contra Trump desde sectores liberales más radicales.
Pero como demostración de esa tregua partidista que se vive en estas horas en Washington, hasta una de las voces más estridentemente conservadoras del Partido Republicano, la ex gobernadora de Alaska y ex candidata a vicepresidenta Sarah Palin, ha tenido palabras comedidas
“El atacante de hoy parece ser un simpatizante de Bernie Sanders y un voluntario de su campaña. Pero Bernie Sanders no tiene la culpa. A lo mejor los medios han madurado suficiente para permitir una cobertura de este reciente (incidente) de violencia enfocada en hechos, porque la integridad de los medios será crucial mientras EEUU asiste al desarrollo de los eventos”, dijo en una declaración enviada al sitio de noticias conservador Breibart.
Un notable cambio de tono considerando que apenas la víspera se había reforzado los llamados al “ impeachment” del presidente por el llamado ‘Rusiagate’ por parte de quienes se sintieron ofendidos por la comparecencia del fiscal general Jeff Sessions ante el Senado y que les pareció que reforzaba la idea de que en este caso el Ejecutivo está obstruyendo la justicia.
Mientras tanto en medios de extremna derecha se está explotando la relación del atacante con la campaña y las ideas de Sanders, y se culpa al "odio de los liberales" de lo sucedido. Similar a lo que pasó con Giffords.
Día normal
Mientras tanto, este miércoles, a las afueras del Capitolio, era palpable como minutos despúes de conocido el incidente, se produjo el reforzamiento de la guardia armada en el complejo de edificios, incluyendo los que albergan las oficinas de los congresistas.
Los cientos de turistas venidos de todas partes del país y del mundo que aprovechaban el caluroso día de verano para visitar la zona no parecían notar nada fuera de lo común y se tomaban fotos con la famosa cúpula de fondo.
Más allá de la esfera política, en el resto de la ciudad se vivía una jornada como cualquier otra, con las personas rumbo a sus trabajos y un tráfico normalmente congestionado en el centro de la capital estadounidense.
Quienes no estuvieron viendo las transmisiones de los canales de noticias por cable quizá no se enteraron de ese momento en el que por primera vez los dos bandos bajaron los puños para lamentarse juntos de hasta dónde han llegado las cosas por culpa de una retórica política que año tras año se hace cada vez más agria.
Pero no hay razones, ni antecedentes, para pensar que ese discurso no regresará. Es poco probable que el incidente sirva de campanazo de advertencia a ninguna de las partes que lo alimentan, porque todos están convencidos de la justicia de sus argumentos y tienen los medios para promocionarlos e imponerlos en el debate público.
Esa es la manera cómo se hace desde hace ya varios años la política. Es lo que ha ayudado a crear esa atmósfera politicamente tensa y enrarecida que se respira en Washington DC.