Cinco claves que explican el indetenible avance talibán en Afganistán, mientras EEUU se retira
Estados Unidos Osama Bin Laden hace ya una década.
Después de 2,400 militares estadounidenses muertos y una inversión de alrededor de un billón de dólares, Washington sale de 20 años de guerra en un país lejano sin haber logrado ni liquidar para siempre a Al Qaeda ni derrotar a los talibanes, que van camino de tomar la capital del país, Kabul, antes incluso del la retirada final de tropas de Washington el 31 de agosto.
El presidente Joe Biden es el cuarto jefe de la Casa Blanca que debe gestionar este conflicto y ha querido ser el último: no ha tratado de justificarlo con logros que no existen y reconoce que no se puede seguir esperando que las condiciones para la salida sean mejores.
"Gastamos más de un billón de dólares en 20 años, entrenamos y equipamos a más de 300.000 fuerzas afganas. Necesitan unirse. Tienen que luchar por sí mismos, por su nación", dijo Biden a periodistas en la Casa Blanca.
Según el Departamento de Defensa de Estados Unidos, el gasto militar total en Afganistán (desde octubre de 2001 hasta septiembre de 2019) alcanzó los 778.000 millones de dólares. Además, el Departamento de Estado, junto con la Agencia de EEUU para el Desarrollo Internacional (USAID) y otras agencias, gastaron 44 mil millones de dólares en proyectos de reconstrucción, de acuerdo con datos citados por la BBC.
atentados del 11 de septiembre, que fue el origen de este conflicto.
La caída del gobierno afgano estaba en los pronósticos de muchos analistas tras la salida de EEUU y del resto de tropas de la coalición internacional, pero pocos esperaban que el avance talibán fuera tan fulgurante: en solo una semana han conseguido apoderarse del norte del país, controlar casi la mitad de todas las capitales de provincia y amenazar seriamente a Kabul.
La reacción internacional no ha sido enviar refuerzos al gobierno afgano sino escapar: el envío de tropas de EEUU o Reino Unido no es más para luchar contra los talibanes sino para proteger sus embajadas y el aeropuerto para la evacuación de sus diplomáticos, sus ciudadanos y los afganos que trabajaron con ellos.
El sostén de Estados Unidos
Afganistán fue invadido por las tropas estadounidenses en 2001 para capturar a líder de Al Qaeda, Osama bin Laden. Diez años después de lograrlo, en una operaci´ón militar especial en Pakistán, los militares siguieron otra década más luchando contra los talibanes.
Afganistán llegó a tener más de 100.000 tropas extranjeras en 2012 en esa lucha contra los talibanes y otros grupos terroristas. Aunque los insurgentes lograron fortalecerse día a día en numerosos territorios, el apoyo de las tropas internacionales ayudó al Gobierno de Kabul a mantener el control en gran parte del país.
Para eso fue clave el poder aéreo de las fuerzas estadounidenses y con lo que ahora no está contando el ejército afgano.
Las fuerzas afganas están debilitadas por la corrupción, el débil liderazgo, la ineficiente evacuación de los soldados muertos o heridos, así como la demora de pagos y suministros de alimentos y municiones, según, explicaron a la agencia de noticias Efe fuentes gubernamentales en condición de anonimato.
Los "señores de la guerra"
El rápido avance de los talibanes ha suscitado serias preocupaciones entre los afganos con respecto a su intención de poner fin a la guerra por la vía pacífica, y una eventual restauración del régimen talibán.
Pese a que el Gobierno de Kabul todavía cuenta con el apoyo militar y financiero internacional para mantener la lucha contra el grupo extremistas islámico, miles de civiles y excombatientes yihadíes se han mostrados dispuestos a luchar contra los insurgentes.
Las autoridades de Kabul comenzaron a distribuir armas a sus partidarios en varias partes del país para apoyar a las desgastadas fuerzas afganas.
La mayoría de los civiles armados se encuentran reunidos en territorios bajo el mando de exlíderes yihadíes o "señores de la guerra", como se conoce a los líderes que pelearon en contra la invasión de las fuerzas de la desaparecida Unión Soviética en 1980.
El camino hacia la paz
El gobierno afgano y los talibanes comenzaron un proceso de negociación en septiembre del año pasado, que quedó en suspenso producto de las continúas exigencias de las partes para avanzar.
A pesar de las expectativas del proceso de paz, no ha habido avance tangible en los últimos meses de conversaciones y, en lugar de reducir la violencia, los talibanes han aumentado significativamente sus ataques en todo el país hasta este momento de máxima violencia.
El avance de los talibanes sobre los territorios ha aumentado la confianza de los insurgentes y sus intereses en la victoria militar en comparación con un acuerdo negociado.
La continuación de los talibanes en su intento por ganar terreno por la vía armada, abandonando las negociaciones, pone a Afganistán al frente de otra guerra civil.
La propuesta del gobierno
Mientras esto sucedía, en el ámbito diplomático se intentaba en vano estos días llegar a un acuerdo en Doha, Catar.
Las negociaciones terminaron el jueves sin avances significativos y en una declaración conjunta, Estados Unidos, Pakistán, la Unión Europea y China afirmaron que no reconocerán ningún gobierno afgano que se "imponga por la fuerza", lo que es una referencia al grupo Talibán.
El jueves, el ejecutivo afgano propuso a "los talibanes un reparto de poder a cambio del fin de la violencia", una idea hasta ahora rechazada por el presidente afgano, Ashraf Ghani, y que podría no interesar en absoluto a los talibanes, visto su imparable avance.
Muertos y desplazados
Los enfrentamientos tienen un coste dramático en la población civil. En un mes, al menos 183 civiles, entre ellos niños, murieron en Lashkar Gah, Kandahar, Herat (oeste) y Kunduz, y 250,000 personas se vieron desplazadas por el conflicto desde finales de mayo.
Un 80% de los que han tenido que dejar sus casas son mujeres y niños, según la ONU, que estima que el número global de desplazados este año en el país llega a 400,000.
La Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) advirtió este viernes que el número de víctimas civiles en Afganistán podría ser este año "el mayor del que se tiene registro".
La portavoz de ACNUR, Shabia Mantoo, indicó que en el país centroasiático el total de desplazados internos es ya de unos 3,3 millones.
Estos desplazamientos preocupan tanto a sus vecinos como a Europa, porque en 2019 los afganos superaron a los sirios entre los migrantes que llegaban en condiciones irregulares.