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    Cómo el triunfo de Doug Jones en Alabama golpea a Trump, pero alivia a los republicanos

    Aunque el candidato del presidente para senador por Alabama perdió ante el rival demócrata en medio de acusaciones por acoso sexual, los republicanos ganaron al evitar la entrada a la cámara de una amenaza para el establishment del partido.
    13 Dic 2017 – 01:22 AM EST
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    Donald Trump, que quedan claramente del lado de los perdedores junto al fallido candidato a senador.

    Jones logró lo que ningún demócrata había podido hacer en los últimos 25 años y arrebató a los republicanos un puesto en el Senado por Alabama, ayudado por el escándalo por acoso sexual que afectó a su rival republicano Moore.

    Pasadas las 10:30 de la noche los medios de comunicación estadounidenses declararon ganador a Jones cuando se había contado más del 95% de los votos y, aunque la diferencia era de menos de un punto porcentual, los recintos proyectaban un reforzamiento de la ventaja del demócrata.


    Aunque las encuestas a boca de urna indicaban que la mayoría de los electores (55%) no consideraba importantes las denuncias de acoso sexual que surgieron en las últimas semanas por parte de mujeres que aseguran que Moore tuvo conductas sexuales “inapropiadas” cuando ellas eran adolescentes, al final fueron un peso muy difícil de cargar para el republicano.

    Paradójicamente, además de Jones y los demócratas, entre los ganadores se cuenta el líder de la mayoría republicana en el Senado, Mitch McConnell, y en buena medida el sector moderado del partido contra el que había prometido enfilar Moore.

    Y entre los perdedores, junto a Moore, están el presidente Trump y su exestratega jefe Steve Bannon, quienes por diferentes razones habían apostado al triunfo del polémico exmagistrado de la Corte Suprema de Justicia de Alabama.

    Cuando Trump no es suficiente

    Hasta que un mes atrás surgieron las denuncias, Moore había estado adelante en las encuestas, como era de esperar en un estado tradicionalmente conservador. Esos señalamientos parecen haber sido la principal causa que determinó su caída, que no pudo detener la intervención que en las últimas semanas hizo a su favor el presidente Trump.

    El presidente, Hillary Clinton. Su popularidad allí es superior a la del promedio nacional que marcan las encuestas. Y, sin embargo, su intervención no sirvió para conjurar una impensada derrota republicana.

    En su discurso de victoria, Jones no se refirió ni a su rival ni a las acusaciones en su contra, pero al decir que la campaña demócrata había estado centrada en “la cortesía y la decencia” reconoció que el escándalo tuvo influencia en el resultado.

    Hubo 22,000 votos en los que los electores escribieron el nombre de un candidato fuera de la boleta ( write-ins) que representan el 1.7% del total de sufragios. Se puede inferir que la mayoría haya provenido de republicanos descontentos con la conducta del postulante de su partido.

    El triunfo de Jones, que rompe la hegemonía conservadora en el estado sureño, da nuevos bríos al Partido Demócrata, no solo porque recorta en un voto la endeble mayoría que tienen los republicanos en el Senado, sino porque oxigena su ofensiva contra Trump.

    Por lo pronto, se ve reforzado el 'argumento moral' que ha llevado a varios senadores a pedir la renuncia del mandatario. Es improbable que Trump vaya a darles el gusto de acceder a sus demandas, pero la derrota de Moore indica que las acusaciones de conductas inapropiadas no son algo que pueda ser obviado tan fácilmente (como han experimentado varios políticos en el Congreso y otros hombres poderosos en diferentes sectores empresariales).

    En Alabama el presidente pierde por partida doble. Ya perdió en septiembre cuando su candidato original, el actual senador interino Luther Strange, cayó ante Moore en primarias. El mandatario solo se puso detrás de Moore cuando vio que la opción demócrata ganaba terreno tras el estallido del escándalo sexual.

    El alivio temporal de McConnell

    De entrada, la llegada de Moore habría generado un conflicto con sus colegas, muchos de los cuales dijeron que de ganar el exjuez debía ser sometido al Comité de Ética y alguno dijo que debía ser expulsado de la cámara. Los republicanos se han evitado ese trauma.

    Pero como consecuencia, McConnell ve reducida su mayoría a un solo voto, algo que complica su capacidad de maniobra a la hora de promover la agenda conservadora.


    El líder republicano ahora no puede darse el lujo de perder más de un voto a la hora de aprobar proyectos de ley en los que cuente solo con su bancada para lograr la aprobación.

    Paradójicamente, esta derrota que le resta poder desmonta temporalmente lo que presagiaba convertirse en un peligroso factor de desestabilización para el control del Senado y ahora McConnell puede contar con la tranquilidad de que quedó afuera una ficha que su némesis Bannon quería introducir en la cámara.

    Desde el podio senatorial, Moore habría contado con una plataforma de alcance nacional para promover sus ideas conservadoras más extremas, muchas de las cuales chocan con la moderación que quiere proyectar el establishment del partido.

    Un triunfo de Moore habría dado bríos a esos conservadores que consideran que el Partido Republicano en Washington se ha ido distanciando de las preocupaciones de la base, la narrativa con la Bannon ayudó a que Trump llegara a la Casa Blanca.

    La de Moore es la primera batalla que Bannon pierde en su cruzada personal para debilitar el liderazgo de McConnell y del establishment del llamado Viejo Gran Partido.

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