Tú también puedes quitarle oxígeno a los video falsos sobre covid-19

La semana no ha sido fácil para los que están en el front de la guerra contra la desinformación. Dos casos de gran repercusión mediática dejaron claro que la complejidad de las batallas crece en los Estados Unidos (y también en todo el mundo) y que es urgente que todos sepan cómo pueden ayudar a quitarle oxígeno a falsos videos sobre el covid-19.
El viernes 24 de julio, CNN alertó en un tuit que canales de televisión del grupo Sinclair Broadcast planeaban exhibir en varias ciudades estadunidenses a la mujer responsable por un polémico video que sugería que el Dr. Anthony Fauci, el infectologista más famoso de Estados Unidos y actualmente el encargado del control de la crisis de coronavirus en la Casa Blanca, sería el verdadero responsable del nuevo coronavirus.
El video, clasificado como falso por PolitiFact y FactCheck.org en el mes de mayo, no pasa de una enorme teoría de conspiración. Algo que no tiene ni pie ni cabeza y que no se basa en ningún dato de realidad. Ya había sido removido incluso de Facebook, Youtube y Vimeo por reunir informaciones de salud que pueden poner en riesgo la vida de los seres humanos. Pero, por razones (muy) raras, había gente dispuesta a exhibirlo en la televisión.
Alrededor de las 3:00 pm del sábado, ya totalmente involucrado en la cobertura del caso, el reportero de CNN Oliver Darcy hizo un tuit reflexivo:
"Quiénes aquí necesitan desinformadores rusos si tenemos empresas de los Estados Unidos que parecen dispuestas a envenenar sus propias audiencias con teorías de conspiración?".
Me tomé un segundo pensando sobre la pregunta y me puse de acuerdo con Darcy. Desde 2016 se debate en los Estados Unidos acerca de cómo evitar la interferencia externa en las elecciones. Se exige de las plataformas de redes sociales formas de impedir que noticias falsas sean capaces de llegar a sus s. ¿Y en la tele? ¿Cómo se ahoga la desinformación allí?
Varios chequeos sobre el video "Plandemic" ya habían sido publicados. Varias plataformas ya habían bajado la grabación. ¿Cómo impedir - de forma democrática y legal - que una empresa de comunicación privada repartiera tamaña falsedad?
Me agobié.
Las horas, sin embargo, pasaron. Y la autorregulación reveló su poder. Alrededor de las 5:00 pm Darcy anunció que el grupo Sinclair Broadcast había desistido de exhibir "Plandemic". No sé si por presión política, empresarial y/o popular, pero la autorregulación y la presión pública había funcionado.
Sin embargo, el martes 28 de julio algo falló.
El planeta despertó inundado por un video en el que un grupo de médicos defendía que las mascarillas no eran necesarias y que la hidroxicloroquina era la cura para el covid-19. En seis horas, solo en Facebook, la grabación registró más de 14 millones de visualizaciones. En Twitter contó con la ayuda del presidente Donald Trump para volverse aún más viral.
Los fact-checkers, una vez más, entraron en acción. Associated Press, LeadStories, FactCheck.org y PolitiFact, entre otros, publicaron artículos detallados explicando que todavía no hay cura comprobada para el covid-19 y que usar mascarillas sigue siendo muy importante. De hecho, es una de las recomendaciones más repetidas por las autoridades médicas.
Una vez más las gigantes del mundo de la tecnología bajaron el contenido. Facebook, Youtube y Twitter removieron de sus plataformas el video de los médicos afirmando que su contenido también podría poner en riesgo la vida de los seres humanos. O sea: una situación muy semejante a la anterior.
Pero esta vez la desinformación no paró. Durante todo el día, varias otras versiones del video de los médicos siguieron circulando por las redes sociales. En grupos de WhatsApp, varias copias de la grabación se viralizaron, protegidas por la criptografía.
¿Qué faltó? ¿Qué sobró? Mientras fact-checkers y académicos colectan datos para contestar estas preguntas de forma objetiva, traigo una reflexión muy sencilla.
Gran parte de los mensajes que vi sobre el video de los médicos venía de personas que criticaban el contenido, que, en realidad, estaban en contra de la información y sabían sobre su bajísima calidad. Aún así, algunos compartieron la grabación, ayudando, de cierta forma, a amplificarla en internet y en aplicaciones de móvil.
Y aquí queda la lección: si quieres ayudar a los que están en el front de la guerra contra la desinformación, jamás retuitees o compartas un contenido dudoso u obviamente falso - aunque este contenido te moleste mucho. Tómale una foto, haz un pantallazo o prepara una descripción en texto. Al hacer tu crítica, piensa que necesitas quitarle fuerzas a las inmensas falsedades que circulan por las redes. Y que cuando compartes un contenido - aunque bajo crítica - le estás dando vida. Los contenidos de baja calidad no merecen ser vistos.