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Trump sin freno en el Senado

"La última vez que sucedió algo parecido, aunque menos grave, fue cuando el fiscal especial, Robert Mueller, se abstuvo de recomendar el encausamiento de Trump por su evidente contubernio con el régimen de Vladimir Putin durante las elecciones de 2016".
Opinión
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2020-02-03T12:49:33-05:00
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Donald Trump en Iowa. 30 de enero de 2020. Crédito: Tom Brenner/Getty Images

Los republicanos en el Senado abdicaron de su responsabilidad de hacerle un juicio justo y frenar al peligroso demagogo que es el presidente Trump. Probablemente fue la última oportunidad antes de que le haga daño irreversible no tanto ni principalmente a su partido sino a nuestra democracia. Al negarse a considerar evidencias y testigos, los senadores republicanos allanaron el camino para absolver a Trump en un proceso de dudosa legitimidad; y lo colocaron, por primera vez en la historia de la república estadounidense, por encima de la Constitución y las leyes.

La última vez que sucedió algo parecido, aunque menos grave, fue cuando el fiscal especial, Robert Mueller, se abstuvo de recomendar el encausamiento de Trump por su evidente contubernio con el régimen de Vladimir Putin durante las elecciones de 2016. El mandatario respondió extorsionando al presidente de Ucrania Volodymyr Zelenski ¡al día siguiente de que se hiciera público el informe Mueller! La negativa republicana a realizarle un juicio creíble estimulará nuevas acciones temerarias de Trump y sus incondicionales y hará muy difícil, por no decir que imposible, que respeten la integridad de las elecciones presidenciales este año, erosionando así un baluarte de la democracia estadounidense.

La historia política de Estados Unidos está plagada de demagogos que, por fortuna, no pudieron llegar a la presidencia. Gente como el gobernador prepotente y racista de Luisiana Huey Long – “Ahora yo soy la Constitución” decía - el pionero de la aviación, antisemita y pronazi Charles Lindberg – condecorado por Hitler - y el gobernador racista y xenófobo de Alabama George Wallace. A todos los pararon los dirigentes partidistas antes de que pudieran enlodar de forma perniciosa y permanente nuestra democracia. Es lo que no han sabido o querido hacer los actuales dirigentes republicanos, ignorando que el liderazgo partidista responsable es el primer muro de contención de los demagogos peligrosos. Y a menudo el único.

En su reciente obra How Democracies Die, los politólogos de Harvard Steven Levitzki y Daniel Ziblatt demuestran cómo los autócratas contemporáneos no están llegando al poder por la vía de las armas sino con la ayuda de políticos miopes e irresponsables. Hugo Chávez en Venezuela. Daniel Ortega en Nicaragua. Vladimir Putin en Rusia. Viktor Orban en Hungría. Todos son presidentes que subvirtieron “el proceso mismo que los llevó al poder”, erosionando gradual y sistemáticamente las instituciones democráticas.

Los profesores Levitzki y Ziblatt advierten que los demagogos perniciosos que aspiran a conquistar el poder para quedárselo tienen cuatro características comunes:
-rechazan la constitución, las normas y las instituciones de la democracia
-niegan legitimidad a sus adversarios políticos
-toleran y estimulan la violencia contra sus críticos y opositores
-y coartan los derechos y libertades de sus opositores, las minorías y la prensa.

Desde que era candidato, Trump ha reunido todas esas condiciones indeseables. Con frecuencia viola la constitución y se burla de instituciones como el Congreso, las agencias de inteligencia norteamericanas y el opositor Partido Demócrata. Estableció sus “credenciales” políticas rechazando la legitimidad de sus adversarios, por ejemplo, acusando al presidente Obama de haber nacido en Kenia y a Hillary Clinton de ser una delincuente a la que iba a encarcelar. En sus manifestaciones públicas exhorta a sus seguidores a usar la violencia. Y promueve la reducción de nuestras libertades civiles y los derechos de las minorías, los inmigrantes y la prensa.

Pero el liderazgo republicano ha hecho caso omiso a estas y otras señales de peligro y actuado en complicidad con Trump, aplaudiendo sus exabruptos y encubriendo sus abusos de poder. El desaparecido senador John McCain y el senador Mitt Romney son honrosas excepciones que merece la pena mencionar. Han mostrado el camino alternativo para tratar de evitar que su partido sucumba a las manipulaciones turbias del presidente. Pero la inmensa mayoría de sus colegas ha ignorado su ejemplo. Como consecuencia, han preparado las condiciones para que se consolide un gobernante que se ha situado por encima de la Constitución, las leyes y las instituciones de nuestra democracia con el objetivo expreso de acumular poder y servir sus intereses personales.

El presidente Trump usó la enorme influencia de su cargo para extorsionar a Ucrania, condicionando la entrega de ayuda militar que había aprobado el Congreso para que se defendiera de las agresiones imperialistas de Putin. Le exigía por lo menos que anunciase que investigaba a su rival Joe Biden, a su hijo Hunter y, según un libro inédito de su exasesor de seguridad nacional John Bolton, a otros aspirantes presidenciales demócratas. Aun así, una amplia mayoría de senadores republicanos ha optado por excusar su fechoría. Nuestra democracia sufrirá las consecuencias, víctima propiciatoria de una inconsciente y colosal abdicación de responsabilidades.

Nota: La presente pieza fue seleccionada para publicación en nuestra sección de opinión como una contribución al debate público. La(s) visión(es) expresadas allí pertenecen exclusivamente a su(s) autor(es). Este contenido no representa la visión de Univision Noticias o la de su línea editorial.

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