Guatemala atenta contra la libertad de prensa

En otro ejemplo de la alarmante deriva autoritaria en Centroamérica, el presidente Alejandro Giammattei ordenó o propició el allanamiento de elPeriódico de Guatemala y la residencia de su director José Rubén Zamora Marroquín, a quien además hizo arrestar bajo cargos fabricados de lavado de dinero y soborno. Zamora ha sido un incansable crítico de la corrupción que corroe las instituciones de gobierno en su país. Y cada día, hora y minuto que pasa en la cárcel, sometido a un atropello legal, es una afrenta contra la libertad de prensa y una flagrante violación de principios básicos de democracia y humanismo.
Medios informativos de Europa, Estados Unidos y Latinoamérica se han hecho amplio eco de la patraña y los abusos con que las autoridades guatemaltecas, siguiendo pautas inconfesables de Giammattei, intimidaron a los empleados de elPeriódico durante 12 horas y a Zamora y su familia en su casa durante otras cuatro horas. Entre los familiares que presenciaron los abusos estaban la nuera y los nietos estadounidenses del periodista, quienes visitaban la residencia.
Toda esta operación represiva es una mera venganza oficial por las certeras denuncias de corrupción y abusos de poder que Zamora y el equipo periodístico que él dirige han venido realizando durante mucho tiempo. También es la segunda fase del zarpazo autoritario que da Giammattei, quien dirigió el primero contra del sistema judicial que habían investigado y procesado por cohecho a figuras públicas. Como consecuencia de la persecución, más de una veintena de del poder judicial guatemalteco se han visto obligados a exiliarse. Varios enfrentan procesos arbitrarios en su país. La nueva fase represiva ostensiblemente procura acallar al gremio periodístico que con valentía ha denunciado a los corruptos.
Hace apena unos días, Zamora había revelado que el gobierno de Giammattei tramaba una campaña represiva en su contra basada en acusaciones falsas. Al frente de ella se halla el fiscal Rafael Curruchiche, a quien el gobierno del presidente Biden incluyó recientemente en su lista de actores corruptos y antidemocráticos de Guatemala. En ese inventario figuran políticos, empresarios y narcos guatemaltecos a los que se les ha prohibido entrar a Estados Unidos. La embajada estadounidense oportunamente criticó el arresto de Zamora.
Washington, sin embargo, puede y debe hacer mucho más para lograr la excarcelación del periodista y el cese del hostigamiento a las publicaciones que dirige. Estados Unidos es el principal socio comercial de Guatemala, con la que mantiene intercambios que se aproximan a los $10,000 millones anuales. Y demás le proporciona ayuda humanitaria que el gobierno de Biden planea aumentar en un esfuerzo por frenar la emigración irregular hacia el territorio norteamericano. A través de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional, USAID, por sus siglas en inglés, Washington también brinda asesoramiento en materia de justicia y lucha antidelictiva a los guatemaltecos. Este es un momento crucial para invocar la influencia estadounidense, exigir la liberación incondicional de Zamora y tratar de aflojar la mano represora de sus verdugos.
En los años 90, fui testigo optimista del resurgimiento de la libertad de prensa en Centroamérica. Junto a colegas de Estados Unidos y de la región obtuvimos el compromiso de los presidentes y gobiernos centroamericanos y de México con el periodismo libre mediante la firma de la Declaración de Chapultepec. Otro destacado colega guatemalteco, Gonzalo Marroquín, primo de José Rubén Zamora, formó parte de ese empeño. Entonces el gobierno de su país aceptó honrar y promover la libertad de prensa. El presidente Giammattei reniega de ese compromiso histórico al desatar una feroz persecución contra los periodistas de su país.
Sin un periodismo libre de cortapisas y presiones abusivas la democracia nunca se afianzará en Centroamérica. Y la libertad seguirá sufriendo el retroceso lamentable que desde hace años padece en Nicaragua. Así lo ve con claridad Zamora, quien desde su injusta prisión declaró el pasado fin de semana: “A pesar de que nuestra profesión se ve con desdén, es criticada, no reconocida, es de importancia crucial para sociedades que tienen aspiraciones democráticas”. El régimen de Giammattei temerariamente revierte las funciones de un Estado de derecho, al proteger y estimular a los sospechosos de corrupción y perseguir a quienes los combaten con grandes sacrificios y riesgo para su seguridad personal. Con ese comportamiento deleznable, allana el camino para que aumente la fuga de guatemaltecos hacia Estados Unidos mientras que con inconsecuencia suscribe acuerdos con Washington para frenarla.
El gobierno del presidente Biden y las democracias europeas deben tomar nota y actuar cuanto antes. Su oportuna defensa del periodismo libre en Guatemala y toda Centroamérica podría contribuir a frenar la ola de autoritarismo que recorre a la región, reviviendo el viejo despotismo que la mantiene en la pobreza y la incuria y que fomenta el éxodo de sus habitantes como último recurso para vivir con dignidad.
Nota: La presente pieza fue seleccionada para publicación en nuestra sección de opinión como una contribución al debate público. La(s) visión(es) expresadas allí pertenecen exclusivamente a su(s) autor(es) y/o a la(s) organización(es) que representan. Este contenido no representa la visión de Univision Noticias o la de su línea editorial.