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Una meta para el año nuevo: aprender a vivir con el covid-19

"Lo más probable es que no termine. O que 'termine' de la misma forma en que 'terminaron' otros flagelos (...) como el sida. Siempre están al achecho. Pero hemos aprendido a convivir con ellos. Hemos dejado de temerles. Y a menudo les ganamos las partidas".
Opinión
Miembro del equipo de Política de Univision.
2021-12-27T12:16:38-05:00
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"Podemos elegir el bando de los realistas y tratar al virus como al enemigo al que se puede neutralizar mediante el conocimiento, la prudencia y la perseverancia". Crédito: Jeenah Moon/Getty Images

El azote de la variante ómicron ha puesto patas arriba la lucha universal contra la pandemia. Por donde quiera que uno mira encuentra desolación y pesimismo. Los hospitales se llenan. Las familias se recogen de nueva cuenta en sus casas. Las empresas recurren otra vez al trabajo a distancia. Las aerolíneas suspenden vuelos. Y se entiende.

Cuando todo indicaba que íbamos domeñando al covid-19, al menos en algunos países, de pronto éste resurgió con nuevos bríos, más contagioso que nunca y dispuesto a arruinarnos las navidades y el año nuevo que ya dobla la esquina. Y sin embargo la moraleja es clara: tendremos que aprender a convivir con el virus y la enfermedad que este produce, tal y como hemos aprendido a convivir con un sinfín de males. La pregunta es qué significará en la práctica esa convivencia tan indeseable como inevitable.

No tengo la respuesta definitiva, desde luego. Pero si apelamos a la experiencia y al sentido común, podemos inferir que la convivencia implicará el tener suficiente control sobre el covid-19 como para que éste no nos aniquile como especie y para que tampoco destruya a nuestras familias. Algunos llevaremos la lucha peor que otros. Unos cuantos quedaremos en el camino, como suele suceder con los morbos. Pero lo fundamental será dejar de buscar la luz al final del túnel. Todo indica que no la habrá. Que no aparecerá como promete la misericordiosa metáfora.

Desde que aparecieron los primeros casos de covid-19 hace más de dos años, hemos contado con metas más o menos discernibles para combatirlo. Distanciamiento social. Uso de tapabocas. Cierres temporales de escuelas y negocios. Suspensión de eventos públicos. Búsqueda de vacunas. Búsqueda de tratamientos con anticuerpos. Búsqueda de medicinas antivirales. Aspiración a la inmunidad colectiva. Pero es evidente que la ómicron, con su súbita aparición y sus altos niveles de contagio, nos ha dejado sin metas específicas. Por eso, la convivencia insoslayable con el covid-19 exigirá el trazo de nuevos objetivos, no solo para lidiar con la variante nueva, sino también con las que puedan surgir en el futuro.

Los científicos una vez más tienen la iniciativa. Basándose en lo que concluyan y recomienden, nuestros líderes sanitarios y políticos deberán delinear futuros objetivos en la lucha anti pandémica, más temprano que tarde. Se escuchan argumentos razonables de que, en esta ocasión, y dadas las circunstancias, podríamos comenzar a tratar al covid-19 no como una pandemia sino como una endemia.

Endemia es cualquier enfermedad que afecta a un país o región de manera habitual o recurrente sin que necesariamente extermine a sus poblaciones porque su reiteración inspira mecanismos eficaces para prevenirla o controlarla. La malaria en África. El dengue en el Caribe. La influenza en Norteamérica. Son ejemplos de endemias que nos fustigan de manera periódica. Pero no nos aniquilan.

El covid-19, con su tenacidad y persistencia, nos ha empujado a una nueva normalidad. En ella empiezan a sobrar las especulaciones sobre cómo terminará la enfermedad. Lo más probable es que no termine. O que “termine” de la misma forma en que “terminaron” otros flagelos, como los antes mencionados o como el sida. Siempre están al achecho. Pero hemos aprendido a convivir con ellos. Hemos dejado de temerles. Y a menudo les ganamos las partidas.

Ante la resistencia del covid-19, los pesimistas dirán que ya perdimos. Los optimistas, en cambio, ensayarán nuevas arengas triunfalistas. Pero nosotros podemos elegir el bando de los realistas y tratar al virus como al enemigo al que se puede neutralizar mediante el conocimiento, la prudencia y la perseverancia. Ya contamos con armas eficaces para combatirlo, como la higiene, los tratamientos con anticuerpos y las vacunas. La Organización Mundial de la Salud asegura que se ensayan más de 330 vacunas, algunas probablemente mejores que las ya existentes. Varias se confeccionan para distribuirlas en países pobres y regiones remotas. Esta misma semana estrenaremos otra arma potencialmente significativa: las pastillas antivirales de Pfizer y de Merck.

Con esos arsenales y con una mentalidad práctica, podríamos encarar mejor la nueva normalidad. La idea es que el covid-19 no nos aniquile, sino que poco a poco pase de ser la pandemia que amenaza y trastorna nuestras vidas a ser un problema de los tantos con los que lidiamos a diario, con la determinación y confianza con los que hemos aprendido a proteger a nuestra especie, a nuestros familiares y a nosotros mismos.

Nota: La presente pieza fue seleccionada para publicación en nuestra sección de opinión como una contribución al debate público. La(s) visión(es) expresadas allí pertenecen exclusivamente a su(s) autor(es) y/o a la(s) organización(es) que representan. Este contenido no representa la visión de Univision Noticias o la de su línea editorial.


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