La política de Trump hacia Cuba: nada nuevo bajo el sol

Los dirigentes comunistas de Cuba podrían haber estado un poco nerviosos antes del anuncio del presidente Donald Trump sobre su nueva postura en relación con la política hacia Cuba, anunciada el viernes.
Pero sin duda ahora están muy tranquilos después de que Trump anunció los detalles durante un discurso ante una emocionada multitud de exiliados cubanos en el corazón del distrito de la Pequeña Habana de Miami.
"¿Eso es todo?". Puedo oírles decir
La nueva política, descrita en una página de 408 palabras de una "hoja informativa" de la Casa Blanca, fue pregonada por Trump como un golpe mortal al régimen dictatorial de La Habana. "Con la ayuda de Dios, pronto conseguiremos una Cuba libre", dijo ante los incongruentes gritos de "USA, USA".
"Yo creo que ese objetivo se encuentra muy cercano", añadió.
Veteranos observadores de Cuba no han escuchado a un presidente venir a Miami y hablar así - prediciendo la libertad para el pueblo cubano - desde Ronald Reagan en los años ochenta. Por supuesto, el único problema es que Reagan murió hace 13 años y el Partido Comunista aún está al mando en Cuba.
Esa forma de hablar ofende a muchos de mis amigos cubanos que sienten que están siendo utilizados como peones en uno de los cínicos juegos políticos de Washington - del tipo que Trump prometió eliminar.
Algunos cubano-americanos están cansados de que los políticos jueguen con sus emociones. El viernes Trump incluso llevó a un violinista del exilio cubano para que tocara Star Spangled Banner.
Pero la política revisada de Trump - es tan precaria que es difícil llamarla una nueva política - simplemente retoca las restricciones existentes de viaje, mientras que prohíbe las transacciones financieras con la gran variedad de empresas militares cubanas que dirigen numerosos hoteles.
Trump anunció: "Con efecto inmediato, cancelo el trato completamente desigual con Cuba que implementó la última istración".
De hecho, para sorpresa de muchos, el "reajuste" político del viernes, como lo llamó un funcionario de la Casa Blanca, mantiene en su lugar casi todas las políticas, legado del presidente Barack Obama, de normalización de relaciones con Cuba que comenzaron en diciembre de 2014.
Eso incluye el restablecimiento de relaciones diplomáticas después de 54 años, la eliminación de Cuba de una lista de estados patrocinadores del terrorismo, así como la regularización de operaciones aéreas y el permiso a los cruceros para que visiten la isla.
Trump ni siquiera eliminó los puros y el ron libres de impuestos que los turistas estadounidenses actualmente están autorizados a traer con ellos desde Cuba.
Un ejercicio inútil
La "nueva política" de Trump está siendo promocionada como una victoria para la delegación de congresistas cubano-americanos de Miami, encabezada por el senador Marco Rubio. Es una victoria pírrica, en el mejor de los casos. Lo más probable es que sea solo otro ejercicio inútil.
Sin lugar a dudas, Rubio y sus colegas merecen algún crédito por aceptar una revisión de la política menor que la que ellos hubieran deseado. Curiosamente, aunque Trump llamó la política de Obama un "trato terrible y erróneo", parece haber una aceptación general actualmente de que muchos aspectos del esfuerzo de normalización no son, en realidad, un negocio tan malo después de todo.
El gobernador de Florida, Rick Scott, describió el viernes el trato de Obama con Cuba como "una capitulación". En realidad, es Trump quien ha tenido que capitular ante una nueva realidad en las relaciones cubano-estadounidenses establecidas por Obama.
Como un alto funcionario de la Casa Blanca les dijo a los periodistas en una conferencia de prensa el jueves: "No se puede meter de nuevo al genio en la lámpara un 100 por ciento".
Ese es un importante reconocimiento de la cambiante demografía de Miami, donde muchos jóvenes cubanos rechazan la amarga y dura retórica de la guerra fría del pasado, abrazan el compromiso con sus raíces en Cuba y votan por el Partido Demócrata. Las encuestas han mostrado que la mayoría de los cubanoamericanos apoyan lo que Obama hizo en Cuba.
Rédito
Esto hace que sea aún más difícil comprender el discurso de Trump el viernes. Sí, fue una muestra de lealtad hacia los envejecidos veteranos de Bahía de Cochinos que lo apoyaron durante la campaña, y un rédito político para el senador de la Florida a quien él una vez ridiculizó como "el pequeño Marco".
Trump aclamó a Rubio el viernes. "Es un gran hombre", le dijo a la audiencia. "Es duro y es bueno y los ama a ustedes".
Rubio, quien llamó a Trump un "estafador" durante la campaña, era todo sonrisas el viernes, dándole al presidente una suave palmadita en la espalda después de haber terminado su discurso y mientras salía del escenario.
Cualquier ganancia podría ser breve cuando los votantes regresen a las urnas. Trump tampoco tiene el apoyo de muchos republicanos en cuanto a Cuba. El Senador Jeff Flake llamó al Senado el viernes a permitir la votación de una legislación para eliminar todas las restricciones de viaje a Cuba. El proyecto de ley de Flake tiene 54 copatrocinadores, incluyendo 9 republicanos.
En caso de que a alguien se le haya olvidado, Trump perdió ante Hillary Clinton en el Condado de Miami Dade por un margen de casi 2 a 1, prácticamente 300,000 votos (64%-33%).
La política de Obama no era perfecta, y le permitió impunidad a Cuba en ciertos aspectos, especialmente en materia de derechos humanos. Y sí, la telaraña de empresas militares cubanas son una preocupación en Cuba, y son un blanco atractivo para los legisladores estadounidenses.
Sin embargo, los principales grupos de derechos humanos - Human Rights Watch y Amnistía Internacional - advierten que la dura retórica y el riguroso enfoque son contraproducentes, y probablemente impulsen a los dirigentes cubanos nuevamente al modo de defensa. Lamentablemente, ahí es donde se sienten más cómodos - y donde tienen más experiencia.
La estrategia de Obama era sacarlos de su mentalidad de asedio de la guerra fría, creando un nuevo campo de juego donde el poder blando estadounidense tiene más herramientas a su favor.
Entonces, ¿qué diferencia hará la "nueva política" de Trump?
Para el ejército cubano, sospecho que no mucha. El ejército de Cuba que no está muy interesado en hacer tratos con las corporaciones estadounidenses, al menos no el tipo de ofertas de tratos de propiedad mayoritaria a los que las empresas estadounidenses están acostumbradas.
A comienzos de este año un amigo me describió cómo los oficiales militares cubanos rechazaron una muy atractiva inversión multimillonaria con una importante cadena hotelera norteamericana, diciendo "no necesitamos su dinero". Los cubanos sólo estaban interesados en ofrecer un contrato de gestión, reteniendo la titularidad.
Aplicación
Bajo la política de Trump, a los visitantes estadounidenses ya no se les permitirá gastar dinero en ninguno de estos negocios controlados por los militares, que incluyen hoteles y tiendas de departamentos.
La idea es sacar los dólares del turismo de las manos de los militares y promover un sector privado emergente. Es muy discutible si la política de Trump va a hacer eso, y algunos expertos temen que podría tener el efecto contrario. Es más probable que no tenga ningún efecto en absoluto.
Si bien la empresa tenedora militar de Cuba, GAESA, tiene una participación importante en la industria del turismo, es difícil ver cómo puede ser un blanco efectivo de las regulaciones de viaje estadounidenses.
La aplicación será prácticamente imposible. Cuba podría simplemente optar por jugar a esconder la bolita y sacar algunos de los hoteles o empresas turísticas istradas por el ejército, como Gaviota, del ámbito militar, dándoles una nueva identidad corporativa civil. ¿Cómo notaría alguien la diferencia? ¿Los funcionarios estadounidenses pedirán ver los registros corporativos cubanos? Buena suerte con eso.
Una compañía, Habanaguanex, propietaria de hoteles en el distrito colonial de La Habana Vieja, la mayor atracción turística de la ciudad, se puso recientemente bajo control militar. Eso podría revertirse. Cuba también podría simplemente colocar a todos los turistas europeos y latinoamericanos en sus hoteles militares y reservar otros para los visitantes estadounidenses.
Los turistas que se burlen de las nuevas regulaciones también tienen la opción de extraviar o echar sus recibos ilícitos cómodamente por un inodoro antes de salir de Cuba. Sin embargo, tenga en cuenta que un amigo me recordó que los baños en el aeropuerto internacional de La Habana a menudo no funcionan y no descargan bien.
Si los inspectores de aduanas de Estados Unidos piden ver recibos de hotel, los visitantes siempre pueden decir que se alojaron con amigos.
¿Qué le pasará a tu mojito?
Otro experto, Emilio Morales, un exdirector de marketing estratégico de CIMEX, dice que el papel del ejército cubano en la economía ha sido exagerado. Aunque algunos han estimado que su participación es de hasta el 60%, Morales la sitúa en un 21%, a la par con un emergente sector privado, y muy por detrás de la actividad civil de Cuba.
Por ejemplo, los turistas no necesitan preocuparse de frecuentar bares y restaurantes de La Habana que en su mayoría pertenecen al Ministerio de Turismo de Cuba. Los iradores de los famosos abrevaderos de Ernest Hemingway pueden seguir saboreando sus mojitos en La Bodeguita y sus daiquirís en El Floridita, para mantener sus corazones alegres.
Sin embargo, para aumentar la confusión, Rubio advirtió el sábado en un tweet que las nuevas sanciones también se aplican al Ministerio de Turismo ya que está dirigido por el coronel militar Manuel Marrero Cruz.
Un experto en Cuba, John Kavulich, sugirió que la Casa Blanca debe crear una aplicación para ayudar a los turistas estadounidenses a desenvolverse en el campo minado corporativo de la isla.
(El Departamento de Estado publicará una lista de "entidades con las que generalmente no se permitirán transacciones directas", anunció el Departamento del Tesoro el viernes).
Cuando Obama decidió en 2014 abandonar cinco décadas de esfuerzos fallidos para aislar a Cuba, entendió que las sanciones no funcionaban si el resto si el mundo se negaba a unirse.
Sus asesores, Ben Rhodes y Ricardo Zúñiga, pasaron más de un año negociando con el gobierno cubano, y contaron con la asistencia del Vaticano. Buscaron sabios consejo de los expertos en la Institución Brookings en Washington, y de ilustrados cubanoamericanos en grupos como el Cuba Study Group y Raíces de Esperanza.
El viernes Trump se jactó de cumplir con una promesa de campaña tan rápidamente.
"Cumplo mis promesas. En la política, a veces se tardan un poco más, pero lo logramos. ... ¿No lo logramos? Es mejor que lo crean", dijo.
Tal vez habría hecho bien en dedicar más tiempo a estudiar el tema, en lugar de depender de una pequeña camarilla de políticos. En el proceso aparentemente optó por ignorar las recomendaciones de una revisión de políticas por parte de las agencias federales, según informes detallados de Politico y el Miami Herald.
Como el presidente de la cámara Paul Ryan nos recordó recientemente, "el presidente es nuevo en esto. Es nuevo en el gobierno".
Mejor que Trump tenga cuidado porque el gobierno cubano no es nuevo en esto en lo absoluto.