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En Cuba el cuartico está igualito

"La convocatoria al encuentro con “cubanos del exterior” y la designación de un primer ministro son puros subterfugios mediante los cuales el régimen intenta seguir disfrazando la barbarie".
Opinión
Miembro de la unidad política de Univision Noticias.
2019-12-23T12:50:53-05:00
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Miguel Díaz Canel, gobernante de Cuba. Crédito: Hector Vivas/Getty Images

La dictadura más antigua de nuestro hemisferio da vueltas en círculos para preservarse. Como no puede hacer cambios profundos sin desmoronarse, el régimen de la familia Castro ensaya el paripé de cambios como ha hecho siempre que necesita camelar a los incautos. En esta ocasión, pretende suavizar las posturas de la Unión Europea y Canadá hacia Cuba porque precisa de sus inversiones, préstamos y dádivas.

El gobierno del presidente Trump, asesorado por cubanoamericanos que conocen bien el paño, interrumpió abruptamente la componenda que había ensayado el de Obama. Y con ello se alejó el sueño de los comunistas cubanos de hoy: mantenerse en el poder mediante el sostén económico del “imperio” estadounidense.

De ahí que la familia Castro autorizara a su marioneta, Miguel Díaz-Canel, a convocar la IV Conferencia 'La Nación y la Emigración', cínico expediente cuyo objetivo principal es enviar el falso mensaje de que la dictadura se abre a las víctimas a las que envió al destierro como “gusanos”. El diálogo como monólogo es otro aspecto del milagro de las unanimidades aparentes en el que son expertos los comecandelas de la isla. Mediante esa farsa, le plantean a un Occidente crédulo y complaciente que los cubanos desterrados y nuestros descendientes somos víctimas que amamos a nuestros victimarios. Y lo cierto es que las hay. Nunca faltan en tragedias como la cubana.

Con la misma intención de despistar sobre sus propósitos continuistas, el régimen de los Castro ha resucitado el cargo de primer ministro que ejerciera el comandante en jefe hace más de 40 años. Díaz-Canel se lo encasquetó “de sorpresa” a Manuel Marrero Cruz, hasta ahora ministro de turismo, a quien veíamos venir desde que hace unas semanas tuiteó la chorrada de “cómo no recordar hoy, los consejos que me dio El Comandante el primer día cuando fui designado ministro, cómo no recordar hoy, todos sus aportes al desarrollo del turismo cubano, cómo no recordar hoy, su ejemplo. Gracias Comandante”. Amorosa oda al tirano que por décadas vedó el turismo occidental en Cuba.

Marrero convirtió en arte la manipulación de estadísticas sobre el turismo en la isla, virtud tan indispensable como la abyección ante los superiores en la nomenclatura castrista. Y sin embargo le tocó anunciar recientemente que Cuba recibiría cuatro millones de turistas en 2019, un millón menos de lo que él mismo había vaticinado. Su paradójica misión será propagar, a través de sus os extranjeros, el mensaje de que el gobierno cambia y enviar exactamente el mensaje contrario dentro de la isla, especialmente entre los recelosos dinosaurios del castrismo.

El flamante primer ministro tiene las credenciales para inspirar confianza entre los Castro. Además de ser coronel, ocupó altos cargos en los turbios negocios de los militares y policías cubanos. En 2001, lo designaron presidente del Grupo de Turismo Gaviota, el mayor conglomerado comercial de las fuerzas armadas castristas. Ha trabajado estrechamente con el general Luis Alberto Díaz Callejas, exyerno de Raúl Castro y uno de los grandes titiriteros del régimen. Y al parecer es tan despótico con sus subalternos como rastrero con sus superiores.

La publicación 14 y Medio en la isla cita a una de sus exempleadas diciendo: “Es de la clase de jefes que le gusta hacerles saber a los subordinados que está siempre por encima de ellos y que si lo contradicen les puede fastidiar la vida”. Y agrega: “antepone el beneficio personal y el de sus amigos, por delante de lo que pueda beneficiar al turismo en Cuba”. Se dice, además, que es inepto y que le gusta rodearse de ineptos. Se trata, en suma, del perfecto burócrata comunista, “una reiteración de lo mismo”, al decir del opositor habanero Moisés Rodríguez.

La convocatoria al encuentro con “cubanos del exterior” y la designación de un primer ministro son puros subterfugios mediante los cuales el régimen intenta seguir disfrazando la barbarie. Las democracias occidentales le reclaman tímidamente un mandato electoral de mayorías y respeto a los derechos humanos individuales. Son sus condiciones para reanudar los negocios, las inversiones y las donaciones que Cuba tanto necesita. Pero el régimen les responde con sucedáneos como estos y otros que eventualmente anunciará. Ni sabe ni puede responder de otra manera sin perder el control absoluto sobre los cubanos, cuyas vidas nacionalizó hace 60 años junto con la economía, la política y todo lo demás.

La triste y dura realidad es que en Cuba “el cuartico está igualito”, como dice un bolero cubano más antiguo que el régimen, pues lo grabó en Nueva York Panchito Riset – un inmigrante cubano - y se popularizó en la isla hace más de siete décadas. El sistema totalitario castrista carece de mecanismos de autocorrección. No son auspicios nada buenos para Cuba cuando está a punto de estrenarse otro año.

Nota: La presente pieza fue seleccionada para publicación en nuestra sección de opinión como una contribución al debate público. La(s) visión(es) expresadas allí pertenecen exclusivamente a su(s) autor(es). Este contenido no representa la visión de Univision Noticias o la de su línea editorial.


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