El nuevo presidente de Cuba: qué esperar

Los cambios de liderazgo no ocurren a menudo en Cuba. De hecho, solo ha pasado uno desde 1959. Eso fue en 2006, cuando el presidente Fidel Castro enfermó y lo reemplazó su hermano Raúl.
Raúl Castro resultó ser un verdadero agente del cambio. Pero después de dos períodos como presidente, Raul, de 86 años de edad, está renunciando. El 19 de abril, la Asamblea Nacional se reunirá para elegir al próximo líder de Cuba.
Y por primera vez en seis décadas, su apellido no será Castro.
Esta es una ocasión memorable, una de las más importantes que he visto en 40 años de estudiar y escribir sobre Cuba. Para cualquier Estado nacido en revolución, la primera transferencia de poder a una nueva generación siempre es políticamente arriesgada.
El sucesor de Raúl Castro debe desarrollar la economía de Cuba, lidiar con Estados Unidos y contender con un creciente coro de críticos. Y tendrá que abordar estas tareas mientras el Partido Comunista sigue dominado por los camaradas revolucionarios de Fidel, quienes tienen agudos desacuerdos sobre todos estos temas.
¿Quién puede llenar los zapatos de Castro?
El claro favorito para reemplazar a Raúl Castro es el primer vicepresidente de Cuba, Miguel Díaz-Canel, de 57 años. Su ascenso representa una transferencia de poder de la "generación histórica" que libró la Revolución Cubana de 1959, muchos de los cuales están ahora por los 90 años.
En 2011, Raúl Castro ordenó un límite de dos mandatos para altos funcionarios del gobierno y del partido. "Nunca es positivo" que los ancianos se aferren al poder, declaró.
Pero el carisma de Fidel Castro, que murió en 2016, ha sido un pilar del régimen de Cuba. Díaz-Canel, un ingeniero que ascendió de ser líder del partido provincial hasta llegar ser el primer vicepresidente, tendrá que ganarse su autoridad con su desempeño.
Quienes han seguido su carrera dicen que Díaz-Canel es un político veterano y pragmático. Aparentemente es un poco rígido frente a grandes audiencias, pero relajado y agradable en grupos pequeños, muy parecido a su mentor, Raúl Castro.
Como presidente, Díaz-Canel aún se beneficiaría de la experiencia y autoridad de Castro. Castro seguirá siendo el primer secretario del Partido Comunista, el único partido de Cuba, hasta el 2021.
Éste es sin duda un cargo más poderoso que la presidencia. La dirección del partido diseña todas las principales políticas económicas, sociales y de relaciones exteriores que el presidente está obligado a llevar a cabo.
Así que no espero cambios drásticos de parte de Díaz-Canel, al menos no de inmediato.
La transición de liderazgo sigue siendo significativa, sin embargo. Marca la primera vez que el líder del Partido Comunista y el líder del gobierno cubano serán personas diferentes. Tanto Fidel como Raúl Castro ocuparon ambos puestos simultáneamente.
Cuba debe ordenar ahora la estructura jerárquica entre el partido y el Estado. A medida que Díaz-Canel llene los ministerios del gobierno con su propio equipo tendrá más control sobre cómo la política es interpretada e implementada.
¿Cuba está frente un cambio?
El nuevo presidente enfrentará algunos problemas difíciles.
La economía de Cuba está en problemas, arrastrada en particular por el sistema de doble moneda que Fidel Castro adoptó en 1994 para atraer remesas de efectivo de los expatriados cubanos. Raúl Castro ha declarado que la reunificación monetaria "no se puede retrasar más".
Pero convertir dos monedas en una es un negocio complicado con consecuencias económicas impredecibles. Y a diferencia de casi todos los demás países del mundo, Cuba no puede recurrir al Fondo Monetario Internacional o al Banco Mundial en busca de apoyo porque se retiró de ellos después de la revolución.
Díaz-Canel también enfrentará presiones para revitalizar la economía cubana impulsando el controvertido programa de reforma económica de Raúl Castro. Castro relajó las restricciones a la empresa privada y a la inversión extranjera en Cuba al principio de su mandato, pero el ritmo del cambio ha disminuido desde entonces.
Si Díaz-Canel abre la economía de Cuba demasiado rápido, alejará a los conservadores del Partido Comunista. Ir demasiado lento enojará a los reformadores, sin mencionar la frustración del pueblo cubano.
Otro tema polémico que enfrenta el presidente entrante de Cuba es la libertad de expresión. La crítica pública al régimen ha crecido a medida que más cubanos se conectan a Internet. El año pasado, los partidarios de la línea dura lanzaron una campaña en contra de los blogueros críticos, la que, para sorpresa de muchos, Díaz-Canal apoyó.
Sin embargo, otros cubanos prominentes se opusieron y finalmente la campaña terminó sin que se cerraran ninguno de los sitios web atacados.
Castro equilibró las facciones en conflicto con una estrategia delicada que describió como una reforma "sin prisa, pero sin pausa". También se benefició de una autoridad incuestionable en el partido. Díaz-Canel tendrá que establecer su propia legitimidad.
Las relaciones entre Estados Unidos y Cuba están en estado de cambio
Finalmente, Díaz-Canel debe lidiar con la volátil istración Trump, que ha llevado a cabo en gran medida la política sobre Cuba de los conservadores cubanoamericanos en el Congreso.
Esta facción, liderada por el senador Marco Rubio, republicano por Florida, denunció el restablecimiento por parte del presidente Barack Obama de las relaciones entre Estados Unidos y Cuba. Aunque Trump declaró que estaba "cancelando" la política de Obama, hasta ahora ha dejado intactas la mayoría de las aperturas comerciales de la era de Obama.
En octubre, Trump golpeó aún más las relaciones bilaterales al reducir el tamaño de la Embajada de Estados Unidos en Cuba después de que el personal estadounidense sufriera problemas de salud inexplicables allí. También expulsó a 17 diplomáticos cubanos de Washington.
Los nombramientos recientes de Trump no son un buen augurio para el futuro de las relaciones entre los dos países. El nuevo secretario de Estado, Mike Pompeo, se opone abiertamente al acercamiento de Obama con La Habana. Y el asesor de seguridad nacional, John Bolton, alguna vez consideró a Cuba parte de un "eje del mal" y acusó falsamente al país de desarrollar armas biológicas.
Anticipación e inquietud
En diciembre, estuve en La Habana, una ciudad donde los beneficios de las reformas económicas de Raúl Castro son tangibles. Los cubanos con los que hablé parecían estar listos para un liderazgo más joven y entusiasmados con la inminente transición de poder.
Pero el 80% de los cubanos siempre han tenido un Castro como presidente. Así que el estado de ánimo está cargado por la inquietud. La gente teme que el cambio en la cima del poder pueda generar inestabilidad.
Si Díaz-Canel puede cumplir con la economía –la máxima prioridad para la mayoría de los cubanos– será visto como exitoso. De lo contrario, se enfrentará a una oleada creciente de descontento de una población impaciente por el cambio.
William M. LeoGrande, profesor de Gobierno, American University
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lee el artículo original.
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