Víctima de abuso que recibió carta del Papa pidiéndole perdón reclama justicia
Por Jorge Cancino
Fechada el 19 de julio de ese año, el papa argentino le dijo que había recibido una carta que llegó a sus manos contándole el sufrimiento que llevaba encima desde hacía ya dos décadas. “Con dolor y vergüenza la releí y también con los mismos sentimientos la respondo”, escribió. “Perdón en nombre de la Iglesia, así con sencillez se lo pido. No me sale otra palabra”.
El papa argentino también le dijo a Romero que “rezo por usted y por todos los que pasaron por este martirio. Quiero estar cercano. En usted y en los que han sufrido lo mismo veo la cara de cristo ultrajada”.
El contenido de la misiva permaneció oculto durante dos años hasta que la víctima la dio a conocer hace unos días. “Pienso que la carta fue en gesto muy amable, que por el simple hecho de contestar ya es un paso muy grande. Sin embargo, esperaba que viniera acompañada de órdenes directas para que la iglesia cooperara de una manera más activa dentro de la averiguación de mi caso, pero también entiendo que el Papa no se podía comprometer de lleno a un caso sin tener la información completa”, dijo a UnivisionNoticias.com Romero.
Agregó que “durante todos estos años he esperado que se reconozca el daño que me hizo el exsacerdote Carlos López Valdés, la cooperación de la iglesia en pro de la verdad y que el responsable pague por los daños causados, ya que el no actuar en contra de delincuentes como éste les permite seguir dañando a más niños y familias. Es ahí donde radica la verdadera justicia, evitando que esto siga sucediendo”.
Romero contó además que la carta que le escribió al papa argentino para contarle su caso “se la hice llegar por un amigo que es cercano a Francisco, el cual prefiero mantener en anonimato”.
El calvario de Jesús Romero
El 13 de marzo de 2012, 10 días antes de la visita del papa Benedicto XVI a México, Jesús Romero Colín le pidió a la Santa Sede una entrevista con el Sumo Pontífice. Si la conseguía, dijo en ese entonces a UnivisionNoticias.com, no iba a ser para contarle que cuando tenía 11 años era monaguillo, tampoco para explicarle que alguna vez quiso ser sacerdote, ni para confesarle, mirándole a los ojos, que había perdido la fe y que ya no creía en Dios. Solo quería decirle que había sido violado por un cura y que era una de las tantas víctimas mexicanas que, durante años, han clamado y exigido justicia pero que no eran escuchados en el Vaticano. Eran voces que clamaban en el desierto de las desesperanzas.
El caso Romero se volvió viral a partir de 2007 cuando la periodista y escritora Sanjuana Martínez publicó el libro Manto Púrpura y prueba de fe: la red de cardenales obispos. La obra denunció las violaciones cometidas por el presbítero Carlos López Valdez quien cuatro años más tarde, el 25 de febrero de 2011, fue sancionado por la Congregación para la Doctrina de la Fe (ex Santo Oficio) con la dimisión de su estado clerical. El dictamen fue inapelable.
"Carlos López, además de ser un pederasta, es un pornógrafo", dijo Martínez. "Tenía cientos de fotos de niños y de Jesús Romero en su poder. Las fotografías son de un contenido muy explícito y no las íbamos a exponer cuando presentamos el libro. Solo mostramos algunas", agregó.
Cordero de Dios
Tres años después de la publicación del libro de Martínez apareció el documental Agnus Dei (Cordero de Dios), de la cineasta y documentalista mexicana Alejandra Sánchez. La cinta constituyó una denuncia, un grito de agonía para detener la pederastia, un reclamo, un llamado de atención que, cuando fue exhibido en las salas de cine, dejó boquiabierto a un público que en aquel año no comprendía la gravedad de un escándalo que estremeció la Santa Sede.
En Agnus Dei, Romero Colín narra los abusos a que fue sometido por el presbítero López Valdés entre los 11 y los 16 años, la difícil y compleja lucha de todos los días para vencer los traumas y lesiones causadas por las reiteradas violaciones sexuales, la pérdida de la inocencia de un niño y la búsqueda del sacerdote por todas las parroquias de México para exigirle explicaciones.
"En México existe un inmovilismo absoluto por parte de la Iglesia en el tema de los abusos sexuales de los sacerdotes", dijo Sanjuana Martínez a UnivisionNoticias.com hace dos años, cuando hablamos por primera vez. Añadió que la Iglesia mexicana contaba con "clínicas" que albergaban a pederastas y que una de ellas, en Jalisco, había atendido a más de 550 abusadores provenientes de 16 países.
"En México hay tres casas, dos en Guadalajara y una en el Estado de México, Casa Damasco", la misma donde en 2007 la Arquidiócesis Primada le pidió a López Valdez que ingresara y atendiera sus "conductas inadecuadas" y evitara el "escándalo". Pero López Valdés no hizo caso y siguió ejerciendo después del primer llamado de atención hecho por el Obispo Auxiliar de México y Vicario Episcopal, Jonás Guerrero, el 13 de septiembre de 2007. En el documental Agnus Dei se muestra oficiando misa y, al final, aparece sentado frente Romero Colín, quien lo grabó con una cámara oculta y donde reconoce los abusos que cometió.
Dolor inexplicable
"Yo no lo voy a perdonar nunca", dice Romero en el documental. En otra escena cuenta que "la primera vez me trató de penetrar y me lastimó mucho, mucho" (…) "Yo le dije: Padre, esto está mal. Él me dijo: No, yo te quiero mucho y tú me quieres mucho. Me mató espiritualmente".
En un tercer pasaje Romero refiere que López Valdés había sugerido que "lo que en la noche pasa, en la noche se queda". Al término de la denuncia cinematográfica la víctima afirma que el padre Carlos "me robó mi vida".
Romero conoció a López cuando tenía 10 años "en la parroquia de San Agustín de las Cuevas, en la Ciudad de México. Yo acudía a esa parroquia con mi madre todos los domingos. Mi madre es muy creyente y yo siempre la acompañaba, me gustaba estar con ella y además sentía que hacia algo bueno al ir a la casa de Dios", recuerda.
"El sacerdote pidió acólitos para el servicio del altar. Mi madre me preguntó, muy entusiasmada, si yo quería participar. No pude negarme. El sacerdote puso especial atención en mí. ¿Por qué? No lo sé. Yo supongo que ellos saben rastrear los casos en donde los menores son más vulnerables", dijo.
Romero dice que tal vez y porque "en mi situación había una falta de figura paterna, ya que mi padre trabajaba mucho y llegaba muy cansado a la casa", fue una causa de debilidad que permitió ocurrieran los abusos de que fue objeto durante seis años. "Mi familia tenía grandes problemas económicos. Entonces mi madre buscaba refugio en la iglesia y, por ende, en los representantes de Dios en la Tierra: los sacerdotes. El sacerdote y mi madre fueron cosechando una relación donde mi madre le expresaba no solo sus problemas, si no su deseo porque yo fuera sacerdote".
"El cura aprovechó todo esto para pedirles a mis padres hacerse cargo de mi formación espiritual y académica, con la condición de que me fuera a vivir con él, ya que así estaría totalmente al pendiente de mi", contó Romero.
El infierno del padre López
Los abusos del padre López comenzaron "en una casa de campo que tenía en Cuernavaca", relató Romero. Tenía 11 años de edad. "Le pidió permiso a mis papás para que me dejaran pasar un fin de semana con él. Al anochecer me pidió que me acostara con él, a pesar de que había dos recamaras más. Sentí algo muy raro el que yo fuera a dormir con un sacerdote en la misma cama, era como si yo no pudiera compartir ese lugar, que a pesar de estar fuera de la parroquia estaba, al menos para mí, impregnado de algo sagrado. Yo me puse mi pijama para dormir pero él me dijo que eso era antihigiénico, que me la quitara. Obedecí con mucha pena, ya que nunca había estado desnudo delante de alguien que no fuera mi familia".
"En la madrugada comencé a sentir que me tocaban mis partes intimas. Desperté asustado y me di cuenta que era el sacerdote Carlos López. No supe cómo reaccionar, simplemente no lo podía creer. A lo único que me pude aferrar fue a pensar que él estaba dormido".
Al día siguiente del primer abuso, Romero guardó silencio. "El no comentó nada y yo tampoco, él actuó como normalmente lo hacía, como un padre. Seguí la vida que llevaba con él, acudiendo a la parroquia para ayudar a las celebraciones y para elaborar mis tareas escolares. En esa semana en la biblioteca del sacerdote encontré revistas de pornografía homosexual. Fue un trauma para mí. Inmediatamente lo relacioné con lo que había pasado en Cuernavaca y sentí temor, pero sobretodo una gran culpa".
"Una semana después, él habló con mis papas para que yo me fuera a vivir definitivamente a la parroquia con él. Yo no quería, tenía miedo, pero me sentí atrapado entre los deseos de mi madre y entre el silencio que guardé. Tal vez suene ilógico pero pensaba que me culparían por no haber hablado o que no creerían lo que les dijera. Me sentía atrapado".
El infierno al que Romero fue llevado por el padre López duró más de cinco años. Después cayó en un depresión profunda que lo acercó a la muerte.
"Excesos” de “cariño"
Al final del documental Agnus Dei Jesús Romero se reúne y encara al padre López. El encuentro fue grabado por una cámara oculta que la víctima llevaba oculta en el ojal de su camisa.
"Quiero que me explique qué fue lo que pasó", exige Romero con la voz entrecortada por el llanto y el miedo. "¿Por qué se dieron las cosas así? ¿Por qué no fue diferente? ¿Por qué no fue como debió haber sido? Cuando lo conocí fue maravilloso y lo empecé a querer mucho, como una figura paterna. Pero cuando abusó de mí vino toda la confusión. Por eso eran muchas actitudes mías de que no iba a la escuela, me levantaba tarde y todo el día estaba borracho. En realidad a mi me jodió toda mi vida, padre…"
López Valdés guarda silencio, sentado en un sillón mirando fijamente a Romero. Juega con los dedos de su mano derecha.
"Quiero saber por qué lo hace. Quiero entenderlo, pues", reclama la víctima violada por el cura. “¿Por qué me hizo eso? ¿Y por qué le hizo eso a todos los demás que usted dice que no?”
Tras una pausa que por momentos parece interminable, López responde: “Ya te dije, yo no te puedo dar explicaciones. Se fue dando todo. Fue quizá un exceso, si tú quieres, de cariño. Yo qué sé, que no vemos hacia el futuro lo que pueda pasar…”
Los archivos secretos
Romero dejó de creer en Dios pero no perdió la esperanza "en la bondad y el apoyo desinteresado de muchas personas", entre ellos Alejandra Sánchez y los medios de comunicación que cuentan su historia. De la justicia, dice que "para víctimas de abuso por parte de sacerdotes no puede haber, porque ya nos pasó y es un hecho irreversible”, pero subraya que debería “haber un reconocimiento al dolor castigando con cárcel a los delincuentes".
También cuenta que "Carlos López abusó de (al menos otros) siete menores” y que “seguramente habrá más, pero sólo hablo de los que puedo afirmar".
Sánchez no confía que la justicia mexicana actúe con la prontitud que ameritan los casos como el de Romero. "Creo que la justicia mexicana juega un papel de complicidad por comisión o por omisión con las mafias, en este caso, con la mafia de la Iglesia Católica, razón por la cual los diferentes casos de abuso sexual continúan en la impunidad. La justicia defiende al victimario y no a las víctimas. La justicia mexicana hace pactos de complicidad con quienes han delinquido pero que poseen el poder para permanecer en la impunidad".
Ante la misma pregunta sobre la confianza en la justicia mexicana, la periodista Sanjuana Martínez responde con mayor severidad. "La justicia de México no funciona. Los jueces de los ministerios públicos actúan como tapadera de los victimarios por el poder de la Iglesia. En México un cardenal manda más que el presidente. Es una eminencia y a una eminencia no se le llama a declarar. No hay condiciones para que en México haya justicia con el tema de la pederastia de los sacerdotes".
Añade que cuando interrogan a las víctimas les preguntan e insisten en que describan "cómo te la metió, de qué tamaño la tenía y cosas así. Es horrible el sistema para entrevistar y averiguar qué sucedió".
"No hay voluntad por parte de la jerarquía. La Iglesia no ha abierto sus archivos secretos. Cuando lo haga, sabremos todos los crímenes cometidos por los sacerdotes", aseveró.
Las partes nobles de López
Sanjuana Martínez cuenta que los abusos cometidos por el padre López no sólo están contenidos en el testimonio de Romero Colín en uno de sus libros y en el documental de Sánchez, sino en una serie de fotografías que el sacerdote le tomó al niño estando “desnudo en su cama” y también en pleno acto sexual. "Íbamos a mostrarlas todas en 2007, pero no lo hicimos. Sin embargo, rescatamos una donde viene el cura, desnudo, y tapamos sus partes nobles que no son tan nobles".
Un video con la presentación del libro de Martínez está publicado en internet. Pero las imágenes más fuertes fueron incluidas por Sánchez en el documental Agnus Dei, donde se mira al padre López en pleno acto sexual con un niño, Jesús Romero, una de las tantas víctimas de abusos sexuales cometidos por sacerdotes católicos.
"Con el cura López no hicieron nada", protesta Martínez. "Ya estaba expuesto públicamente pero no hicieron nada. No fue hasta 2011 que se supo que la Iglesia lo había sancionado. Pero cuando yo di a conocer el caso nadie hizo nada. López estuvo tres años más oficiando misas". Y agrega: "Yo pienso que en México hay cientos de casos, miles según lo que he investigado. Pero aquí la Iglesia no ha reconocido uno solo. Y si lo reconocen, deberán pagar más de $2,000 millones (de dólares) tal y como lo reconoce la iglesia católica en Estados Unidos. Pero en México no lo harán".
La aceptación por parte de la Iglesia Católica estadounidense de los abusos cometidos por sacerdotes citada por Sanjuana Martínez se registró el 8 de febrero durante un simposio organizado por el Vaticano para afrontar los escándalos. La National Catholic Risk Retention Group, de Vertmont, y el Programa de Protección de Niños VIRTUS, señalaron que los casos reportados hasta el mes de marzo de 2012 habían tenido “profundas consecuencias negativas” para la Iglesia Católica, "cuyo corazón han perforado".
Expertos de ambas entidades precisaron que no hay valoración que pueda hacerse a las miles de víctimas, niños y adultos vulnerables, cuyas vidas cambiaron para siempre. Y que no se puede poner un precio a las que se quitaron la vida por la desesperación y que simplemente han analizado los daños causados a la Iglesia por estos escándalos, que nunca se sabrán al cien por cien.
Acuerdos fuera de corte
Los $2,000 millones (de dólares) en pagos (hasta 2012) fueron por acuerdos a los que se llegó en las demandas puestas por las víctimas a las diócesis en juicios, asesoramientos legales, terapias para las víctimas y seguimiento de los agresores, entre otros.
Sólo en Estados Unidos se estima que fueron unas 100 mil, a las que hay que sumar los cientos de víctimas de los casos denunciados en Irlanda, Alemania, Australia, Austria, Bélgica, Brasil, Canadá, Chile, India, Holanda, Filipinas y Suiza, entre otros países. Entre esos otros países se encuentra México.
Además de las violaciones que comenzaron a los 11 años, "de los 14 a los 16 yo estaba bajo el influjo de las drogas y el alcohol", cuenta Romero. "Yo acudía a él (al padre López) a pedirle ayuda para superar mis adicciones. Él me decía que ayudaría pero siempre terminaba abusando de mí. Es otra de las muchas cosas que nunca podré perdonarle".
"Lo enfrente en muchísimas ocasiones pero siempre me envolvía con su discurso prometiéndome un futuro mejor y comprometiéndose en cambiar sus conductas. Las últimas peleas eran porque yo me daba cuenta de que abusaba de más niños. Yo me revelaba ante eso, pero nunca conseguí cambiarlo", relató.
Romero Colín dice que se atrevió a denunciar los abusos del padre López "cuando me di cuenta que mi vida estaba destrozada, cuando me reflejé en esos niños que él seguía abusando, cuando el dolor se hizo más intenso, cuando no podía permitirme ser cómplice de más vidas destrozadas pero sobre todo cuando pude entender que yo no fui el culpable de todo lo que me había pasado".
Justicia ciega
El caso López Valdés fue llevado a la justicia mexicana en 2007 "pero a la fecha no han logrado nada, parece que no quieren tocar a los sacerdotes", dice Romero. "A Carlos López no lo han citado para declarar con el argumento de que no saben dónde está. Y a los demás sacerdotes involucrados no los quieren citar, a pesar de que yo lo he solicitado en más de diez ocasiones".
Sanjuana Martínez dice que en México casos como el de Romero hay cientos, miles y que "la jerarquía ha sido muy mezquina con las víctimas. Las rechaza y luego las intenta denigrar con un linchamiento social. Es espeluznante. En México hay casos terribles. Muchos se dan en zonas pobres, donde vive gente en la extrema pobreza, socialmente marginados".
Antes de viajar a México, en marzo de 2012, después de ser entrevistado por el periodista Jorge Ramos para el programa Al Punto de la Cadena Univision, Jesús Romero reconoció, preocupado, que la terapia que sigue en México le ha permitido sobrevivir a los abusos sexuales cometidos por el padre López Valdés pero que en ocasiones se ha visto obligado a suspender sesiones por falta de dinero para pagar las consultas.
Para esa fecha no había recibido ninguna ayuda por parte de la jerarquía de la Iglesia Católica de México. En cuanto a la reunión que pidió sostener con el papa Benedicto XVI, no se la dieron y el pontífice no mencionó el tema de los abusos en su peregrinaje. Romero solo dijo, después que el papa alemán se marchara de regreso a Roma, que estaba convencido que su batalla todavía estaba lejos de finalizar y que la seguirá librando contra viento y marea.
"Por varias razones", explicó. "Por darle voz y respeto al niño que fui, porque me reflejé en los niños que siguen siendo abusados por este sacerdote, por mi responsabilidad para con la sociedad, porque es un tema tabú el cual debe de ser conocido y hablado, porque me indigna mucho la doble moral que maneja la Iglesia así como la manipulación por medio de la fe a sus feligreses. Y porque me di cuenta de que yo no era el culpable de lo que me había ocurrido".
El 25 de febrero de 2001 el Tribunal Eclesiástico Interdiocesano de México notificó que con fecha 8 de enero de ese año que la Congregación para la Doctrina de la Fe decretó la dimisión del estado clerical del presbítero Carlos López Valdés y que la resolución era "inapelable en virtud de haber sido emanada por la Suprema Autoridad de la Iglesia".
A finales de febrero de este año, el tribunal que lleva la causa de Romero regresó la documentación del caso argumentando que los supuestos delitos cometidos por López prescribieron. Daniel Peña, abogado de Romero Colín, dijo que volverían a presentar una demanda y que no se detendrán hasta que se haga justicia.
En la reunión que Romero pidió con el papa Benedicto XVI le iba a pedir que procurara medidas eficientes de parte de la Iglesia Católica contra sacerdotes pederastas, transformar la política de silencio de los clérigos para que cumplan con sus obligaciones como ciudadanos denunciando ante el aparato judicial los casos de pederastia, abrir los expedientes y las investigaciones de la Iglesia Católica referentes a estos casos para fortalecer las investigaciones judiciales y alcanzar una justicia más temprana, y crear sistemas de apoyo para que las víctimas puedan afrontar su dolor acompañados de terapia y lo que sea necesario para sobrellevar los traumas generados por dichos abusos.
Justicia pendiente
Jesús Romero está cansado de esperar pero no se rinde. “Después de estos años me doy cuenta que faltan muchos más, pero no de espera, más bien de lucha”, dice a UnivisionNoticias.com. “Si bien la Iglesia ha reconocido los daños cometidos en mi contra por este sacerdote, la justicia mexicana ha hecho hasta la fecha caso omiso de mi denuncia. Ha tratado de una manera especial al responsable, incluso después de 8 años de la denuncia no se le ha citado a declarar. Pero siento que es mi responsabilidad seguir luchando, sobre todo para que actos como este no sigan ocurriendo”.
A la pregunta sobre qué espera, dice: “Me gustaría que el Vaticano y la Iglesia Católica mexicana actuaran a favor de las victimas, y sobre todo que protegieran a su feligresía. ¿Cómo?”, se pregunta el mismo. Tras una pausa se responde: “implementando reformas estrictas para erradicar la pederastia dentro de ella, denunciando a los sacerdotes pederastas ante la feligresía y las autoridades civiles, sancionando ejemplarmente a todos las autoridades eclesiales que han encubierto estos delitos”.
Contó además que tras recibir la nota del papa Francisco en julio del 2013, “me acerque a la iglesia mexicana y el mismo cardenal Norberto Rivera se comprometió a cooperar en todo lo que le solicitara”.
“Debo reconocer que la carta del Papa me puso contento y siento tranquilidad con las acciones que se han tomado a partir de esa nota. Y a pesar de que no hay un compromiso en ella, nos permitió abrir algunos procesos, pero todavía estoy esperando que se haga justicia. En este momento no puedo dar cuenta de que esta cooperación sea real o sólo se quede en palabras”.
En la nota del 19 de julio de 2013 el Papa le dice a Romero que “estoy a su lado” y le pide que “por favor rece por mí”. Romero no respondió si después de aquella comunicación había recuperado la fe en Dios, el don que perdió cuando fue abusado por el padre López.
La Arquidiócesis Primada de México ha dicho que el caso del padre López fue juzgado por la Iglesia y ahora se encuentra en manos de la justicia.