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"Así entré al cartel de Sinaloa": un traficante de ‘El Chapo’ cuenta su historia en la corte de Brooklyn

Edgar Iván Galván, un narcotraficante que operó en El Paso, Texas, testificó contra el jefe que nunca conoció. Su relato terminó siendo quizás igual de fuerte del que ya han dado socios, lugartenientes y distribuidores del capo.
7 Ene 2019 – 07:13 PM EST
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NUEVA YORK.- El cartel de Sinaloa no solo está constituido por sus sanguinarios jefes. Ese imperio del crimen también está sostenido por cientos de traficantes de bajo perfil, quienes se encargan de las tareas más esenciales: transportar droga, ocultar armas, vigilar a las agencias del orden, enviar mensajes y -si es necesario- ejecutar rivales y traidores.

Por eso, en el juicio contra Joaquín ‘El Chapo’ Guzmán se escuchó con atención este lunes el testimonio de uno de tantos soldados que almacenó y distribuyó drogas en Texas, Illinois, Florida y Georgia, al tiempo que traficó rifles de alto poder que terminaron en manos de sicarios que peleaban a muerte en la fronteriza Ciudad Juárez, uno de los principales s hacia Estados Unidos que dicha organización le disputa al cartel de los hermanos Carrillo Fuentes.

El relato de Edgar Iván Galván, alias ‘El Negro’, abarcó varios episodios como parte del cartel de Sinaloa. Su ingreso está ligado al reclutamiento del capo Antonio Marrufo, apodado ‘El Jaguar’, quien después de que fue secuestrado por un lugarteniente del cartel de Juárez se unió al grupo rival buscando venganza. El ‘Chapo’ lo llevó en 2007 hasta la sierra para proponerle en persona ser parte de su guerra.

“(‘El Chapo’) le dijo que por sus huevos se iba a adueñar de (Ciudad) Juárez”, dijo Galván retomando las palabras que supuestamente le compartió tras su encuentro con Guzmán. “Le había ofrecido a ‘Jaguar’ que se encargara de ‘la limpieza’ de Juárez, de matar a todos los contrarios”, según él.

‘El Negro’, un hombre fornido de 41 años, cumple una condena reducida de 24 años de prisión por conspiración para traficar cocaína y armas de fuego. Su sentencia original era de cadena perpetua, pero se redujo gracias a su colaboración con las autoridades. Este fue describiendo sus actividades delictivas desde 2004 y hasta su arresto en febrero de 2011. Sus palabras no inquietaron a Guzmán y el cooperante tampoco mostró reacción alguna. De hecho, era la primera vez que ambos se veían las caras.

“¿Se encontró usted alguna vez con ‘El Mayo’ (Ismael Zambada, actual jefe del cartel) y con ‘El Chapo’?, le preguntó un fiscal federal a Galván, para dejar claro ante el jurado que este se movía en un nivel más bajo en la organización. “No, nunca”, respondió sin titubear.

Su testimonio, sin embargo, terminó siendo quizás igual de fuerte del que ya han dado quienes le antecedieron en el estrado: socios, lugartenientes, distribuidores y gente de confianza de Guzmán. Aunque estos dos hombres se conocieron hasta este lunes, los dos tenían algo en común: su amor por el dinero fácil terminó poniéndolos en una prisión federal en EEUU.

Anécdotas de un narco pequeño

Desde su trinchera, ‘El Negro’ colaboró para que llegaran hasta las ciudades de Chicago y Atlanta unos 250 kilos de cocaína y entre 1 y 2 toneladas de marihuana; mientras que almacenó en El Paso, en el estado de Texas, varios rifles de guerra, chalecos antibalas y hasta un poderoso rifle calibre 50, capaz de derribar un helicóptero. Ese armamento no solo se usó en la sangrienta batalla por el control del norte de Chihuahua, sino para atacar al clan de los Beltrán Leyva en Sinaloa.

A estas armas les decían en clave “juguetitos” y las escondían en casas de seguridad en Texas, hasta que un agente aduanal corrupto le avisaba a la célula liderada por Marrufo que podían pasarlas por la frontera. Estas compras eran financiadas por ‘El Chapo’, afirmó Galván.

Uno de los trabajadores de ‘El Negro’, un veterano de la Infantería de Marina de EEUU, armó el rifle calibre 50 y se tomó una foto para el recuerdo. Esa imagen fue mostrada por la Fiscalía este lunes.

“’Jaguar’ quería poner más fuerte a su cartel y las armas las ocupaba para seguir matando a la gente que trabaja para ‘La Línea’ en Ciudad Juárez”, contó el testigo refiriéndose al brazo armado de los Carillo Fuentes, que pelea contra el grupo ‘Gente Nueva’, bajo las órdenes de los sinaloenses.

La entrada de ‘El Negro’ al cartel está ligada -según este- a su divorcio. Esa versión hizo reír a algunos en el tribunal. “Empecé a salir a las discotecas en Juárez y ahí comencé a conocer a gente que movía droga”, afirmó. Uno de esos amigos de juerga era ‘El Jaguar’, quien entonces era leal al grupo ‘La Línea’.

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Galván emigró a EEUU a la edad de 13 años. Estudió hasta el segundo semestre en un colegio comunitario. Fue taxista y trabajó en una tienda de abarrotes, hasta que se fue por el mal camino. En 2005 lo arrestaron por primera vez en Orlando, Florida, cuando transportaba 550 libras de marihuana.

Dos años después, ‘El Jaguar’, ya aliado al cartel de Sinaloa, lo invitó a ser parte de sus distribuidores de droga en El Paso, mientras este mataba a diestra y siniestra al otro lado de la frontera. “Me dijo que si quería trabajar para él”, contó el traficante convicto, quien terminó aceptando una semana después.

Sus primeras tareas consistieron en encontrar casas de seguridad para almacenar cocaína. Los “ladrillos” le llegaban en envíos de hasta 12 kilos. Cuando se acumulaban unos 80 choferes los recogían para llevarlos a Illinois y Atlanta. En aquellos primeros días, dijo, no hubo paga y no se atrevió a pedir dinero por temor a que su jefe, conocido por sus arrebatos violentos, lo asesinara.

“Siempre le he tenido miedo. Yo esperaba que me dijera: ‘ven a recoger dinero para ti’, pero nunca hizo eso”, afirmó.

También él se enfrascó en episodios violentos: una vez se cobró a golpes una deuda de 8,000 dólares.

La casa de la muerte

De primera mano sabía de lo que era capaz ‘El Jaguar’, quien incluso presumía una casa en Ciudad Juárez que estaba diseñada especialmente para torturar y matar a sus enemigos. La vivienda parecía normal por fuera, pero tenía un drenaje que permitía deshacerse con facilidad de la sangre de las víctimas.

“Me dijo que hacía hablar o mataba a la gente ahí”, mencionó.

También supo que su jefe no dudaba en jalar el gatillo para eliminar a quienes le estorbaban. “Incluso en una de las veces, en una discoteca, se hizo a un lado para dar la orden de matar a dos personas”, relató.

Según su relato, Marrufo le ordenó que ejecutara a dos personas, uno de los cuales era un anciano, pero no se atrevió. “Me pidió que matara a una persona de nombre Fredy, que vivía en Juárez (…) Me pidió que fuera a recoger una pistola con un silenciador”, contó.

A pesar de que era un soldado de bajo nivel, ‘El Negro’ llegó a escuchar una conversación entre ‘El Jaguar’ y ‘El Chapo’. El primero le pidió permiso una vez para emborracharse hasta la madrugada y Guzmán se le permitió. “Del otro lado de la línea le dijo a ‘Jaguar’ que todo estaba bien, que no se preocupara, que estaba haciendo un buen trabajo y que estaba muy contento con él”, mencionó.


La defensa presionó a Galván en el contrainterrogatorio hasta que aceptó que no había manera de confirmar que aquella voz era la del jefe del cartel. El abogado William Purpura le pidió a Guzmán que se pusiera de pie y posteriormente le preguntó al cooperante: “¿Nunca lo había conocido antes?”. Aquel respondió: “Nunca en mi vida”.

El litigante también mostró la fotografía de un hombre que no se parecía a quien la Fiscalía identificaba como ‘El Jaguar’, actualmente en una prisión mexicana. Galván titubeó, aunque hace unos años afirmó que aquella imagen distinta correspondía a la de su expatrón.

“¿Le parece a usted que esta es la misma persona?”, cuestionó Púrpura mostrando ambas fotos.
“Se ve que se hizo algo en la cara”, dijo ‘El Negro’ indeciso.

A Galván le fue bien en el negocio de la droga y hasta se hizo de un bar, ‘El 77’. Todo se acabó en enero de 2010, cuando la Policía decomisó varios rifles AK-47, conocidos como ‘cuernos de chivo’, y chalecos antibalas, que iban a ser enviados a México. “Esa fue la última vez que hablé con ‘Jaguar’”, afirmó.

Aunque trató de continuar su buena racha trabajando para otro narco, “todo lo que intentaba salía mal”. Finalmente lo arrestaron manejando una camioneta Hummer H3 de color marrón.

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