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Príncipe / Rey Carlos

El rey Carlos III no solo hereda el trono de Isabel II, también una colosal fortuna

El rey Carlos III, además de heredar el trono y los bienes de la Corona (aunque no tenga beneficios directos de ello) es uno de los herederos del patrimonio privado de la reina Isabel II. Hasta dónde llega esa parte de su fortuna sin embargo, es un secreto para los británicos.
Publicado 10 Sep 2022 – 02:35 PM EDT | Actualizado 11 Sep 2022 – 07:51 AM EDT
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Además del trono, la parte que en su testamento, Isabel II le haya dejado de su patrimonio privado, cuyo calibre es un secreto para los británicos.

Sin embargo, no son pocos los que se han aventurado a tratar de revelar el secreto. Según la publicación especializada en finanzas Forbes, en 2011, el patrimonio privado de la reina era de $377 millones; en 2015, Bloomberg lo redujo a $320 millones; y ya en 2022, 'The Sunday Times' habló de $429 millones. Según Fortune, actualmente son $500 millones.

Uno de los varios privilegios financieros de los que disfruta la realeza británica respecto a sus súbditos es que no pagan el impuesto de sucesiones, que es de un 40 % si se heredan más de $377,000.

Pero lo que parece ser un privilegio antipático, puede ser visto como una manera de garantizar que la Casa Real es capaz de preservar su independencia del Estado británico, que desde hace muchos años eliminó las prebendas de las que disfrutaba varios de la familia real.

Según señala AFP, la exención impositiva a la herencia real existe desde 1993 y fue creada para evitar que si varios monarcas muriesen en un lapso de pocos años, el patrimonio de la corona se viese mermado en un 40 % cada vez y preservando así su independencia financiera del Estado.

El patrimonio de la Corona que hereda Carlos III

El nuevo rey hereda el patrimonio vinculado a la Corona, un complejo entramado inmobiliario y financiero que popularmente se conoce como “The Firm” (La empresa, en español) y que según Forbes cuenta con activos por valor de $28,000 millones.

Los principales elementos que la componen, vamos evitar hablar de joyas de la corona, son The Crown Estate ($18,000 millones), el Palacio de Buckingham cuyo valor debe rondar los $5,000 millones, los ducados reales de Lancaster y Cornualles ($2,000 millones), el Palacio de Kensington ($600 millones) y el Crown Estate de Escocia ($600 millones).

El Crown Estate es un multimillonario negocio inmobiliario, el mayor propietario de tierra en el centro de Londres, incluyendo la céntrica Regent Street, en Londres.

Es gestionado de forma independiente y el monarca de turno es su propietario “en derecho de corona”, es decir, será el titular mientras dure su reinado pero no lo puede vender ni le pertenecen los beneficios que genere que son ingresados al Tesoro.

La propia web del Crown Estate señala que el beneficio neto del ejercicio 21/22 fue de $362.7 millones. Ese dinero pasa al Tesoro público, que destina el 25 % a lo que se llama la “subvención soberana”, que sirve para financiar la actividad pública del rey, incluido el mantenimiento de los palacios reales.

El rey hereda además el ducado de Lancaster, con el que compensa traspasar a su hijo el otro ducado real, el de Cornualles, que incluye tierras por valor de $1,300 millones, según la revista Fortune, y del que, según la propia web del hasta ahora príncipe de Gales, recibía $24 millones al año para el manteminiento de su familia y su trabajo filantrópico.

El de Lancaster, que ha pertenecido al monarca desde 1399, cuenta con tierras, propiedades e inversiones financieras, y reportó en abril un beneficio anual de $27.7 millones.

“El beneficio neto se transfiere a organizaciones benéficas registradas y establecidas por el ducado, tras sustraer el coste de los deberes y responsabilidades asociados a las obligaciones históricas del ducado”, señala la institución en su web.

Estas “obligaciones históricas” incluyen lo que comunmente se conoce como “el monedero privado” que la reina, y a partir de ahora el rey, utilizaba para satisfacer sus gastos personales, incluido el mantenimiento del castillo de Balmoral y Sandringham, que son de su patrimonio privado, y el sustento de los de su familia que no reciben dinero público.

El Crown Estate y los ducados reales son probablemente los elementos más valiosos del patrimonio real, pero además está la Royal Collection, la colección privada de arte y objetos decorativos más grande del mundo (también pertenece al monarca “en derecho de corona”); los parques reales de Londres, Trafalgar Square y un larguísimo etcétera que incluye, entre otras cosas, todos los cisnes sin dueño de Inglaterra y Gales.

El testamento de la reina Isabel II, un más que probable secreto

Y luego está el patrimonio privado de la reina: la cartera de inversiones financieras, activos inmobiliarios (como Balmoral y Sandringham) y su colección privada de arte y de joyas.

Esto es lo que estiman puede llegar a valer $500 millones y cuyo reparto puede dar mucho que hablar, pues además de Carlos la reina tuvo otros tres hijos: Ana, Andrés y Eduardo; y ocho nietos. Siendo uno de ellos Harry, quien en 2020 abandonó sus deberes como miembro de la realeza.

En el patrimonio privado de la reina están el castillo de Balmoral, donde falleció, y Sandrigham, donde Isabel II solía celebrar el fin de año. Pero también están las colecciones de arte y joyas, además de activos financieros.

Si es complicado conocer al detalle cuánto tenía y dónde la reina, también lo será saber cómo se repartirá. Ya que aunque en el país los testamentos deben ser públicos, los de la familia real, he aquí otro de los mencionados privilegios, han conseguido mantener en secreto los suyos desde hace más de cien años.

Ya el año pasado, la familia solicitó no hacer público el del esposo de la reina, el príncipe Felipe, duque de Edimburgo. Su testamento será secreto durante 90 años porque, según dictó el juez, es algo “necesario para mejorar la protección dada a la vida privada de este extraordinario grupo de individuos”.

La práctica, que ha sido vista con ojos cada vez más criticos por el público en los últimos años, podría repetirse con el de la reina Isabel y que su testamento solo sea abierto al público dentro de nueve décadas. O no, y que como el de la reina madre en 2002, se haga público y así podamos saber qué tratamiento dio la reina a Harry, Meghan y sus hijos, Archi y Lilibet.

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