“Cuando escuchas las bombas imaginas que no es real”: el duro relato de una huida por resguardarse en Ucrania
Mira Milavec sabía que el conflicto entre Rusia y Ucrania escalaba peligrosamente, pero la tomó por sorpresa el grito de una persona durante la madrugada del jueves. Los primeros bombardeos de las tropas rusas ya estaban impactando el territorio ucraniano. “¡Vámonos! ¡Levántense! ¡Nos vamos!”, se escuchó en un complejo de la organización Caritas en Odesa, al sur del país, donde estaba ella.
“Tuve mucho miedo, no sabía lo que pasaba y un colega me dijo: ‘Mira, están bombardeando, es la guerra. Necesitamos irnos’”, narra Milavec en una entrevista telefónica con Univision Noticias.
Empacó lo que pudo y abordó con otros compañeros de Caritas una camioneta rumbo a la capital Kiev. Miles más evacuaban hacia el mismo lugar. “En el camino había un enorme tráfico. Puedo decir que filas de kilómetros en una carretera de cuatro carriles, porque la gente esa mañana tomó sus coches y estaba dejando la ciudad. La ruta tomó cuatro o cinco horas de Odesa a Kiev”, continuó.
No sabían que se dirigían al lugar al que también querían llegar los soldados rusos desde el norte, pasando por Chernobyl. Por esa razón en Kiev les dio la bienvenida una alarma que les advertía que los proyectiles de los invasores caerían en una zona cercana.
“Al llegar a Kiev vi que estaba vacío, las calles estaban vacías. Cuando llegamos a nuestra oficina, cerca de la catedral de San Alexander, las alarmas comenzaron a sonar… No teníamos un búnker ahí, pero entramos a la iglesia para protegernos. Gracias a Dios no pasó nada”, relata.
Su evacuación continuó por la tarde, ahora dirigiéndose hacia una ciudad en el oeste del país, una zona que ella describe como “donde hay menos conflicto”. No quiso revelar su ubicación por razones de seguridad. En su ruta vieron tanques de guerra y, de nuevo, les detuvieron las filas interminables de vehículos que trataban de alejarse de Kiev lo antes posible.
“Esa noche, cuando viajábamos a la ciudad donde estamos ahora, bombardearon otra ciudad por la que recién habíamos pasado. Fue cuando escuché las bombas por primera vez”.
Mira Milavec tiene 42 años, nació en Eslovenia y lleva tres años en Ucrania. Cuando era niña, a inicios de la década de los noventa, le tocó un conflicto bélico en su país, pero jamás alcanzó la situación en la que ahora está Ucrania. “Recuerdo bien ese sentimiento de que necesitas ir al búnker”.
La noche del jueves el horror de la guerra le pisaba los talones. “Cuando escuchas las bombas en tu mente imaginas que no es verdad. Que quizás está pasando un camión grande. Pero la realidad es que sí son bombas. Por supuesto en ese momento te da ansiedad, te da miedo”, describe.
“Ucrania necesita más ayuda que nunca”
Los trabajadores y voluntarios de la organización de servicios sociales Caritas, que es parte de la red de instituciones de la iglesia católica, fueron distribuidos en distintos lugares de Ucrania. Milavec comparte ahora una casa con otros compañeros. Dice que no ha querido ver las noticias para no espantarse más, pero amigos y colegas le envían información de lo que ellos están pasando.
“Un colega me escribió que en el búnker escuchan bombas todo el tiempo y también los combates de los soldados”. Ella confía en que este domingo ese colega salga de allí.
A medida que las tropas rusas siguen avanzando, en apenas tres días de invasión, más de 150,000 personas han huido de Ucrania hacia los países vecinos, Hungría, Rumanía, Moldavia y Eslovaquia, informó este sábado la Agencia de Refugiados de la ONU (ACNUR).
Por ahora la mitad de los ucranianos que han huido lo ha hecho hacia Polonia y el resto a Hungría, Moldavia, Rumanía y otros países vecinos. "El desplazamiento dentro de Ucrania también está creciendo, pero la situación militar hace que sea difícil estimar el número y proporcionar ayuda", detalló en un tuit Filippo Grandi, alto comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados.
Cuando ya había caído la noche del sábado, Milavec se preguntaba si debía quedarse o regresar a su natal Eslovenia. Eligió la primera opción. “Muchos de mis amigos y familiares me llaman para decirme que necesito volver a mi país. También mi embajada me llamó hace dos días: ‘Mira, tienes que salir de Ucrania’. Pero Ucrania es mi segunda casa y de verdad siento que no me tengo que ir. Les digo que Ucrania necesita más ayuda que nunca y por el momento aquí estoy. Pero no sé qué pasará mañana”.
Ella comenzó su tarea apoyando a otros desde que viajaba en la camioneta para buscar un refugio. Cuenta que tomó el caso de una persona que necesitaba urgentemente un medicamento que no había en Ucrania y consiguió que alguien en otro país lo obtuviera. El problema fue que la única opción era llevarlo hasta la frontera ucraniana, donde aquellos que salen del país han formado un cuello de botella. Ella también ha colaborado consiguiendo fondos para comprar alimentos y productos de higiene personal para los que abandonaron sus hogares.
“Muchas veces me pregunto si esto es un sueño o es verdad. Lo que me ha ayudado a pasar esto es no pensar en mí, sino en los demás”, expresó. “Mi deseo es volver a Kiev tan pronto se pueda, pero en este momento no es posible porque la ciudad está cerrada. Sigo aquí porque me siento cerca de la gente”.
Milavec se fue a dormir ya en la madrugada del domingo, en el cuarto día del conflicto bélico, pidiéndole a Dios que esta pesadilla termine pronto. “No puedo imaginar por qué está pasando esto en el siglo 21. Lo que le digo a la gente que me pregunta cómo puede ayudar es que debemos construir un diálogo entre nosotros en donde estemos. Sabemos que somos diferentes, pero el reto es acercarnos”.
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