El emperador Naruhito ascendió al trono del crisantemo, proclamándose como el 126to emperador de Japón, mientras el público gritaba “banzai” para desearle un largo y próspero reinado. El primer ministro japonés, Shinzo abe, hizo tres exclamaciones de esta expresión tradicional frente a él, para desearle una larga vida de “10,000 años”. Crédito: Issei Kato/AP
En una ceremonia en el Palacio Imperial, Naruhito prometió cumplir su deber constitucional como símbolo del estado y mantenerse cerca del pueblo. La ceremonia pone punto final a una serie de rituales iniciados en mayo, cuando Naruhito heredó el puesto tras la abdicación de su padre, Akihito. Crédito: POOL/REUTERS
El momento del grito de “banzai’ de los invitados a la ceremonia. En gran medida el objeto de la proclamación es permitir que el gobierno exhiba a la monarquía para ganar el apoyo del público y preservar el patrimonio cultural de Japón, según comentaron historiadores citados por la agencia AP. Crédito: POOL/REUTERS
Naruhito visitó tres santuarios sintoístas antes de proclamarse emperador. El sintoísmo, una religión tradicional en Japón, es el segundo culto más popular del país, después de budismo japonés. Algunos transeúntes en las calles de Tokio, la capital, se detuvieron frente a las pantallas para ver la ceremonia. Crédito: Aaron Favila/AP
La princesa Mako, hija mayor del nuevo emperador. El próximo mes se llevará a cabo la tercera y última parte del proceso de entronización, el altamente religioso y polémico ritual de la Gran Cosecha. Se espera que asistan alrededor de 2,000 invitados de Japón y el extranjero. Crédito: POOL/REUTERS
Naruhito asume el trono de la monarquía japonesa a sus 59 años. Algunos expertos han planteado cuestionamientos sobre el financiamiento del gobierno, de unos 150 millones de dólares, para ceremonias que contienen ritos religiosos. Pese al tiempo, esfuerzo y costo de los preparativos, el acto duró apenas 30 minutos. Crédito: ISSEI KATO/REUTERS