Los hijos del exilio cubano celebran la muerte de un mito

MIAMI, Florida. Miriam Carla Arias salía del cine el sábado de madrugada cuando se enteró de la noticia de la muerte de Fidel Castro por un mensaje en el celular. A su alrededor otros jóvenes cubanoestadounidenses de Miami, como ella, hacían llamadas a sus familiares y hablaban emocionados sobre la noticia.
Arias, de 24 años, es una reportera de Univision Noticias que salió de Cuba con sus padres cuando tenía solo un año. Pasó la madrugada en la redacción y al volver a casa en la mañana la despertó su abuelo dando gritos por la casa: "¡Se ha muerto Castro, se ha muerto Castro!"
"Es un día histórico y representa mucho para nuestros padres y abuelos", dice Arias este sábado. En casa su abuelo, su padrastro y su madre contaban las viejas historias sobre Cuba frente a la pantalla del televisor.
Para cubanoestadounidenses como Arias que no han conocido la isla o que solo la han visitado recientemente con la apertura, la muerte de Castro también tiene un fuerte valor emocional. Aunque su única conexión con la isla sea su familia y están asimilados a la cultura estadounidense, muchos compartían en redes sociales historias de familia con una mezcla de orgullo identitario.
"En mi Facebook esta mañana había muchos mensajes largos de amigos que nunca han estado en Cuba pero que hablaban de lo que soportaron sus padres en la isla", decía Jessica Rodríguez, una publicista de 29 años.
En la puerta del restaurante Versailles de Miami los jóvenes que solo habían oído de Fidel por las historias familiares se unían este sábado a los mayores que habían padecido la represión en las cárceles o que lo habían perdido todo por las expropiaciones del régimen.
Las imágenes de celebración y los testimonios desmienten una idea extendida en Miami en los últimos años sobre el desinterés de los jóvenes cubanoestadounidenses con respecto a lo que sucede en Cuba.
En parte esa supuesta apatía residía en una postura distinta frente al régimen con respecto a sus progenitores. Las encuestas muestran que los mayores favorecen aún la mano dura frente al gobierno de la isla, mientras que los jóvenes prefieren el diálogo y la apertura, la línea adoptada por la istración del presidente saliente Barack Obama.
Las manifestaciones hace dos años contra la apertura iniciada por Obama fueron mucho menos concurridas que las del pasado y eran protagonizadas por cubanoestadounidenses que en su mayoría peinan canas.
"Los sondeos estaban equivocados", decía el alcalde de Miami, Tomás Regalado, de 69 años, al ver a los jóvenes festejando frente a la puerta del Versailles poco después de conocerse la muerte de Castro.
"Me había imaginado siempre que cuando muriera Castro vería a la gente de mi generación andando por las calles y vine aquí y empecé a ver a gente joven, incluso nacidos aquí y que no podían hablar muy bien el español y aún así están celebrando porque saben que sus padres y sus abuelos fueron víctimas del régimen de Castro", decía Regalado.
Algunos de los jóvenes en el Versailles eran emigrantes que llegaron recientemente. Rafael Rodríguez, de 21 años, llegó hace siete años y decía estar preocupados por los arrestos en la isla. "Tengo miedo por esa gente que esté celebrando la muerte de Fidel. Antes te arrestaban y te liberaban rápidamente pero ahora no sé qué puede pasar", decía Rodríguez.
"Melancolía"
Enrique Pumariega, un empresario de 40 años, hijo de exiliados, dice que cuando se enteró de la noticia este sábado por la mañana sintió que "el cuento de hadas que había escuchado toda mi vida se acabó cumpliendo".
"Castro se ha estado muriendo desde que yo era un niño pequeño", dice Pumariega.
Cuba ha ido ocupando un lugar cada vez menos importante en Miami conforme han ido muriendo los exiliados de la vieja guardia. Los exiliados de la ciudad que antaño conspiraban para derrocar al régimen castrista, ahora aceptan un papel secundario y iten que el cambio político debe venir de la mano del pueblo cubano en las calles.
Aunque casi nadie habla de volver y la segunda generación se ha asimilado a la cultura estadounidense, el lazo emocional no se ha roto.
Jóvenes cubanoestadounidenses de Miami como Arias han visitado la isla con sus familiares aprovechando la suavización de las restricciones en los últimos años.
"En Cuba sentí melancolía a pesar de que nunca había ido. Allá estaba la gente de la que había oído tanto, fue como si estuviera en casa", dice Arias, que visitó la isla por primera vez hace cinco años y una segunda vez hace dos.
Pumariega nunca ha ido a Cuba y dice que por respeto a sus familiares no lo hará hasta que no cambie el régimen.
Aunque la muerte de Castro les haya alegrado, jóvenes y mayores dicen tener sentimientos encontrados, puesto que el cambio político no se ha producido. "Estoy contento por lo que esto supone para mi familia pero el hermano de Fidel aún está en el poder", dice Pumariega.