Emma Coronel, esposa de ‘El Chapo’, se roba el show desde la segunda fila en la corte de Brooklyn
BROOKLYN, New York.- Todos conversan en la sala 8D de la corte federal de Brooklyn cuando de pronto se genera un silencio sepulcral: ha entrado Emma Coronel, la esposa de Joaquín ‘El Chapo’ Guzmán, robándose las miradas. “Hola, buenos días”, saluda dirigiéndose a la banca apartada para los familiares del acusado. Otra vez está sola en la segunda fila, en medio de periodistas que tratan de sacarle una declaración. “Las niñas ¿qué tal?”, le pregunta alguien. “Bien”, responde sin voltear.
Entre los reporteros que cubren el juicio trascendió que Emma se molestó el martes porque ‘El Chapo’ no usó la corbata que le compró para verse “guapo” durante los argumentos iniciales de la Fiscalía y la defensa. “¿Por qué no le pusieron la corbata que le regalé que es más bonita?”, cuestionó a una mujer que la acompaña por ratos, aparentemente una empleada del bufete legal que representa a su marido.
Emma, la ex reina de belleza a la que el capo conoció siendo apenas una adolescente, ha dejado su queja en el olvido. “Aquí los guardias le escogen qué se ponga”, explica con su acento sinaloense.
Ahora reclama que no ha funcionado el aparato para escuchar la traducción del proceso judicial. Solo ella y ‘El Chapo’ lo usan. “Es muy feo cuando todo el mundo está hablando y no sabes lo que están diciendo”, dice esta mujer que para el inicio de la presentación de pruebas se ha puesto una blusa negra con un escote en forma de gota, un saco negro aterciopelado y un pantalón entallado del mismo color.
También le ha incomodado que una dibujante de la corte la ilustra como una mujer “gorda”.
La tarde anterior, Emma salió de la corte federal rodeada por una nube de periodistas que le lanzaban preguntas sin cesar: “¿Cómo fue volver a ver a tu esposo?” “¿Ningún abrazo?”. Ella se alejó sin hablar y se libró del acecho de la prensa refugiándose en un restaurante cercano. Ahí algunos la reconocieron y le pidieron fotos. Como si se tratara de una celebridad, ella accedió posando con la mano en la cintura.
Desde los argumentos iniciales del caso por narcotráfico, lavado de dinero y armas de fuego contra ‘El Chapo’ Guzmán, Emma se ha robado los reflectores. Incluso estando lejos del tribunal, en Sinaloa, acaparó la atención de la prensa por la extravagante fiesta de Barbie que tuvieron sus hijas gemelas de siete años, las únicas que -además de los abogados- pueden visitar al mafioso en la cárcel.
Fue ella quien se quejó en una entrevista que concedió a Noticias Univision que su esposo era maltratado en una cárcel de máxima seguridad en México. Esto ocurrió unos meses antes de su extradición.
El abrazo negado en la corte
Durante la selección del jurado, la mujer otra vez ganó notoriedad: la defensa le suplicó al juez Brian Cogan que Ese temor alejó a varios candidatos a jurado.
Emma tiene presuntamente su propio lazo con el cartel de Sinaloa: su tío el hermano de ‘El Mayo’ Zambada, Jesús, lo describió durante su testimonio de casi tres horas como uno de los “sublíderes” del grupo. Ella no hizo ninguna expresión.
‘El Chapo’ parece desorientado en el tribunal y solo tiene ojos para Emma. Gran parte del tiempo en la sala lo pasa viéndola. Observa a su traductora y luego a Emma; mira hacia el jurado y después a su esposa; conversa con sus abogados y más tarde trata de hacer o visual con ella.
Cuando alguien le cubre la visibilidad, este se mueve desesperado para confirmar que sigue ahí. Parece un niño que ha perdido a su madre en una plaza. “¿No me deja ir para allá?”, preguntaba el capo este miércoles apenas entró a la corte. Quería abrazar a su Emma. Resignado después de que un abogado le dijo que no podía, este se conformó con agitar la mano derecha para saludarla y le sonrió brevemente.
Una reportera le comentó a Emma que ‘El Chapo’ la buscaba afanosamente y en su intento la vio a ella. Desenfadada, esta expresó: “Que vea más variedad”.
En su cuenta de Instagram , en la cual tiene más de 400,000 seguidores, ella ha publicado mensajes de apoyo a su marido. “No importa lo que pase, te prometí estar siempre y aquí estoy. Te amaré toda la vida”, expresó el martes después de los argumentos iniciales del caso. El domingo escribió: “Sueño con un abrazo tuyo”.
Guzmán Loera lleva casi dos años encerrado en confinamiento en el ala más segura de la prisión federal Metropolitan Correctional Center de Manhattan, cuyas estrictas medidas de seguridad le han valido el mote de la “cámara de tortura”. Cada semana solo puede salir al patio cinco horas. Los fines de semana permanece en su pequeña celda las 24 horas del día. Sus abogados dicen que se ha vuelto paranoico.