Hermanos que murieron juntos, adolescentes que querían ayudar a sus familias: víctimas de la tragedia del camión en San Antonio
Hay quienes salieron de su pueblo con miedo de que algo pudiera pasarles, incluida la muerte, pero se aventuraron. Otros viajaron con la esperanza de quien sueña con tener un trabajo que le permita ayudar a su familia. La travesía casi terminaba, estaban había decenas de cuerpos apilados sobre la plataforma.
Cuando la noticia llegó a los medios y corrió hasta poblados remotos de México, Guatemala y Honduras, las familias temieron lo peor. Con el paso de las horas —y tras mandar fotos o registros— fueron confirmando con las autoridades que sus hijos, sobrinos y amigos habían fallecido. Algunos eran demasiado jóvenes, con 13 años, 18, 24.
El proceso de identificación fue largo, pues algunos ni siquiera viajaban con sus documentos de identidad. Entre los fallecidos había dos que apenas entraban en la adolescencia; otros habían estudiado con esfuerzo para conseguir en Estados Unidos las oportunidades que no hallaron en su propio país.
Poco más de una decena de personas fueron trasladados en condición crítica a los hospitales de la zona, golpeados por el sofocón del encierro en la cabina y la deshidratación. También eran jóvenes.
Las imágenes que se han ido conociendo muestran el llanto de desesperación de los familiares por las despedidas inesperadas y por el miedo a perder para siempre a sus hijos, que apenas comenzaban la vida.
Estas son las historias de algunos de los migrantes que viajaron en el camión. Todavía hay un grupo de hospitalizados. Otros murieron y sus familias —muchas de ellas pobres— buscan la ayuda de sus gobierno para poder darles una despedida a sus jóvenes: