Saja, de 13 años, perdió su pierna en un bombardeo en el barrio Bab Al-Nairab, Alepo, hace más de dos años. También perdió cuatro amigos y sus sueños de ser gimnasta. Más tarde su hermano murió en otro bombardeo y su familia ha sido desplazada varias veces. Ahora quiere participar en las olimpiadas especiales. “Me encanta jugar al futbol, Cuando juego futbol siento que no he perdido nada”. Saja tenía 7 años cuando empezó la guera. 2 de marzo de 2017. Crédito: UNICEF
Huda y Razan, niñas de 10 años de edad y estudiantes de cuarto grado, juegan en un parque del este de Ghouta, en la zona rural de Damasco, Siria. Cuando sean mayores, Razan quiere convertirse en maestra y Huda quiere ser farmacéutica, como su tía. Las niñas aprovecharon la oportunidad para jugar unos días después de que los combates en la zona finalizaron. 5 de enero de 2017. Crédito: UNICEF
Abdulghani, de 9 años, y su hermano Hassan, de 6 años, esperan su turno para llenar los bidones vacíos de un pozo de agua en el este de Alepo, Siria. Cuando se corta el agua de la red principal en el este de Alepo, alrededor de 270.000 personas, incluyendo 100.000 niños, se ven obligados a utilizar agua de fuentes no confiables, incluyendo pozos contaminados. 6 de octubre de 2016. Crédito: UNICEF
Razan, de 10 años y estudiante de quinto grado, en su escuela del barrio Al-Midan, Damasco, Siria, donde vive con su familia. La escases de agua en la ciudad, hace que solo reciban el servicio durante dos horas cada tres o cuatro días. "Tenemos miedo de que el agua esté sucia porque mi padre se enfermó hace unos días", dice Razan, "después de recoger agua en bidones y botellas, ayudo a mi madre a hervirla para asegurnos de que esté limpia". 10 de enero de 2017. Crédito: UNICEF
Seedra, de 6 años, y su hermana Baraa salen de clases el primer día del semestre en una escuela de Sakhoor, al este de Alepo, Siria. El tercer piso del edificio sufrió grandes daños durante por la guerra y sigue siendo inutilizable por lo que 600 niños son apretados en las aulas de los dos pisos restantes. Según cálculos de UNICEF, de 422 escuelas existentes al este de Alepo, 217 están destruidas, dañadas o inaccesibles. 30 de enero de 2017. Crédito: UNICEF
Radwan, de 6 años, frente a la carpa de su familia, en el campamento de desplazados de Al-Nour, Siria. Las dos hermanas de Radwan se ríen mientras él posa para la foto. Radwan y sus hermanas solo tienen zapatillas abiertas y las utilizan mientras despejan el hielo de la entrada de la tienda. "Si quitamos la nieve podemos dormir más calientes y mis pies no estarán fríos cuando salga", dice Radwan. Crédito: UNICEF
Hussein, de cuatro años y Khofran, juegan juntos en una sala en Holko, una escuela inacabada en la que 15 familias desplazadas viven ahora en condiciones nefastas. Hussein y su familia huyeron de Deir-ez-Zor, Siria, hace dos años cuando la violencia estalló en su vecindario. Millones de niños han huido de la violencia implacable con nada más que la ropa que llevan encima. Algunos reciben ayuda de UNICEF, que ha distribuido ropa de invierno y mantas térmicas para cerca de 750,000 niños. Cinco de diciembre de 2016. Crédito: UNICEF
Zaineb, de 5 años, fue desplazada con su familia de Qamishly, Siria. Hace casi 3 años. Buscaron refugio en una escuela que tiene fallas en la energía. Los habitantes de este lugar dependen del combustible para calentarse, lo que está más allá de sus capacidad financiera. 5 de diciembre de 2016. Crédito: UNICEF
Una niña desplazada en camino hacia Ain Issa, escapa de la violencia en el pueblo de Al-Hisha, en la zona rural de Raqqa, Siria. Algunos de los desplazados llevaban colchones y mantas, otros viajan con su ganado. Ain Issa es el principal punto de parada de las familias desplazadas, a unos 31 millas al norte de la ciudad de Raqqa. 9 de noviembre de 2016. Crédito: UNICEF
Nesim y su familia huyeron de la guerra en Qamishli hace casi 2 años y buscaron refugio en "Abd Al-Aziz", Siria. Se refugian en una escuela donde la energía es cortada durante buena parte del día. Nesim estrena su nuevo abrigo donado por UNICEF para conservar el calor. 5 de diciembre de 2016. Crédito: UNICEF
Ahmed, de 10 años, vive con más de 6.000 personas desplazadas en Jibreen, Siria, una antigua bodega convertida en refugio. Ahmed llegó desde del este de Alepo con sus vecinos. Sus padres murieron y no tiene ningún otro pariente que cuide de él o de sus cuatro hermanos. Crédito: UNICEF
Una niña come en el refugio de Jibreen, Siria, que alberga a unas 8.000 personas. Unos 31,500 habitantes del este de Alepo han sido desplazados desde el 24 de noviembre y aproximadamente la mitad de ellas son niños. Muchos de estos pequeños solo han tenido a alimentos básicos durante los meses que ha estado sitiada la ciudad. UNICEF está proporcionando alimentos, agua potable, atención médica, vacunas y apoyo psicológico a los niños desplazados. 1 de diciembre de 2016.
Crédito: UNICEF
Crédito: UNICEF