Agua y aire limpios son algunas de las emisiones de esta fábrica de camiones
En 2003 Ford hizo una audaz modificación en su planta de camiones de Dearborn con la instalación de una cubierta de sedum, una planta resistente a la sequía que crece en superficies de piedra en el techo, creando así el que en ese momento fue techo viviente más grande del mundo y el que con una extensión de 10.4 acres, el espacio que ocupan 10 campos de futbol americano, es aún el de mayor extensión en el territorio de Estados Unidos.
La ‘Planta de Camiones de Dearborn’ como es conocida la instalación coronada con este techo vegetal, es lo que queda del que alguna vez fue el complejo industrial más grande del mundo.
Situado a la orillas del Rio Rouge en la ciudad de Dearborn en el estado de Michigan, la ciudad natal de la Ford Motor Company, el Complejo Ford del Rio Rouge como fue conocido por décadas, era una fabrica autosuficiente inaugurada en 1928 después de un proceso de construcción que duró 11 años, que producía todas y cada una de las partes de los vehículos que construía. A diferencia de las plantas de hoy en día que reciben de proveedores externos motores, transmisiones, ventanas, asientos, ruedas y tornillos, entre muchas otras partes, ‘Rouge’ sólo recibía materia prima y entregaba autos terminados listos para ser vendidos.
Para finales del siglo XX ‘Rouge’ se había convertido en un enorme monumento al pernicioso legado de la revolución industrial. Al ver sus dilapidadas instalaciones era fácil olvidar sus beneficios que la industria había traído al área. Chimeneas botando humo permanentemente y antiguas y poco eficientes estructuras antiguas. Pero en ese momento, Rouge también estaba sufriendo una importante transformación que la convirtió en el lugar primario de nacimiento de la camioneta pickup F-150 (la F-150 también se construye en una planta de camiones de Ford en Kansas City en el estado de Missouri), el vehículo más importante de la compañía y la pickup de trabajo liviano más vendida del mundo.
Uno de las guías primarias de la transformación del Rouge era la ecología y la responsabilidad ambiental, la preocupación primaria de William Clay -Bill- Ford Jr. el recién estrenado presidente de la compañía. Bill Ford atravesaba momentos difíciles por la debacle de los neumáticos Firestone instalados en la Ford Explorer que explotaban en plena marcha. Para hacerle las cosas peores, su juventud (Bill Ford llegó a la presidencia de la compañía a los 41 años) y su condición de heredero hacía que sus críticos no tomarán en serio su espíritu ambientalista.
Pero Ford se salió con la suya y como joya de la corona de la transformación ecológica del Rouge hizo instalar el techo viviente mientras que a sus detractores se les hizo difícil ignorar sus beneficios:
Como si fuese poco, el techo viviente no solo sirve de hábitat a más de 35 especies distintas de insectos, arácnidos y aves, sino que tiene beneficios relevantes para los libros contables de la compañía entre los que se pueden contar:
- Limpia las aguas de lluvia.
- Refresca sus alrededores reduciendo el ‘efecto calor’ urbano creado por largas extensiones de pavimento y concreto, a la vez que aísla la edificación reduciendo los costos de enfriamiento y de calefacción en un 5%.
- Atrapa el polvo y la suciedad en el aire así como al dióxido de carbono y crea oxígeno.
- Duplica la vida del techo ahorrando millones en costos de reparación.
Después de más de una década de haber sido instalado, nadie puede negar que el techo viviente fue una excelente idea bien ejecutada. Una que otros fabricantes masivos harían bien en imitar.
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