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Estados Unidos

    Los rostros de Uvalde: una comunidad que busca asimilar unida el dolor de la masacre

    En Uvalde todos conocían a alguna de las 21 víctimas de la matanza en la Escuela Primaria Robb o a un familiar de ellas. Niños que estudiaron o practicaron deporte juntos. Adultos que recuerdan a las maestras de sus hijos y nietos. Así es como esta comunidad hispana se ha abrazado en duelo.
    Publicado 27 May 2022 – 08:51 AM EDT | Actualizado 27 May 2022 – 09:33 AM EDT
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    A Jayden Pérez le duele el estómago cada vez que recuerda los disparos en la primaria Robb. Cuenta que algunos de ellos impactaron la puerta de su aula la mañana del 24 de mayo. Habían estado practicando en una clase cuando un ruido hizo que su maestra abriera la puerta y vieron a un grupo de estudiantes corriendo en busca de resguardo.

    "Luego lo que escuchamos fue un tiroteo", dijo a Univision Noticias el pequeño de 10 años. "Estaba asustado, pero mi compañera Madison apagó las luces y nos escondimos", agregó.

    Estando escondidos fue que el atacante "disparó hacia la puerta e hirió a mi maestra y a una amiga". Después se atrincheró en uno de los salones y masacró a 19 estudiantes y dos docentes en el incidente más mortífero en una escuela de Estados Unidos en una década.

    Jayden fue hasta el memorial en la plaza central de Uvalde, donde colocaron 21 cruces para honrar a las víctimas. Fue una por una escribiendo un mensaje, para "mostrarle" a quienes perdieron la vida lo mucho que los extrañan. "Estén unidos, porque nunca saben cuándo van a perder a alguien", dijo tras escribir en la última cruz.
    Crédito: Patricia Vélez/Univision
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    Miriam Trinidad es una madre que tiene que dar instrucciones impensables a sus hijos. “Siempre les he dicho: 'Cuídense, cuando pase ese tipo de cosas hagan caso a los maestros (…) Si te dicen agáchate, agáchate'".

    Lo había hecho incluso viviendo en el que consideraba un tranquilo Uvalde. Donde los 'problemas' se centraban mas bien en la cercanía del pueblo con la frontera con México y los asuntos migratorios que vienen con ello.

    “Cuando me enteré (del 'lockdown' en la escuela) pensé que era una persona que estaba huyendo porque lo andaba persiguiendo la Patrulla Fronteriza. Nunca pensé que fuese a ser de esta magnitud la situación", relata.

    Su hija Stephanie, a la que le ruega se proteja si un atacante entra a su escuela, está en shock, dice esta madre. "Todavía no asimila la pérdida de su compañera de 'softball'", agrega en la que es una declaración constante en Uvalde, donde prácticamente todos conocen a una de las 21 víctimas o a un familiar de ellas. El dolor y el trauma es colectivo.
    Crédito: Cristóbal Vázquez/Univision
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    Stephanie Sánchez tiene 12 años y cada semana jugaba 'softball' con su amiga Eliahana Cruz, una de las niñas del salón de cuarto grado víctima de la furia del atacante. Dice que prefiere recordarla cuando juntas vestían el uniforme de las 'Little Bombshells' y salían al campo de juego.

    "Jugaba segunda o 'middle center base'. Era muy buena jugadora", dice sobre la pequeña de 10 años. "Ahora está en un mejor lugar".
    Crédito: Cristóbal Vázquez/Univision
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    A Alayna Borrego le cuesta creer que perdió a su amiga Jacklyn Cazares, con quien practicaba gimnasia. La recuerda como una pequeña que "siempre estaba feliz, siempre con una sonrisa, siempre decía cosas buenas de las personas".

    También le preocupa cuando llegue el momento de regresar a clases el siguiente año escolar. "¿Qué tal si este no es un lugar seguro?", es la pregunta que pasa por su mente tras el ataque armado en la escuela primaria que acabó con la vida de su amiga.

    "Porque si esto pasó hace un año podría pasar de nuevo. Cualquiera podría ir así y entrar a la escuela de nuevo y repetir lo que pasó el año pasado", dice Alayna.

    Con ingenuidad dice que "subir la cerca" de las escuelas ayudaría a evitar que intrusos armados irrumpan violentamente en ellas. Pero dentro de su inocencia pone el foco en los reclamos que se han escuchado en las últimas horas por la respuesta de las autoridades al tiroteo en la primaria Robb. El atacante entró sin encontrar resistencia y, luego, pasó más de una hora dentro hasta que fue abatido por agentes de la Patrulla Fronteriza.

    "Y dejan todas las puertas de la escuela abiertas, entonces si yo quiero puedo abrir una puerta y escapar de la escuela, si yo quisiera. Es algo lógico cerrar las puertas, pero no sé por qué no lo hacen”, reclama la pequeña.
    Crédito: Cristóbal Vázquez/Univision
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    Arely Borrero es la mamá de Alayna y confirma que su hija "tiene miedo de ir a la escuela y no regresar a casa". "Tiene miedo a que las instalaciones no estén preparadas en cuanto a seguridad para ellos", relata la madre de esta familia que hace cuatro años se mudó a Uvalde por una oportunidad laboral.

    El temor de su hija es el mismo suyo y de su esposo, Aldo. Y como no creen que una tragedia como esta cambie el 'lobby' por la tenencia de armas también comparten la solución que esgrime Alayna: reforzar la seguridad escuela por escuela.

    "Entonces, ¿qué nos queda? Pedir que cambien las instalaciones de las escuelas con más seguridad para nuestros hijos. O, ¿qué nos queda? Cambiar a nuestros hijos a escuelas privadas o llevarlos a otra parte a 20, 25 minutos de aquí, a otras escuelas más pequeñas donde nuestros hijos estén prácticamente escondidos para que no pase esto".
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    María Alvarez tiene 80 años y lleva más de 50 viviendo al final de la calle que conduce hasta la primaria Robb. "Recuerdo como los 'kids' pasaban y me decían 'bye'".

    Habla y se le siente descolocada por la tragedia en la escuela donde estudiaron sus hijos, nietos, bisnietos y hasta tataranietos. El lugar al que también los llevaba a practicar deporte y por el que siente profundo agradecimiento. El lugar que está casi en la esquina de su casa, en un barrio de viviendas modestas y apacible que el 24 de mayo cambió para siempre.

    Dice que no escuchó los disparos, pero supo que algo pasaba cuando vio a padres corriendo calle abajo hacia la escuela. Una de sus tataranietas, Monique, estaba dentro del plantel durante la matanza.

    La pequeña está bien. Pero María no encuentra palabras para describir cómo está Uvalde. "No sé, no sé (...) Uno que ha vivido aquí toda la vida, en esta calle..."
    Crédito: Patricia Vélez/Univision
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    Graciela Ortiz se crió en Uvalde. "Crecí con las ventanas abiertas, las puertas de los carros no las teníamos que trancar..." Por eso quiso que sus hijos se desarrollaran en el pueblo, donde sentía una gran sensación de seguridad.

    Pero ahora el pueblo ha pasado a ser el escenario de un mortal tiroteo en el que las principales víctimas fueron niños. “Tenemos mucha ansiedad, no me quiero imaginar lo que están pasando los padres de los niños y los familiares de las maestras”, dice a Univision Noticias.

    Graciela le cortaba el cabello a la pequeña Amerie Jo Garza, una estudiante con la que se ensañó el atacante. “Comencé a cortarle el pelo, su mamá y su abuelita son mis clientes y lo siento mucho por ellas, mucho”.
    Crédito: Cristóbal Vázquez/Univision
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    Lety Padilla tomó su hora de almuerzo para llevar unas flores amarillas y un oso de peluche hasta la entrada de la primaria Robb, donde colocaron un memorial con 21 cruces con los nombres de cada víctima. Se le ve afligida, se le quiebra la voz al hablar. "¿Qué te puedo decir? No puedo".

    Es otra vecina a la que cuesta entender cómo la escuela a la que fueron sus tres hijos y sus nietos fue epicentro de semejante barbarie. "Aquí (en Uvalde) todos nos conocemos".

    Recuerda especialmente a Irma García, una de las dos maestras que murieron protegiendo a sus estudiantes. "La última vez que la miré fue en la tienda, hace como un mes. La miré y pensé: 'Hace mucho que no miraba a Miss García'" Ese día no pudieron hablar. Tampoco pudo despedirse.
    Crédito: Cristóbal Vázquez/Univision
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    Neftalí Barboza es un pastor de la Iglesia Nueva Jericó que nació y creció en Uvalde. Por estos días ora por las familias golpeadas por una masacre que creían "nunca sucedería" en el pueblo, y prepara junto con otros pastores y religiosos ayuda espiritual para ayudarlas a sobrellevar el trauma.

    Reconoce que será un camino de recuperación largo. "Será necesaria la consejería, no es algo que se sana de un día para otro, tampoco se olvida", ite.

    Mientras las familias están preparadas para recibir ayuda tras los primeros días del impacto inicial, Barboza les envía en sus oraciones "fortaleza y consuelo". "Creemos que nunca va a suceder, pero desafortunadamente sucedió".

    "Sé que hay muchas preguntas, pero ahorita doy gracias a Dios por la unidad que se ha dado". Cristóbal Vázquez/Univision
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    En video | Estudiantes que sobrevivieron narran la hora de terror dentro de su escuela.
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