El fraude de las horas extras: cuando los policías mienten para tener sueldos más altos
La función de algunos agentes de la Patrulla de Carreteras de California (CHP) era colocarse en zonas en construcción en autopistas del Este de Los Ángeles para proteger a empleados de mantenimiento y albañiles del gobierno. Al final de sus jornadas en vez de registrar las tres o cuatro horas que pasaron en las obras, esos oficiales marcaron ocho para así inflar sus sueldos, según los fiscales.
Otros patrulleros reportaron falsamente que salieron a buscar infractores en los carriles destinados para vehículos con dos o más pasajeros, conocidos en inglés como carpool line. Para ocultar su mentira redactaron falsos reportes e inventaron que habían ayudado a choferes con autos averiados.
Una investigación interna del CHP determinó que entre el 1 de enero de 2016 y el 31 de marzo de 2018, un total de 54 agentes y exagentes en dicha estación supuestamente cometieron fraude de horas extras obteniendo indebidamente más de 220,000 dólares. Ahora ellos enfrentan 302 cargos de robo de gran cuantía y presentación de un reclamo fraudulento.
“La confianza es parte fundamental del éxito en la aplicación de la ley”, dijo Rob Bonta, fiscal general de California, en un comunicado. “Estos acusados ignoraron la ley a través de sus supuestas acciones y lo hicieron sin pensar en cómo su conducta afectaría a la Patrulla de Carreteras de California o a la comunidad que confiaba en ellos para proteger y servir”, agregó.
Casos de este tipo han ocurrido en otros departamentos policiales del país en años recientes. Por ejemplo, en la Policía de Boston (BPD) más de 10 uniformados fueron acusados de cobrar horas extras sin devengarlas. Entre los señalados hay dos sargentos, un capitán y un teniente. La mayoría eran de la llamada Unidad de Control de Evidencia (ECU), responsable de almacenar, catalogar y recuperar evidencia en un almacén.
Le decían tiempo extra de “purga” porque se enfocaba en reducir el inventario de la bodega de pruebas. El turno se realizaba entre las 4:00 pm y 8:00 pm de lunes a viernes. Pero al revisar con lupa las jornadas laborales descubrieron que a veces la bodega cerraba temprano o ni siquiera la abrieron.
Otro turno era catalogado como “quiosco”. Ocurría un sábado cada vez y consistía en recolectar material de evidencia en cada uno de los distritos policiales de Boston y transportarlos a un incinerador en Saugus. Allí los policías afirmaban que habían trabajado incluso más de ocho horas, aunque completaron sus jornadas en cuatro.
La acusación alega que el teniente Timothy Torigian recibió casi 43,000 dólares por horas extras que no trabajó; el sargento Robert Twitchell, el sargento Gerard O'Brien y el oficial Henry Doherty obtuvieron más de 25,000 dólares cada uno; y a los policías James Carnes y Diana López les pagaron más de $20,000 de manera individual, detallas documentos judiciales.
Por su parte, Marilyn Golisano, una exempleada de la Unidad de Detectives del Distrito A-1 de la Policía de Boston, presentó decenas de boletas de horas extras falsas en las que falsificó las firmas de al menos tres supervisores de BPD. Con ese esquema sus ingresos subieron de 15,000 dólares en 2016 a 26,000 dólares en 2017 y a más de 33,000 dólares en 2018. Pero su sueldo no subió, ni cambiaron sus deberes.
Multas a personas que no existían
En Dallas, en el norte de Texas, un policía corrupto tenía una estrategia peculiar. Mathew Alan Rushing redactaba citaciones alterando los nombres o las fechas de nacimiento de los conductores para justificar que se quedaba más horas trabajando. Eso provocó que se emitieran órdenes de arresto para personas que no existían, porque no pagaron las infracciones de tránsito.
Otras veces Rushing dejaba que se marcharan los choferes para después escribir multas sin motivo. En su declaración de culpabilidad, este policía confesó que presentó al menos 38 informes falsos de su jornada laboral en 2018 y 2019.
Varios oficiales de la Policía Estatal de Massachusetts (MSP) tenían un modus operandi parecido. El teniente Daniel J. Griffin, el sargento William W. Robertson y varios agentes más “conspiraron para malversar miles de dólares en horas extra financiadas con fondos federales al llegar tarde y salir temprano de las horas extra”, señala un comunicado del Servicio de Rentas Internas (IRS).
Lo hicieron de 2015 a 2018. Cuando salió a la luz el fraude, Griffin, Robertson y sus cómplices tomaron medidas para evitar ser detectados: trituraron y quemaron registros y formularios. Griffin además envió un memorando a sus superiores en el que afirmaba que los informes faltantes fueron "desechados o extraviados sin darse cuenta" durante los cambios de oficina.
Mientras corriendo el reloj del trabajo, Griffin se dedicó principalmente a istrar su negocio de seguridad, KnightPro, que recaudó casi dos millones de dólares de 2012 a 2019. Para no pagar impuestos, él gastó cientos de miles de dólares comprando palos de golf, pagando sus autos y colegiaturas de escuelas privadas, y abonando a la hipoteca de una segunda casa.