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Así trabajan los activistas para aumentar la participación en el censo en tiempos de distanciamiento físico

Con mensajes de texto, misas virtuales, retos en redes sociales y hasta música de Selena, diversas organizaciones intentan llegar a las comunidades difíciles de contar para motivarlos a llenar el cuestionario. En esta labor, que antes hacían de puerta en puerta, deben sortear obstáculos tan determinantes como la desconfianza o la falta de a internet.
7 Jul 2020 – 08:48 AM EDT
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Voluntarias trabajan en el área del condado Starr, Texas. Crédito: LUPE

Para lograr una participación alta y un conteo más preciso en el Censo 2020, la Oficina del Censo extendió el plazo para llenar el cuestionario hasta el 30 de septiembre debido a la pandemia de covid-19. Un conteo preciso permite determinar con mayor exactitud la cantidad de recursos que requieren las comunidades y su representación en el gobierno.

Alcanzar esa meta depende, en parte, del trabajo de los activistas locales, cuyo alcance se ha visto comprometido al tener que cambiar el o cara a cara con la comunidad por estrategias virtuales, que les permitan mantener el distanciamiento físico recomendado.

Cuando Nanci Palacios comenzó a trabajar desde su casa dedicó la primera semana a asesorar a líderes de congregaciones de Florida sobre cómo hacer sus misas de forma virtual, no todos tenían conocimientos de tecnología o de uso de redes sociales. El objetivo era que, al final de estas ceremonias, los pastores dieran un mensaje a sus seguidores sobre la importancia de contarse, y así lo han hecho desde entonces.

Palacios es la directora estatal de Faith in Florida y, junto a un equipo de ocho trabajadores, ha tenido que idear nuevas maneras de acercarse a la gente para invitarlos a llenar el censo, desde capacitar a líderes comunitarios para que compartan el mensaje hasta publicar información en redes sociales. “Cuando comenzamos, era una llamada tras otra, pero nos hemos ido a adaptando. Al principio trabajaba desde las 9:00 de la mañana y terminaba a las 9:00 de la noche, ahora trabajo unas diez horas, entre reuniones por Zoom y llamadas”, explica.

Florida recibe 29,000 millones de dólares al año provenientes de fondos federales. Esta cifra equivale, aproximadamente, a 1,445 dólares por persona contada, de acuerdo con un estudio de la Universidad George Washington. Sin embargo, en Miami-Dade, el condado más poblado del estado, hasta junio de 2020 había respondido el censo solo 56% de la población.

Palacios atribuye la baja participación a la desconfianza. Para ella y su equipo ha sido un reto explicar a la gente que los datos que se suministren en el cuestionario son confidenciales y que solo se usarán para generar estadísticas que sirvan para asignar recursos donde se requieran.

La encuesta de bienestar y necesidades básicas, llevada a cabo en 2019 por el Urban Institute, ya había identificado la desconfianza como una de las dificultades del Censo 2020. En el estudio, 32.3% de los encuestados dijo estar muy preocupado por cómo se usarían sus respuestas y con quiénes se compartirán y 31.6% manifestó que cree muy probable que la información se usará para encontrar a indocumentados.

“Ese miedo no solo lo tienen los que viven sin documentos, también quienes gozan de algún servicio del gobierno. Por ejemplo, es muy común que las personas que tienen una vivienda de las que asignan a la población de bajos recursos en su aplicación hayan dicho que allí solo viven tres personas, pero siempre viven más. Tienen miedo de poner en el cuestionario del censo que son más y que puedan perder ese beneficio”, explica la activista. Pero la desconfianza no es la única barrera.

Para Guadalupe De La Cruz el obstáculo principal es el idioma. Ella es la Directora de Programas de WeCount, y también trabaja en Florida, pero con la comunidades indígenas asentadas en Homestead, las cuales están integradas, principalmente, por mexicanos y guatemaltecos que no hablan ni inglés ni español.

Antes de la pandemia, el plan de Guadalupe era buscar gente de la comunidad que hablara las lenguas autóctonas para que los apoyaran en el trabajo de 'puerta en puerta', que es la forma más efectiva de llegar a esta población ubicada en zonas rurales. Pero la pandemia de covid-19 cambió los planes y la radio ha sido el medio por el que han podido acercarse.

Este grupo, asegura Guadalupe, tiene grandes carencias, como falta de al transporte, a viviendas o a la educación, y muchos temen llenar el censo porque no cuentan con un estatus legal. A través de la emisora comunitaria 97.7 FM La Chispa de Pueblo, WeCount ha transmitido avisos informativos sobre la importancia de contarse para poder mejorar las condiciones de la comunidad; diez voluntarios los tradujeron y los grabaron en Mam, Mixteco, Ixil y Q'anjob'al, las lenguas más usadas por la población indígena del sur de Florida. De esta manera, han logrado enviar un mensaje que llegue a todos.

El reto de informar sin internet

Mientras muchos activistas han podido apoyarse en herramientas digitales, no a todos les funciona esta modalidad, y el trabajo que hace Martha Sánchez lo evidencia. Su recurso más valioso son las llamadas telefónicas. Cuando inició la cuarentena hacía unas mil cada semana para invitar a la gente de su base de datos a llenar el censo. Hoy, no sabe cuántas ha hecho.

Sánchez es una de las coordinadoras de La Unión del Pueblo Entero (LUPE) y trabaja con las comunidades difíciles de contar del Valle del Río Grande, en el sur de Texas. Antes de la pandemia, la activista iba hasta las colonias en persona, tocaba puertas, recorría calles con una bocina y organizaba eventos recreativos, como el Censo Lote, para explicarles por qué es importante llenar el censo.

Si bien la Oficina del Censo ha alentado a la población a llenar el cuestionario por internet, no todos pueden hacerlo. Tal es el caso de los condados del sur de Texas, que registran unas de las tasas más bajas de suscripción a internet de banda en el país.

“Nuestra área está categorizada como difícil de contar, porque somos un área muy rural, el primer idioma que habla la gente es español y no hay mucha internet en estas colonias. Por estar prácticamente aislados, llega poca información y a veces ni la señal del teléfono llega bien”, explica Sánchez.

Muchos hogares de la región, además, tampoco recibieron el cuestionario impreso y para que no se quedaran esperando “porque, posiblemente, no les va a llegar”, la activista social y su equipo pusieron en marcha una estrategia para promover llenar el censo vía telefónica. aron a líderes de las comunidades rurales quienes, a su vez, llamaron a 10 o 20 de sus conocidos, y todos llevaron un mismo mensaje: ‘Llame por teléfono y hágase contar’.

Para Sánchez ha sido un desafío el trabajo virtual: no es experta en redes sociales, pero cuenta con ayuda del equipo de LUPE para publicar en Facebook videos para alentar a la gente a contarse o hacer retos invitando a sus seguidores a subir una foto cuando llenen el cuestionario. Asegura que esta red es la favorita de la gente que tiene a internet en las comunidades con las que trabaja.


Los activistas coinciden en que el mapa de la Oficina del Censo que muestra las tasas de participación en cada estado, ciudad o condado del país es uno de sus más grandes aliados. Sánchez lo revisa constantemente para definir sus próximos pasos: “En el condado de Estrella (Starr), que es donde estoy trabajando, hace 10 años solo se contó el 45% de la gente. Es un área súper rural, súper pobre, abandonada y es una de las zonas donde necesitamos subir los números, pero hay que hacer mucho trabajo. Lo mismo pasa en el condado donde vivo, el de Hidalgo”.

La Encuesta sobre la Comunidad Estadounidense, correspondiente al periodo 2013-2017, determinó que la tasa de pobreza en Estados Unidos fue de 14.6%. Igualmente detalló que entre los seis condados más pobres de Texas figuran Starr e Hidalgo, con 33.2% y 30%, respectivamente. Sánchez apunta esta realidad cuando se dirige a la gente: “Ahora que estamos encerrados podemos hacer algo por nuestra comunidad para rehabilitarla: llenar el censo. Esa es la forma como podemos ayudar a nuestra gente y que se puedan hacer mejoras en el futuro”.

Jóvenes y difíciles de contar

PoderInAction es una organización que trabaja con los jóvenes de la comunidad de Maricopa, en Arizona, y aunque se pueda pensar que llegar a esta población de forma virtual es más fácil porque están familiarizados con la tecnología, ha sido un reto conectar con ellos manteniendo la distancia. En este condado no todos tienen internet o una computadora, por eso resultaba más efectivo arlos directamente en espacios como campus o centros comerciales.

El medio principal de conexión de los jóvenes de Maricopa es su teléfono y, en algunos casos, es el único con el que cuentan. Por eso, sus esfuerzos se centran en llegar a esos dispositivos móviles. La activista ya no sabe cuántas llamadas ha hecho ni cuántos mensajes de texto ha enviado desde que empezó la pandemia. Para optimizar su alcance, incluso habilitaron un servicio de envío de información por mensajería de texto.

Otra de las limitaciones que están enfrentando Hernández y su equipo es que los jóvenes están estresados porque ellos o sus familiares han perdido el trabajo debido a la pandemia y no tienen dinero para la renta o para gastos. En consecuencia, muchos no se han enterado de que se está haciendo el censo y, los que sí lo saben, no lo han llenado porque no lo ven como prioridad.


También es común que los más jóvenes le pregunten a la activista para qué van a llenar el cuestionario si igual no van a tener recursos. Debido a su corta edad, muchos no saben que de la participación en el censo depende la asignación de fondos federales para mantener los programas de asistencia o para construir vialidad y hospitales.

En Arizona, si deja de contar solo el 1% de la población, se perderían 56 millones de dólares al año, durante los próximos 10 años. Con 4.48 millones de habitantes, Maricopa representa la mitad de la población del estado, en el que 31.4% de esta población es hispano.

A esta activista le ha tocado hacer un trabajo educativo usando de las herramientas con las que cuenta, bien sea una videoconferencia o un Facebook Live sobre el Censo y Selena, en el cual, mientras conversaban sobre el conteo, escuchaban canciones de la cantante. También aprovecha las conversaciones en la red con sus jóvenes seguidores para preguntarles si ya en sus casas llenaron el cuestionario, les sugiere hablar con sus padres y contarles lo importante que es el censo y, si ya no viven con sus familias, les dice que se cuenten en la vivienda donde estén.

“La mayoría de estos jóvenes son estudiantes y las familias hispanas confían en lo que dicen sus hijos, especialmente si los padres no hablan inglés. Entonces son los muchachos quienes les informan cómo llenarlo y por qué participar”, explica. "Es un trabajo difícil porque, de alguna manera, tienes que cambiar mentes".

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