¿España ingobernable? Claves para entender las elecciones más fragmentadas

MADRID, España.- Nadie saltó con la alegría del que se siente triunfador al conocerse los resultados de las elecciones en España. Porque nadie realmente ganó, ni nadie verdaderamente pudo decir que será el próximo presidente del país.

El Partido Popular (conservador) fundió la mayoría absoluta y el Partido Socialista (centro-izquierda) dibujó el peor resultado de su historia. Y los dos nuevos y prometedores partidos emergentes, Podemos (izquierda) y Ciudadanos (centro-derecha), tampoco consiguieron ser “el cambio político” que prometían que iban a ser tras la peor recesión de la historia reciente.

La palabra “ingobernable” se repitió en diferentes puntos de la capital en la noche electoral y no se descarta como una posibilidad más: hay muchos partidos, muchas diferencias y muchas fobias entre ellos en este país de 46 millones de habitantes y menos de cuatro décadas de democracia.

Estas son las claves de una noche que todos esperaban y no satisfizo a ninguno.

1. Los dos grandes partidos dan marcha atrás de forma brusca

Los dos grandes partidos en España, las únicas formaciones vivas que han gobernado desde el fin de la dictadura franquista, sumaron casi el 75% de los votos hace cuatro años. Esta vez consiguieron tan solo el 50% de los sufragios.

El Partido Popular, hasta ahora en el gobierno, perdió este domingo más de 3.7 millones de votos y el Partido Socialista restó 1.6 millones al resultado de las anteriores elecciones nacionales.

En el Congreso, el principal órgano legislativo en España, hasta 120 escaños de un total de 350 corresponden a marcas políticas que no existían en 2011. Los recortes presupuestarios, los efectos de la crisis y los casos de corrupción destapados impulsaron en estos años la creación y renovación de marcas políticas.

“Se abre una nueva etapa política en España que debe dejar atrás la imposición y abrirse al diálogo”, dijo ante la prensa Pedro Sánchez, el candidato de la segunda fuerza más votada, el PSOE.

2. Nadie sabe quién será el próximo presidente del gobierno

Mariano Rajoy, presidente del gobierno desde 2011 y candidato de la lista más votada este domingo, se fue a dormir sin saber si seguirá liderando el país en 2016. Eso sí, ante sus seguidores, dio un paso adelante para serlo: “Quien gana las elecciones debe intentar formar gobierno", dijo.

Ningún partido consiguió un número suficientemente holgado de votos como para tener claro quién será el próximo presidente. Y los acuerdos postelectorales son un enigma ahora mismo, por lo complejo y por lo diverso que es el nuevo arco parlamentario. Más de una decena de formaciones estarán en el nuevo Congreso.

El único acuerdo que implica solo a dos partidos sería la gran coalición PP-PSOE, que históricamente se han considerado él uno al otro antagonistas. En las calles de Madrid, los votantes de ambos solo coincidían en un punto: son los dos únicos partidos con experiencia probada para gobernar.

Hay hasta 28 escaños de otros partidos que no son las grandes formaciones, así que también está sobre la mesa un pacto de PSOE con Podemos y otros grupos minoritarios.

3. Podemos se erige como el alumno avanzado entre los nuevos

Hace dos años Podemos no existía como partido político; este domingo consiguió cerca de 5 millones de votos. Liderado por Pablo Iglesias, un profesor universitario de 37 años, este partido ascendió gracias a un discurso en contra de las políticas de austeridad durante una recesión que situó el desempleo por encima del 25% y gracias también a centenares de apariciones televisivas de su líder.

Desde su creación en enero de 2014, los estudios de opinión han ido dibujando un perfil del votante de Podemos: joven, que vive en ciudades, de clase media y con estudios superiores. El partido de izquierdas también parece que atrae a otros asalariados, a estudiantes y a desempleados, en un país donde la pobreza sigue creciendo.

En la mañana de votación, Alejandra García, una camarera de 21 años, solo tenía claro que la única mesa ocupada no le había pagado todavía los cafés. No sabía a quién votaría. En los últimos dos años, a su familia le embargaron por impago una casa de cuatro pisos, le bloquearon las cuentas bancarias y ella y su hermano se han puesto a trabajar. Al final, en la tarde, votó a Podemos.

4. Ciudadanos tal vez no sea la media naranja

Una vez este partido de origen catalán se había presentado a las elecciones generales. En 2008 consiguió unos escasísimos 45,000 votos; en 2011 se abstuvo de presentarse; pero esta vez iba a por todas.

Impulsado por las peticiones de regeneración política en España y entronizado por su fama de orador televisivo, Albert Rivera, un jurista de 36 años, creía que como mínimo su formación iba a ser la media naranja que PP o PSOE necesitaría para llegar al gobierno. Sin embargo, han sido tan solo cuarta fuerza política, con unos 3.5 millones de votos.

“Lo que me gusta de ellos es que no tienen ideología”, argumentaba este domingo Aurora Jiménez, una secretaria de dirección de 48 años, que elogió que Ciudadanos no sea ni de izquierdas ni de derechas. Los estudios de opinión dibujaron el votante de Ciudadanos como un adulto de unos 40 años, de clase media-alta, que es funcionario, autónomo o profesional liberal.

Video: Qué estaba en juego en las elecciones españolas

5. El Partido Popular se mantiene como fuerza más votada

María del Pilar Delgado, una pensionista de 73 años, siempre ha votado al Partido Popular: “En el gobierno han tomado las determinaciones que tenían que tomar, por eso Europa nos felicita. Son los que más saben”, decía cargando de un carrito de la compra en UN barrio obrero de la periferia madrileña.

Y, en realidad, el presidente Mariano Rajoy dijo algo así al celebrar los resultados. "He hecho lo que creía que era bueno para el interés general de España. Ha sido nuestra única guía a la hora de gobernar", afirmó sin mencionar directamente las políticas de austeridad. Normalmente es el partido con la base electoral más envejecida y rural.

Rajoy, que lleva 35 años en política, consiguió ser la lista más votada. Lo consiguió de nuevo y después de una legislatura en la que su partido enfrentó acusaciones de financiación ilegal, asumió múltiples casos de corrupción regional y aplicó medidas económicas altamente impopulares.

6. Los socialistas registran sus peores resultados de la historia

Pedro Sánchez, un economista de 43 años, no consiguió la remontada socialista que él, como cara renovada y joven del partido, buscaba. Los socialistas, que han ostentado seis de las diez presidencias de la España democrática, marcaron este domingo los peores resultados de su historia.

María Luisa Alonso, una madrileña de 47 años sin trabajo, contaba la situación este domingo. En su familia, de tradición socialista, las sobremesas se habían vuelto más tensas: unos confiaban en el PSOE como único partido de izquierdas que ha ejercido poder en España; otros como ella, le querían dar “un tirón de orejas” votando a Podemos.

Andalucía, la región más poblada de España, no le falló a los socialistas. Pero sí zonas tradicionalmente industriales como Catalunya, País Vasco y Madrid. Los estudios de opinión le atribuían cada vez más al PSOE un votante por encima de los 45 años, con pocos estudios y más rural.

7. La ley electoral perjudica a los partidos emergentes

Y esta es otra pieza para entender por qué las elecciones del cambio no lo han sido tanto. El parlamento español se forma de diputados que provienen de circunscripciones provinciales: un sistema que sobrerrepresenta las áreas rurales del país y que infrapresenta los partidos medianos. Incluidos los nuevos como Podemos y Ciudadanos.

En cifras, este domingo, el Partido Popular necesitó unos 58,500 votos para conseguir un escaño en el Parlamento, pero Podemos requirió unos 74,500 y Ciudadanos incluso 86,700.

Lo vivió en sus propias carnes Samuel, un ingeniero de 39 años, que votó a Izquierda Unida, de descendencia comunista. “Fue un error histórico que no llegaran a un acuerdo de izquierdas con Podemos”, decía en el barrio de Lavapiés el votante de un partido que ha pasado de 11 diputados a solo 2. Le sale a 460,000 votos por cada escaño conseguido.

8. Más electores ejercieron su derecho a voto

En estos cuatro años, han crecido en España las protestas en las calles, pero sobre todo las tertulias televisivas, los debates por Twitter y las recogidas simbólicas de firmas por Facebook. Se rompió la democracia por inercia, decía libro en mano José Manuel Román, de 58 años, este domingo en el barrio de Aluche.

Esa tertulia continua se tradujo en una mayor afluencia a las urnas: votaron al Congreso cerca del 73% de los electores, comparado con el 68.9% de hace cuatro años. Y eso que miles residentes en el extranjero, cada vez más numerosos por razones económicas, se quejaron de las dificultades de votar desde fuera del país.

Fue la España que no pudo votar, también estuvo la que no quiso votar y la que sí. Y en realidad no votó una España, ni dos, esta vez votaron muchas.