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Elecciones en México

"El que gane, que haga algo": los mexicanos votan mañana hartos de la corrupción y la violencia

México cierra este domingo el proceso electoral más violento de su historia. La gente lo espera con preocupación y expectativa de mejoras en la economía y en la seguridad.
30 Jun 2018 – 06:53 AM EDT
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CIUDAD DE MÉXICO.- Los comensales de la cafetería Kingo son gente que compra o vende fruta, verdura y abarrotes en el pasillo minorista de la Central de Abastos de la Ciudad de México. Las pláticas en la barra son siempre las mismas, dice Mónica Rivera, la dueña: sobre lo bueno que sería sentirse seguro en la calle y que hubiera más empleo, liquidez, porque el dinero no rinde como antes. Ahorita hay más cocineras que clientes. El que antes pagaba diario un almuerzo, se da el gusto ahora una vez por semana, el jueves, lo más probable, porque hay verdolagas en el menú.


"El que gane, que haga algo. Porque de verdad no estamos nada bien, han cambiado muchísimo las cosas. Hablo por mí pero creo que todos los mexicanos estamos igual. Todos estamos con la misma incertidumbre, estamos muy preocupados por las elecciones porque queremos algo mejor, que todos salgamos con más seguridad a las calles a trabajar. La gente que trabajamos limpio, que podamos salir con los hijos", dice Rivera, que lleva 32 de sus 51 años levantándose a las 5:30 junto a su esposo para abrir la cocina a las 7:00.

La Central de Abastos —el mercado más grande del mundo— padece a pequeña escala los mismos problemas que agobian al resto del país. El aumento de los combustibles; la depreciación del peso; el encarecimiento de la tortilla, del aguacate, de los productos básicos; el repunte del crimen, que en la última década ha cobrado la vida de más de 234,000 personas.

"Mis hijos van a estar un poquito peor que nosotros, si no cambian las cosas", se queja Óscar López —taquero, de 36 años, con tres hijos— mientras cuece en las hornillas los rellenos de bistecs, chuleta y longaniza.

López no ha decidido a quién darle su voto este domingo. Hay cuatro candidatos en la pelea: Jaime Rodríguez Calderón, alias 'El Bronco'. Y ninguno de los cuatro termina de convencerle.

En la Central de Abastos confluyen tantos Méxicos como gente: ahí se cruzan medio millón de personas, de todos los estados, todos los días y cada pasillo es un mundo. En la nave de la cafetería Kingo están los fruteros, que saben vender: "Pásele. Mire. Pruébele". En flores y hortalizas están los productores, con menos labia para el regateo pero más orgullosos, ofreciendo lo que ellos sacaron de la tierra. Entre los bodegueros, la segunda generación fue a la universidad Anahuac, a la Ibero, y muchos renunciaron a puestos ejecutivos para atender el negocio familiar porque allí estaba la plata; y la tercera generación tal vez no estudió y se debate entre seguir con la bodega tal cual o modernizarla.


Claudia Canseco tiene 50 años, una tienda de abarrotes nacionales e importados y la convicción de que México estaría mejor si lo condujera una mujer. "A este país lo que le falta es una mujer que lo gobierne. Las mujeres somos las que educamos a nuestros hijos, a nuestro marido", dice la comerciante. La exprimera dama Margarita Zavala era la única mujer que competía por la presidencia en las elecciones pautadas para este domingo, pero renunció el 16 de mayo a su candidatura independiente. Y Canseco se quedó con las ganas de darle el voto que ahora planea endosarle a Ricardo Anaya, frente al temor de que un eventual gobierno de López Obrador complique aún más su situación económica.

Alfredo, que lleva 14 de sus 30 años vendiendo cocos en el mercado, no confía del todo en la pulcritud de las elecciones pero cree que son la oportunidad para detener las privatizaciones que echó a andar el presidente Enrique Peña Nieto desde 2013, en especial del petróleo y de los servicios de agua y electricidad. "No se puede cambiar todo en un sexenio nada más", reconoce Alfredo, pero cree que el cambio que espera al menos puede comenzar con el eventual triunfo de López Obrador.


Desde que Darinka tiene memoria –y tiene 32 años, tres hijos y una madre que cuidar– la situación social y económica de México y la suya propia se han ido poniendo cada vez peor. Lleva mes y medio vendiendo cremas y quesos en la central, antes fue cocinera y antes trabajó en una notaría donde vio “muchas cosas” –mafias, delincuencia– que sedimentaron su hastío.

"Hay mucha que ya está harta de los delincuentes, harta de los abusos. La clase media baja, que es la que más sufre las consecuencias, pues la clase media alta tiene todos los beneficios que el gobierno puede otorgar, y los de abajo somos los que sufrimos en pagar más impuestos, en pagar justos por pecadores", dice a Darinka y no pide mucho más: "Un país justo, donde mis hijos vivan tranquilos".

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