Pero antes de la icónica imagen del intento de magnicidio que sufrió Trump, la imagen de la campaña iba a ser la del candidato republicano, en abril, sentado en el banquillo de los acusados en la corte de Manhattan donde se convirtió en el primer expresidente criminal convicto de la historia de Estados Unidos. Crédito: AP
Pero la de 2024 fue una campaña llena de rarezas y giros inesperados, como por ejemplo lo temprano que se celebró el primer debate, a finales de junio. Algo que ocurrió precisamente a iniciativa del presidente Joe Biden, sobre quien para entonces ya comenzaba a pesar la duda de la edad. Crédito: AP
El Partido Demócrata no tardó en conjurarse alrededor de la vicepresidenta, a quien el propio Biden apoyó inmediatamente después de anunciar su renuncia. Harris se estrenó con récords de recaudación de fondos y, con energías renovadas, emprendió el reto de darse a conocer al gran público. Crédito: AP
La campaña de Harris estuvo marcada por el equilibrismo que se vio obligada a hacer entre mostrar lealtad a su jefe, el presidente Biden, y marcar distancia con una istración muy impopular por culpa de los altos precios y las noticias sobre la situación de seguridad en la frontera, factores que terminaron por pesar demasiado. Crédito: AP
Además Trump, inmune a los escándalos por sus problemas judiciales y las dudas sobre su salud mental, no paraba de demostrar su capacidad para cooptar titulares con sus exabruptos populistas y producir momentos fotogénicos con actos de campaña como su visita a un McDonald's de Pensilvania el 20 de octubre, un evento cerrado pero que dio para fotografías como esta. Crédito: AP