Tres apariciones con tonos distintos que podrían mover la aguja a días de las elecciones en EEUU
Kamala Harris y Donald Trump y los aliados de ambos candidatos han tenido en los últimos días de la campaña presidencial oportunidades para 'sellar' sus apoyos, en algunas instancias con figuras de peso en la política de Estados Unidos y, en otras, con personajes que de forma sorpresiva se colaron en la agenda noticiosa.
En el lado demócrata esos momentos fueron, por ejemplo, los discursos en los que Harris y la exprimera dama Michelle Obama dieron un tono de optimismo en un ciclo en el que las campañas se han centrado casi exclusivamente a arremeter contra el oponente.
Esto no quiere decir que la dos demócratas no hayan dedicado tiempo a criticar duramente al expresidente Trump, no haberlo hecho habría constituido para algunos un acto de mala praxis política en una carrera sumamente cerrada hasta el final, pero su enfoque no fue solo ese y buscaron captar votos entre grupos cruciales en el camino hacia la Casa Blanca.
En el bando republicano, la atención se centró en el denigrante comentario en el que comparó a Puerto Rico con "basura flotando en el océano".
Michelle Obama habló directamente a los hombres sobre el aborto
El discurso de Michelle Obama en Kalamazoo, Michigan, estuvo dedicado en gran parte a las mujeres y al aborto, y ha sido elogiado por su elocuencia e intensidad. Trump, de quien la ex primera dama habló por lo que catalogó como un “evidente deterioro mental”, dijo días después en Atlanta que el discurso había sido “horrible” y que ella había cometido “un gran error”.
Michelle Obama expresó su frustración por el doble estándar con el que los medios y algunos votantes juzgan a los candidatos presidenciales. “Ignoran la gran incompetencia de Donald Trump mientras le piden a Kamala que nos deslumbre a cada momento”.
Pero el plato fuerte del discurso de Michelle Obama fue el aborto, un tema que se ha convertido en la gran pesadilla republicana en el actual ciclo electoral y el cual ella abordó en forma directa a los hombres, explicando como las restricciones a los cuidados de salud reproductiva pueden afectar a las mujeres en sus vidas.
“Tu novia podría ser la que esté en peligro legal si necesita una píldora de otro estado o del extranjero o si tiene que viajar a través de las fronteras estatales porque la clínica local cerró”, explicó Obama.
“Tu esposa y madre podrían ser las que corren un mayor riesgo de morir de cáncer de cuello uterino no diagnosticado porque no tienen a atención ginecológica regular. Su hija podría ser la que esté demasiado aterrorizada para llamar al médico si está sangrando durante un embarazo inesperado. Tu sobrina podría ser la que sufra un aborto espontáneo en su bañera después de que el hospital rechazara atendrla”, agregó la ex primera dama.
Michelle Obama no solo hizo referencia la pérdida del derecho al aborto en estados gobernados por los republicanos, sino también a la carencia de atención ginecológica y a los riesgo que corren las mujeres y los provedores de servicios de salud por las draconianas leyes contra el aborto promulgadas en esos estados.
“Esto no solo afectará a las mujeres. Te afectará a ti y a tus hijos”, dijo.
Harris hizo un llamado a la unidad
Harris presentó su argumento de cierre de campaña el pasado martes en un discurso de 30 minutos ante 75,000 personas, según su campaña. Lo pronunció desde el parque La Elipse en Washington DC con la Casa Blanca de fondo, el mismo lugar desde donde los partidarios de Trump salieron a asaltar el Capitolio.
El mensaje de Harris, sin embargo, fue distinto. "No creo que las personas que no están de acuerdo conmigo sean el enemigo", dijo Harris en una clara referencia a Trump, quien ha calificado a quienes no lo apoyan como “el enemigo interno”, incluso con referencias al posible uso de las fuerzas del orden contra ellos.
"Tenemos que dejar de señalar con el dedo y comenzar a unir fuerzas", dijo Harris. Llegó la "hora de pasar la página del drama y el conflicto, el miedo y la división”, agregó.
Harris también tuvo un gesto en su discurso que no se le ha escuchado hasta el momento a Trump: reconocer que es capaz de cometer errores. "Seré honesta con ustedes, no soy perfecta y cometo errores", dijo. "Pero esto es lo que te prometo: siempre te escucharé, incluso si no votas por mí. Siempre te diré la verdad, incluso si es difícil de escuchar".
En un momento, Harris presentó su caso ante los republicanos moderados recordándoles por qué no querían votar por Trump, a quien describió como un hombre "consumido por el agravio". "Sabemos lo que Donald Trump tiene en mente: más caos, más división y políticas que ayudan a los que están en la cima y perjudican a todos los demás", dijo Harris. "Ofrezco un camino diferente", acotó.
El comediante que se coló en el ciclo noticioso con un insulto a Puerto Rico
El discurso de Hinchcliffe estaba supuesto a ser un simple y olvidable acto menor para entretener al público antes de la llegada de Trump al Madison Square Garden, pero resultó ser lo opuesto. Después del evento muchos se enfocaron en su ofensivo comentario, como su Trump nunca hubiese estado allí.
La andanada ofensiva no dejó por fuera a ningún grupo, con excepción de los blancos anglosajones, pero el peor de los insultos los reservó al archipiélago de Puerto Rico. “No sé si ustedes saben esto, pero ahora mismo hay literalmente una isla flotante de basura en medio del océano. Creo que se llama Puerto Rico”.
Trump dijo que no lo conoce ni sabe quién lo colocó en la tarima, pero no se ha disculpado de forma contundente.
La reacción de candidatos republicanos en lugares con alta concentración de votantes latinos, como el senador Rick Scott de Florida y la representante María Elvira Salazar del mismo estado, no se hizo esperar separándose lo más que les fue posible del episodio. La reacción de puertorriqueños de alto perfil fue inmediata.
Los comentarios racistas de Hinchcliffe se extendieron como un reguero de pólvora provocando indignación y rabia en la comunidad puertorriqueña, y latina en general. Esto podría complicar a Trump en los 'estados péndulo' en los que vive un estimado de más de un millón de puertorriqueños, especialmente en el crucial estado de Pensilvania, donde según la oficina del censo de Estados Unidos viven más de 472,000 boricuas.
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