Así reconquistaron los demócratas el Medio Oeste en las elecciones de mitad de periodo
Donald Trump tiñó de rojo hace dos años el Medio Oeste. Sus victorias en estados como Iowa, Wisconsin, Michigan y Ohio empujaron a algunos observadores a pensar que podía haber llegado el final del dominio demócrata en la región. Los resultados de esta semana han desmentido esa hipótesis y han señalado los puntos débiles de los republicanos para la futura carrera presidencial.
Los republicanos recuperaron los escaños en contiendas en el Senado en Indiana, Missouri y Dakota del Norte y conservaron los gobernadores de Iowa, Ohio y Dakota del Sur. Pero perdieron varios escaños en distritos centristas de la Cámara de Representantes y también los gobernadores de Michigan, Wisconsin, Kansas e Illinois.
Parte del resurgir demócrata tiene que ver con el perfil moderado de sus candidatos. Gretchen Whitmer ganó en Michigan prometiendo “arreglar las malditas carreteras”. Tony Evers ganó en Wisconsin señalando como aval su gestión como responsable de las escuelas del estado. Laura Kelly se presentó ante los votantes de Kansas como el antídoto contra el extremismo de sus rivales y como “la gobernadora de la educación”.
El triunfo de Kelly es especialmente llamativo en estas elecciones, que han acentuado la brecha que separa el campo y la ciudad. Al fin y al cabo, Trump ganó Kansas por 20 puntos hace dos años y el vecino Missouri se deshizo de la senadora demócrata Claire McCaskill. ¿Por qué Kansas votó en otra dirección?
Lo primero que cabe decir es que las carreras a gobernador tienen sus propios ritmos. El perfil del candidato es más importante que en una campaña a la Cámara de Representantes y tarde o temprano el partido en el Gobierno se desgasta y abre una oportunidad para quien está en la oposición. Ese desgaste fue muy evidente en Kansas, donde el gobernador Sam Brownback persiguió una agenda radical de recortes de impuestos que dejó al estado sin ingresos y deterioró los servicios públicos, como explica Charles Pierce en este texto.
El otro factor que propició la derrota republicana fue la elección de un candidato tan estridente como Kris Kobach, cuyas políticas contra los inmigrantes reforzaron la imagen extremista del partido y permitieron a Kelly presentarse como la candidata del sentido común.
No fue la única carrera que los demócratas ganaron en Kansas. La aspirante Sharice Davids derrotó al congresista Kevin Yonder y se convirtió en la primera indígena en servir en el Capitolio y en la primera representante del estado abiertamente gay.
Ni Kelly ni Davids defendieron posiciones estridentes ni protagonizaron vídeos virales durante la campaña. Al igual que otros candidatos del Medio Oeste, construyeron su imagen sin apenas nombrar al Presidente y en torno a propuestas moderadas como reducir los precios de los medicamentos o perfeccionar la reforma sanitaria aprobada por Barack Obama en 2010.
Al otro lado del Medio Oeste, en la Michigan del cinturón del óxido, los demócratas ganaron con un mensaje muy similar. A las afueras de Detroit, en el distrito 8 del estado, la candidata Elissa Slotkin derrotó por cuatro puntos al congresista republicano Mike Bishop presentando como aval su experiencia como agente de inteligencia y servidora pública con Obama y George W. Bush. “No importa la razón por la que no me has apoyado. Quiero que sepas que sé que mi trabajo es apoyarte a ti”, dijo Slotkin a los votantes del distrito en la noche electoral.
Slotkin no es la única demócrata con experiencia en Washington que se ha lanzado en esta elección a la política. Haley Stevens ganó el distrito 11 de Michigan subrayando su trabajo en el rescate a la industria del automóvil y la enfermera afroamericana Lauren Underwood fue elegida en distrito 14 de Illinois tras enarbolar su trabajo en el Departamento de Salud implementando la letra pequeña de Obamacare.
En estados como Pennsylvania, los demócratas ganaron varios escaños con la ayuda de las decisiones judiciales que cambiaron el diseño interesado de los distritos. En Iowa no derrotaron a la gobernadora republicana Kim Reynolds pero sí ganaron el control una de las cámaras de la legislatura estatal y recuperaron dos de los cuatro escaños de Iowa en la Cámara de Representantes con dos candidatos muy distintos: la joven progresista Abby Finkenauer y la centrista Cindy Axne, que se presentó como “una experta en la eficiencia” y en ahorrar dinero al contribuyente.
No todo fueron buenas noticias para los demócratas en el Medio Oeste. No lograron recuperar ningún distrito en Wisconsin ni en Ohio y perdieron por goleada en los condados rurales de la región. Este extremo puede ser un problema en la carrera presidencial de 2020, cuando la presencia de Trump en la papeleta puede empujar a votar a los votantes blancos sin educación universitaria que le ayudaron a ganar en 2016.
¿Deberían los demócratas elegir un candidato presidencial del Medio Oeste? La pregunta se la hacía esta semana en Politico el analista Bill Scher, que llegaba a mencionar los nombres de los senadores Amy Klobuchar y Sherrod Brown y el del congresista Tim Ryan. También el de Joe Biden, que menciona a menudo sus raíces en la ciudad minera de Scranton.
Los cuatro se han interesado en algún momento por la posibilidad de lanzarse a la carrera y es probable que los veamos este invierno en Iowa y New Hampshire. Pero los demócratas deberían extraer las lecciones correctas de la reconquista del Medio Oeste. Es menos importante la geografía electoral que la importancia del mensaje y del perfil de los candidatos.
El triunfo de Lauren Underwood demuestra que una aspirante afroamericana puede ganarse la confianza de un electorado blanco. La derrota por la mínima de Beto O’Rourke prueba que estados sureños como Texas o Georgia pueden estar a su alcance con un buen líder. Las propuestas populares y la política sin estridencias ganan más votos decisivos que los gritos contra Trump.