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Elecciones 2016

El pasado oscuro que desplazó a Manafort, jefe de campaña de Trump

En un segundo gran giro sorpresivo en menos de dos meses, la campaña de Trump baja de rango a su ejecutivo más alto. La larga trayectoria de Manafort representando en Washington a mandatarios acusados de violaciones de derechos humanos y su conexión con Rusia tiene mucho que ver en esta decisión.
17 Ago 2016 – 12:53 PM EDT
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Paul Manafort en la Convención Nacional Republicana en julio 2016. Crédito: Foto por Win McNamee/Getty Images

La campaña de Donald Trump volvió a dar un giro sorpresivo a su campaña al contratar al presidente de la publicación conservadora Breitbart como jefe ejecutivo, efectivamente bajando de rango a su actual jefe de campaña, Paul Manafort.

Este sería el segundo gran cambio a la campaña de Trump en menos de dos meses, tras el despido de su anterior jefe de campaña, Corey Lewandowski, a finales de junio.

¿Qué pudo precipitar este nuevo cambio? El trabajo de Manafort para el autoritario exlíder pro-ruso de Ucrania, Viktor Yanukovych, había sido cuestionado desde su entrada en la Torre Trump, pero en la última semana se conocieron informaciones que comprometen seriamente al expresidente de campaña de Trump. Manafort, diseñó un plan de cabildeo secreto en Washington en favor del partido pro-ruso que gobernó Ucrania hasta 2014 y para el que trabajó como consultor. Ese tipo de actividad está penado con hasta cinco años de cárcel. Las revelaciones surgen tras numerosas críticas contra Trump por sus actitudes amistosas hacia Vladimir Putin, presidente de Rusia.

Republicamos a continuación parte de un perfil escrito por el redactor político Fernando Peinado sobre el trabajo de Manafort para líderes extranjeros cuestionados.

Manafort, un veterano consultor político de 67 años, es conocido por haber trabajado en los corredores del Capitolio y la Casa Blanca con clientes como los expresidentes republicanos Gerald Ford, Ronald Reagan y George W. Bush, pero menos se ha informado sobre su labor en el extranjero como asesor de varios dictadores y líderes de dudosa reputación como el ucraniano Viktor Yanukovich, el filipino Ferdinand Marcos o el congoleño Mobutu Sese Seko.

Manafort fue contratado por Trump a finales de marzo para gestionar una crisis potencial, cuando parecía que el empresario iba a ganar las primarias sin una mayoría suficiente de delegados para hacerse con la nominación de manera automática.

Reportes indican que una lucha de poder estalló entre él y Lewandowski desde poco después de su entrada en el equipo.

El rol de Manafort como "gestor de delegados de la Convención" quedó desfasado el 3 de mayo, una vez que Trump se convirtió en virtual nominado republicano al alcanzar la cifra mágica de 1,237 delegados. Dos semanas más tarde, fue promocionado a "presidente de campaña y estratega jefe".

Cuando se unió al universo Trump, la atención de los medios se centró en la experiencia de Manafort en la última convención negociada del Partido Republicano, en 1976, cuando trabajó para el nominado Gerald Ford. Ahora a Trump quizás le resulte más útil su habilidad para rehabilitar la imagen de líderes en problemas.

En 1981, Manafort se unió a Roger Stone, otro de los asesores actuales de Trump, y otros dos socios con conexiones en Washington para formar la consultora Black, Manafort, Stone & Kelly. Grandes corporaciones y gobiernos extranjeros buscaron la influencia de la firma para ganar a los líderes estadounidenses.

Ante prensa y políticos estadounidenses, Manafort y sus socios se convirtieron expertos en presentar la cara amable de algunos de sus turbios clientes.

"Manos manchadas de sangre"

Entre sus primeros contratos en los años 80 se encontraba Mobutu Sese Seko, el dictador militar que gobernó con puño de hierro Zaire, el nombre que él mismo le dio a la República Democrática del Congo.

Después de ese acuerdo, la consultora agrandó su portafolio con lucrativos contratos, sobre todo en África, según escribió en 1992 el periodista Art Levine para la revista Spy.

"Di el nombre de un dictador y Black, Manafort te nombrarán su cuenta: Ferdinand Marcos, $900,000 al año, el ya depuesto dictador somalí, $450,000; el gobierno de las Bahamas vinculado al narcotráfico, $800,000", escribió Levine.

Sobre este último contrato la consultora aseguraba que se dedicaba a ayudar a las Bahamas a obtener más ayuda de Estados Unidos en la lucha contra el narcotráfico.

El artículo de Spy incluía un ranking de firmas lobistas con "manos manchadas de sangre" que daba la primera posición a Black, Manafort, Stone & Kelly.

En un informe de 1992 del Centro por la Integridad Pública, o Center for Public Integrity, en inglés, llamado "The Torturer's Lobby" (El lobby de los torturadores), la firma de Manafort fue incluida junto a otras nueve dedicadas a representar en Washington a gobiernos violadores de derechos humanos que reciben ayuda de Estados Unidos.

Una portavoz de Black, Manafort, Stone & Kelly dijo entonces que la consultora no trata de "justificar" los abusos y que en su lugar, "trata de abrir un diálogo".

Univision intentó conseguir una entrevista con Manafort a través de la portavoz de Trump, Hope Hicks, pero al tiempo de publicación de esta nota no respondió a una solicitud por correo electrónico.

La resurrección de Yanukovych

Una de las tareas por las que Manafort ha recibido tanto elogios como críticas ha sido la resurrección política del expresidente ucraniano Viktor Yanukovych.

Cuando requirió los servicios de Manafort en 2005, Yanukovych había abandonado el poder por la puerta de atrás. Protestas masivas a finales de 2004 que recibieron el nombre de "Revolución Naranja" forzaron su dimisión. Como primer ministro era detestado por su cercanía a Rusia y había sido acusado de un fraude electoral de gigantescas proporciones en la campaña por la presidencia.

Manafort consiguió diseñar un plan para su cliente por la que consiguió suavizar su imagen y presentarlo como un líder pro-europeo, una promesa que resultó ser vacía pero que le funcionó, le dice a Univision el consultor estadounidense basado en Kiev, Brian Mefford.

"Manafort fue el maestro estratega que consiguió rescatar la carrera de Yanukovych", valora Mefford.

Durante los siete años que duró el contrato con Yanukovych, su partido ganó elecciones parlamentarias y él se hizo con el cargo de primer ministro en 2006 y más tarde, en 2010, con la presidencia.

Los críticos apuntan que Manafort está detrás de la polémica retórica que Yanukovych usó en su campaña presidencial, explotando las divisiones entre el occidente de Ucrania, pro-europeo, y el este, pro-ruso, lo que en 2014 desembocaría en la Guerra Civil.

Ahora Manafort tiene por delante otra misión que probablemente le resultará algo familiar.

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