Cinco claves para entender la derrota de Hillary Clinton

Una suma de factores que no se reducen solo a la efectividad del mensaje de Donald Trump entre votantes blancos de clase media baja contribuyeron a la derrota de quien se hubiera podido convertir en la primera mujer presidente de Estados Unidos, Hillary Clinton.
Entre la falta de carisma, la mala imagen de la candidata y la sombra del manejo de un servidor privado que nunca dejó de posarse sobre su aspiración presidencial, Clinton logró el voto popular, pero no pudo conquistar a ese electorado que la odiaba vehementemente y que en suma estaba concentrado en estados decisivos para el ganador. Aquí te damos algunas claves para entender qué pasó.
1. El FBI y la investigación que no fue
Aunque faltando solo dos días para la gran cita electoral, el director del FBI, James Comey, dijo que tras revisar nuevos e-mails se mantenía en su decisión anterior de que Clinton no debía ser imputada por el uso de un servidor privado, el daño ya estaba hecho. No fue suficiente para eliminar la imagen de desconfianza con la que navegó toda su campaña la candidata.
Comey había dicho 11 días atrás en una carta al Congreso que en el caso de ' sexting' contra Anthony Weiner, expareja de Huma Abedin, mano derecha de Clinton, podrían haber correos relevantes que la acusaran.
Esta misiva, que abría la puerta a una nueva investigación, se convirtió en una estocada final. Tras varios días de investigación, no hubo ni imputación ni culpabilidad.
Lo dijo a dos días de las elecciones. Parecía muy tarde para limpiar la vapuleada imagen de la demócrata, quien pidió disculpas innumerables veces en entrevistas y debates por el uso de un servidor privado durante su labor como secretaria de estado, que ella misma calificó como "un error".
Incluso este sábado la propia Clinton dijo que la intervención de Comey le costó la presidencia.
2. Gary Johnson, ¿el Nader del 2016?
Al conocerse los resultados del triunfo de Trump en la crucial Florida por escaso margen, volvió la pesadilla del rol que cumplió en el 2000 el entonces candidato del Partido Verde, Ralph Nader, quien se quedó con casi 95,000 votos del estado péndulo por excelencia. Allí George W. Bush finalmente se coronó presidente por un margen de solo 538 votos, que los demócratas aseguran habrían ido a Al Gore, si Nader se hubiera retirado de la carrera.
En 2016 fue el candidato libertario Gary Johnson quien se llevó un pedazo de la torta . Aunque obtuvo solo un 2.2% de los votos frente al 49.1% para Trump y el 47.7% para Clinton, los cálculos electorales sugieren que de haberse ido ese flujo de votantes para la demócrata, sería ella la presidenta del país.
Sin embargo al haberse presentado Johnson como un candidato conservador en lo fiscal y liberal en lo social, es improbable predecir que su electorado fuera unánime, o no terminara ayudando en cambio a inflar los números de Trump.
3. Los seguidores de Sanders, enamorados eternos de su revolución
Solo una parte de los partidarios del senador por Vermont Bernie Sanders, el rival demócrata de Clinton en las primarias, siguieron a su líder en la idea de apoyarla hasta el final y frenar la llegada de Trump a la Casa Blanca.
Muchos millennials no le perdonaron a Clinton el juego sucio durante las primarias revelado por WikiLeaks, donde se descubrió que Debbie Wasserman, presidenta del Comité Nacional Demócrata, no se mantuvo neutral en la competencia entre los dos candidatos para recibir la nominación. El escándalo fue tan grande que Wasserman terminó renunciando al cargo de presidenta de su partido.
Si Sanders, a pesar de haber estado casi 10 años en el Senado, era considerado un outsider por su promesa de enfrentar al ' establishment' y sobre todo a los millonarios de Wall Street, Clinton representaba precisamente la cercanía a esos sectores y los revolucionarios más pasionales por "Feel the Bern" nunca pudieron verla como símbolo de cambio.
Aunque en algún momento Jill Stein, parecía recoger esas quejas con su movimiento verde, la verdad es que su candidatura no se materializó nunca pues, aunque consiguió poco más de un millón de votos, esto no pasó en estados claves.
La duda queda sobre qué habría pasado si en la carrera demócrata se hubieran presentado nombres como Joe Biden o Elizabeth Warren. Imposible saber si hubieran podido generar tal lealtad de partido.
4. WikiLeaks y la sombra de Rusia
Una cascada de revelaciones en los e-mails de WikiLeaks que mostraban a una Clinton cercana a los inversores de Wall Street para quienes daba charlas por las que recibía millonarios honorarios y cuyo contenido sugería que mantenía una postura en privado y otra en público, fue devastadora para su imagen.
Las últimas semanas previas a la elección, la filtración de correos del director de su campaña, John Podesta, quien nunca certificó su autenticidad, demostraron además que los propios de su equipo consideraban que su criterio político no era el mejor, que había algo de deshonestidad en sus actos y que no era muy auténtica en sus formas de conectarse con el público.
Clinton respondía con evasivas a estos contenidos como lo hizo en el tercer debate en donde culpó a Rusia de interferir en la elección, algo que el mismo Barack Obama respalda y que todavía está en materia de investigación.
Vladimir Putin, mandatario de Rusia, fue uno de los primeros en felicitar al flamante presidente Trump y varios de su campaña tienen lazos oscuros con empresarios de ese país.
5. Ella
¿Fue el hecho de que Clinton fuera mujer un factor determinante para que muchos no votaran por ella? ¿Se encontraba Estados Unidos realmente maduro para elegir a la primera mujer presidente?
A juzgar por los resultados, no. Lo que demostraron fue la imposibilidad de que un electorado mayoritariamente masculino fuera precisamente el que ayudara a Clinton a romper ese techo de cristal cuando su competidor representaba justamente lo opuesto: la misoginia y la oportunidad de mantener el statu quo de la situación de la mujer frente a los hombres.
Pero si bien esa infuencia no se puede negar (y claro que había muchos hombres progresistas con Clinton), la candidata misma nunca logró apartarse de esa imagen de hija del 'establishment' en momentos en que el electorado estaba buscando separarse de él, casi castigarlo.
A todo esto se suma el hecho de que muchas mujeres, especialmente blancas de clase trabajadora, no le dieron su apoyo.
A Clinton no pocos le reconocen su pulida carrera en la vida pública que comenzó como abogada de derechos civiles y la llevó a ser secretaria de Estado, pero ni su robusta experiencia ni la cascada de apoyo de importantes figuras de la vida política nacional, el arte y la farándula, le fueron suficientes.
Sin duda la elección de Trump fue un castigo: para Washington, para los políticos de siempre, para los expertos y para los medios que la daban por ganadora. Pero sobre todo para ella, que por ahora dejó en el tintero la posibilidad de que una mujer esté en la Casa Blanca, no solo como primera dama.