Esta prestigiosa profesora podría perder su trabajo: cómo los exámenes y certificados afectan a los maestros de minorías

En su primer año de enseñanza de cuarto grado en Baltimore, Tamika Peters obtuvo la calificación más alta posible en su evaluación oficial.
Peters trajo un enorme bagaje de experiencia a su trabajo: más de una década en su escuela como sustituta a largo plazo y paraprofesional. Hace poco tiempo, obtuvo una maestría en educación y completó la capacitación de Residencia Docente de la Ciudad de Baltimore.
Pero Peters, ahora en su segundo año de enseñanza, también corre el riesgo de ser expulsada de las aulas.
El impedimento: un examen de matemáticas que ha reprobado cuatro veces. Si no lo aprueba al final de este año escolar, tendrá que dejar el trabajo que ama.
"No quiero perder mi carrera", dijo. "Ojalá hubiera una manera que no determinara quién soy yo como maestra o como persona".
Las reglas de certificación que podrían ponerle fin a la carrera de Peters presentan grandes riesgos tanto para las personas como ella como para los estados que han apostado por mejorar la educación aumentando las exigencias para ingresar a la docencia. Han aumentado los requisitos de GPA y han agregado pruebas con la intención de darle más prestigio a la profesión y atraer a los mejores talentos.
Dado que los candidatos de color son menos propensos a superar los obstáculos de la certificación, la política amenaza con excluir a los maestros de color, como Peters, incluso ahora que está aumentando la atención sobre la falta de diversidad en la profesión docente.
A nivel nacional, menos del 7% de los maestros son de minorías, un porcentaje que se ha reducido desde que el gobierno federal comenzó a hacer un seguimiento de esta estadística hace 30 años. Maryland, por su parte, ha declarado una "escasez" de maestros de minorías.
Pero para algunos, el enfoque ayuda a asegurar que los niños de color tengan igual a profesores calificados, incluyendo profesores con una base de conocimientos sólida.
"Las historias individuales no son una buena base para formular políticas", dijo David Steiner, profesor de la Universidad Johns Hopkins y miembro de la Junta de Educación del Estado de Maryland. "Por definición, las políticas ponen límites".
"Lo que es racista es la forma en que ponemos a los maestros menos preparados en las aulas de nuestros estudiantes más desaventajados", dijo.
Un costoso y difícil proceso de certificación
Peters, de 38 años, comenzó a trabajar como profesora sustituta hace 13 años en una escuela primaria en el oeste de Baltimore, la ciudad donde pasó la mayor parte de su infancia. A menudo sustituía a otros maestros durante largos períodos. Con el tiempo, comenzó a cumplir diferentes funciones en la escuela.
"Me encantaba", dijo. " Yo nunca pensé en los títulos. Lo mío era estar en la escuela trabajando con niños, marcar la diferencia, y mis fortalezas me permitieron ocupar varios puestos diferentes en las instalaciones".
Después de un tiempo, el director de Peters la animó a certificarse totalmente para que ella pudiera tener su propia aula. Inicialmente, ella lo dudó, pero su jefe insistió. Finalmente, accedió.
Fue entonces cuando encontró el primer obstáculo. Su promedio de calificaciones universitarias obtenido hacía ya una década estaba una décima de punto por debajo del umbral del estado para los maestros, que era de 2.75. Así que se matriculó en un programa de maestría, lo que le permitió tomar clases adicionales y aumentar su GPA.
A partir de allí, se matriculó en la Residencia Docente de la Ciudad de Baltimore, que capacita a aspirantes a maestros durante el verano.
Ambos programas, dijo Peters, fueron de poca ayuda para ella como maestra, especialmente porque ya había estado trabajando en una escuela durante mucho tiempo. También tuvieron altos costos. Contrajo una deuda para pagar el programa de maestría; la residencia le costó unos 6,000 dólares, y le exigía una intensa carga de trabajo no pagado durante el verano.
Eso le dio a Peters una certificación docente inicial, válida por dos años. Pero para poder seguir enseñando su propia clase, ella debe pasar la montaña de pruebas estandarizadas que Maryland les exige a los maestros. Si no lo hace, sólo puede dar clases como sustituta, lo cual la devolvería al lugar donde empezó.
Peters rápidamente pasó tres exámenes Praxis de lectura, escritura y enseñanza elemental, pero tuvo dificultades con las matemáticas. La primera vez que tomó el examen de matemáticas, reprobó por un amplio margen, aunque más recientemente estuvo a 8 puntos de lograr la calificación aprobatoria. Ahora se está preparando para intentarlo por quinta vez.
"Esos ocho puntos me asustan muchísimo", dijo. "Estoy estudiando cada vez que puedo. Es algo difícil cuando estás centrada en hacer las cosas y además tienes tu vida y estás todo el tiempo nerviosa por tener que tomar esta prueba".
Mientras tanto, se ha acumulado el costo de los exámenes. Cada examen de matemáticas adicional cuesta 90 dólares. Hasta ahora ella ha gastado cientos de dólares en estas evaluaciones requeridas.
¿Cómo se mide el valor de un profesor?
El objetivo de las pruebas y normas de certificación es rechazar a los maestros que no tienen probabilidades de éxito en el trabajo. Pero, ¿el desempeño en estos exámenes sí es buen indicador de cómo Peters –o cualquier otro profesor– se desenvuelve en el aula?
Peters argumenta que no lo es.
"En esta profesión, creo que no se puede juzgar a una persona por lo que dice un papel", dijo Peters, quien obtuvo altas calificaciones en su primer año de evaluación docente. "Realmente hay que observar a la persona trabajando".
Andy Smarick, presidente de la Junta de Educación de Maryland, dijo que no podía comentar sobre casos específicos, pero que la cuestión pone en evidencia una importante tensión.
"Lo que ese escenario obliga a las autoridades a hacer es preguntarse qué es lo que está pasando aquí: ¿Hay algo mal con el sistema de evaluación o el sistema de certificación? Porque podría ser cualquiera de los dos", dijo.
Peters dijo que el examen Praxis enfatiza conceptos de álgebra y geometría que no forman parte de su enseñanza de cuarto grado, la cual se centra en el valor posicional, la aritmética, las fracciones y cómo usar una regla.
Sin embargo, Steiner dijo que tiene sentido exigirles a los profesores un amplio nivel de conocimiento. "Es razonable pedir que el maestro sepa más que sus alumnos, de lo contrario, no puede comprender sus errores", dijo.
Peters dice que ser una maestra negra de estudiantes predominantemente negros también es un factor importante.
"Los disturbios de Freddie Gray empezaron literalmente a menos de 4 minutos en coche de donde doy clases", dijo ella. "Cuando mis niños vienen y quieren respuestas o tienen preguntas… yo les puedo darl la respuesta esencial porque he vivido en esta ciudad".
Las investigaciones respaldan a Peters hasta cierto punto. Los estudios han revelado que los estudiantes de minorías en particular se benefician de tener un profesor de minorías, lo cual conduce a mejores calificaciones, más opiniones positivas acerca de la escuela, menos suspensiones y expulsiones, más remisiones a clases para estudiantes talentosos y menores tasas de deserción escolar. Las investigaciones revelan que los profesores de minorías también tienen mayores expectativas académicas para los estudiantes de minorías que otros profesores.
Al mismo tiempo, las investigaciones han mostrado en general una modesta pero positiva relación entre las puntuaciones de una persona en los exámenes estandarizados y su eficiencia como un maestro, pero estos exámenes pueden ser menos predictivos para los maestros de color.
Un estudio que analizó las puntuaciones en el examen Praxis en Carolina del Norte reveló que los estudiantes negros tuvieron un mejor desempeño con un profesor negro que había reprobado el examen que con un profesor blanco que sí lo había aprobado.
Sopesando los factores concurrentes
Steiner está de acuerdo en que la diversidad docente es crítica.
"Sabemos que, cuando todos las condiciones son iguales, los estudiantes minoritarios… responden mejor a los maestros que comparten su origen étnico", dijo.
Pero Steiner sostiene que la habilidad cognitiva general se asocia con el rendimiento de los profesores y los estudiantes de color no deben recibir clases de profesores con bajas calificaciones académicas.
"Existe un círculo vicioso aquí", dijo. "Tenemos que romper el ciclo de que los maestros con peor preparación les den clases a nuestros estudiantes más necesitados".
Sin embargo, dice Steiner, nada –incluyendo las calificaciones de un maestro– es una garantía de desempeño. Muchas de las cualidades efectivas de un maestro son difíciles de ver antes de que llegue a un aula.
Él imagina una amplia reformulación de la capacitación de los maestros con el objetivo de asemejarla más a los sistemas de otros países, como Finlandia, a los que les va muy bien en las pruebas internacionales.
"Tenemos que rehacer todo el sistema de canalización de profesores: la preparación y la inducción eficientes, un verdadero escalafón profesional, una profesión atractiva que pueda tener serias mejores en el ingreso, como tienen las principales profesiones", dice Steiner, quien señaló que recientemente se unió a la junta escolar de Maryland y quiere abordar la cuestión en el futuro.
Peters, por su parte, dijo que ha visto un incremento en el número de buenos maestros de color que pierden sus empleos a causa de los exámenes de certificación. También ha visto a maestros con altos puntajes tener dificultades en el aula.
"Había una señora [en mi programa de residencia] que se jactaba de su examen", dijo Peters. "No duró más allá de enero en [las escuelas de] la ciudad de Baltimore".
Peters va a seguir tomando el examen de matemáticas hasta pasarlo, al menos eso espera. Pero el proceso ha sido desmoralizador.
"Me siento desalentada", dijo. "No soy una tonta".
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