Cristina Garza: marcando una diferencia en una de las zonas más pobres de EEUU

Mission, McAllen, Brownsville. Y, al otro lado del río Grande, Reynosa y Matamoros. Esa es la zona donde se crió Cristina Garza, hoy de 29 años. Se trata de una región transfronteriza marcada por la inmigración, la escasez de recursos y la falta de oportunidades. Las maquiladoras y las fábricas dominan la industria, pero Garza cree que se puede hacer más.
“Nosotros somos un 99% de hispanos y al menos un 80% vive bajo la línea de la pobreza”, explica desde su oficina en la Corporación de Desarrollo Económico de Mission, donde es directora de programas. “Acá lo que tenemos son trabajos de bajo pago, poca movilidad, poco entrenamiento. Los estamos dejando estancados. No quiere decir que no haya valor, pero tenemos que pensar cuáles son las oportunidades y calidad de vida de quienes viven aquí”.
Nacida en Matamoros, Garza hoy encabeza una serie de programas que buscan mejorar el capital humano de la zona, en específico en la ciudad de Mission. Desde su cargo coordina el programa para emprendedores Ruby Red Ventures, asesora a personas que necesitan financiamiento para sus negocios. Luego de una capacitación y acompañamiento, los candidatos deben presentar sus proyectos y recibir la aprobación de los fondos por parte de jueces.
“Les damos el dinero, hasta 25,000 dolares por negocio. Al año entregamos 100,000 dólares”, explica Garza. “Hasta la fecha hemos otorgado 34 premios y en total hemos dado casi 413,000 dólares a emprendedores en Mission. Otras ciudades cercanas están ahora haciendo proyectos similares”. A su vez, crearon un programa para enseñar programación en el que participan miles de niños, el que partió como una iniciativa extraprogramática, pero que ahora está siendo integrada a las escuelas de Mission.
Este trabajo llevó a Garza recientemente a dar testimonio frente al Congreso estatal de Texas, en Austin. “Hoy la computación avanzada es una clase electiva en el estado”, explica al respecto. “Estábamos tratando de pasar una ley que se llama HB728, para que en las escuelas la computación se tome como un crédito de matemáticas o ciencia”. De hecho, la ley fue aprobada y firmada el 26 de mayo.
Un esfuerzo similar está haciendo con adultos. “Muchos entregan estas clases de programación, pero son carísimas”, dice Garza. “Nosotros las damos gratis, les damos una mensualidad para que puedan vivir de esto mientras aprenden y les damos comida. Acá hay mucha gente que no tiene la posibilidad de tomar un práctica sin pago o estudiar. Eso es algo común para muchos, pero acá no es posible”.
Todo este trabajo resulta curioso cuando uno se entera que Garza estudió Historia del Arte y que su experiencia laboral cuenta pasos por el Museo de Brooklyn, el Guggenheim y la Sociedad Histórica de Brooklyn, además de una maestría en el mismo tema en la sede de Florencia de la Universidad Syracuse. Pero ella también está trabajando en este sentido.
“Lo que realmente quiero hacer es crear una ciudad donde la gente creativa se sienta bienvenida. Porque sabemos que las ciudades creativas son donde la gente en general se siente bienvenida”, dice Garza. “Acá queremos dar una oportunidad para que el arte no sea un lujo, sino que algo necesario y bueno para la vida de la gente”.
Como parte de su labor en la Corporación de Desarrollo Económico ha traído proyectos de arte a la ciudad y en junio tuvo la oportunidad de traer a la fotógrafa Jackie Neale, con quien Cristina trabajó en el Metropolitan Museum of Art de Nueva York. Como parte de esa residencia, Neale trabajó con 14 fotógrafos locales de Mission, muchos de ellos que no tenían experiencia previa. "Fue un viaje muy profundo, fue increible. Ahora, muchos de los fotógrafos que fueron parte de este curso con Jackie están haciendo proyectos propios con sus comunidades y documentando", explica. "No queremos que estén acá estudiándonos. No queremos que vengan a fotografiarnos, como pobres mexicanos”, dice. “Ellos vienen a enseñarnos una habilidad que no tenemos. Para nosotros es invertir en desarrollo profesional y nos lo estamos tomando muy en serio”.
Y, en el camino, Garza también está usando el arte para mostrar esta región de otra forma al mundo. Por eso, en su oficina instaló un contenedor, que es parte del proyecto artístico Shared Studios. “Entras a un portal y te conectas con otro portal en otro lugar del mundo. Ves al otro a los ojos. Estas conectado lugares como un campamento de refugiados en Berlin o Irak, Gaza, Chicago o Brooklyn”, explica.
Han venido niños de escuela a conversar con refugiados o jóvenes que han cantado “El rey” para quienes quieran escucharlo. “Esta es una zona que cuando esta en las noticias siempre es algo muy negativo, ya sea por la inmigración o por la droga”, concluye Garza. “Este portal nos ayuda a mostrarnos al resto del mundo de otras maneras. Nuestra región es ignorada, atorada entre dos países, y ahora es muy importante que como gobierno local y ciudadanos tomemos parte de nuestra narrativa”.