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Ana María Rivera: más derechos y apoyo para los inmigrantes de Connecticut

NEW HAVEN, CONNECTICUT
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11 Jul 2017 – 02:58 PM EDT
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Los días después de la toma de mando de Trump, Ana María Rivera recuerda que fueron tensos en su trabajo. “Acá tenemos clases de inglés y no sabíamos si la gente iba a venir”, dice Rivera, que en ese momento era la directora de Abogacía y Desarrollo de Programas de Junta para Progressive Action, una organización comunitaria que apoya a los latinos en Connecticut. “Pero llegaron. Ellos nos decían que llevan años peleando y que hay que seguir haciéndolo. Esto es abrumador, pero da esperanza”.

Con 29 años, Rivera ha hecho del servicio a la comunidad latina su pasión. Fue una de las líderes de Junta y hoy trabaja como consultora para Connecticut Bail Fund, una organización sin fines de lucro que ayuda a quienes, en situación vulnerable, no tienen los medios para pagar sus fianzas. A través de su carrera ha organizado una serie de iniciativas, desde clases para las comunidades hasta trabajo con los políticos, para promover legislación proinmigrante.

En 2013, fue parte del esfuerzo que logró aprobar –trabajando junto la Alianza de Derechos de los Inmigrantes en Connecticut (CIRA)– una ley que limita las instancias en que la policía local o estatal coopera con inmigración, conocida como ley TRUST.

“Sacamos la idea de California, que había estado tratando de pasar una ley similar, y acá la pasamos unánimemente. Fue una campaña muy efectiva”, dice esta puertorriqueña. “En la actualidad, la policía solo puede interactuar con inmigración en excepciones. Los ‘detainers’ de ICE no se aceptan. Solo se trabaja con órdenes de arresto de jueces”.


A diferencia de otros estados, Connecticut se encuentra a la vanguardia en temas de protección al inmigrante y eso ha ayudado a pasar leyes como TRUST, permitir que los indocumentados tengan licencias de conducir y luchar contra el robo salarial.

Pero, en paralelo, está la labor de apoyo en lo práctico a los inmigrantes. Y no se trata precisamente de dos cosas separadas: se ofrecen servicios y se conecta a la gente con la participación civil. “Les preguntábamos a las personas por qué tienen los problemas que tienen y les preguntamos qué van a hacer ellos para ver el tipo de comunidad que quieren vivir”.

Rivera ite riéndose que en los últimos meses no ha dormido mucho, pero al mismo tiempo dice que ha visto muchas cosas que le han hecho sentirse bien. “Hay más voluntarios y más interés de organizaciones por servir a los inmigrantes”, dice.

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