¿Cuentas de agua más baratas para quienes ganan menos? Estas ciudades lo están proponiendo

Robbie Burks tenía una gotera. Era una gotera lenta saliendo de una cañería que estaba en el sótano. No era tan persistente como para acumular pulgadas de agua, pero sí suficiente para dejar húmedos el piso. También, hacía que la factura mensual de agua de Burks de unos 45 dólares a cifras de tres dígitos. Después de dos años, Robbie Burke recibió un último aviso: su factura sumaba un total de 46 mil dólares.
A lo largo de todo Estados Unidos están surgiendo nuevos proyectos de ley que contemplan un cobro escalonado del servicio de agua según el ingreso mensual de sus residentes. El programa Tiered Assistance Program (Programa de Asistencia Escalonada o TAP por sus siglas en inglés) se inauguró en Filadelfia en junio de este año. Ahora, una legislación similar está en etapa de borradores iniciales en San Francisco y Baltimore.
Las facturas de agua quizás parezcan sólo un costo mensual marginal, insignificante; pero pueden irse sumando. En Flint, Michigan, las autoridades amenazaron con desalojar a más de 8,000 residentes por cobros de agua contaminada que ni siquiera podían beber. Y el año pasado, en Baltimore, más de 1,000 casas fueron sujetas a ventas impositivas debido a facturas de agua que no se pagaron.
Con frecuencia, la carga recae en los hombros de las personas más vulnerables. En Filadelfia, la concejal María Quiñones-Sánchez fue quien redactó la legislación que se convirtió en TAP después de descubrir que sus electores —una población concentrada en vecindarios con las casas más viejas y los niveles más altos de pobreza— debían el 20% del total de la deuda de agua de la ciudad, a pesar de representar sólo el 10% de la población total.
Burks –una agente de viajes jubilada y viuda de 65 años– tiene un ingreso que se ubica bajo el 125% del umbral de pobreza. No podía costear la reparación de la gotera ni tampoco pudo cubrir los cargos mensuales anormalmente altos de su factura de agua, junto con a su hipoteca y servicio de electricidad. A medida que seguía la gotera, se iban acumulando las multas. Estaba paralizada.
“Cuando estás en una situación así y estás preocupada que van a cortarte el servicio del agua, puede ser debilitante”, dice. Eventualmente la ciudad identificó su estatus como una persona en riesgo e intervino: mandó un plomero a la casa y un gerente de caso para conectarla con programas de estabilización de viviendas. Pero historias como la de ella reafirmaron las pruebas que ya eran evidentes: el programa de asistencia de agua de Filadelfia necesitaba una reforma. Ahora que Burks está inscrita en el programa TAP, sus facturas para el servicio de agua oscilan entre $45 y $65 por mes.
El programa aplica subvenciones hacia los costos del servicio del agua, por lo que las facturas que reciben los clientes oscilan entre el 2% y el 4% del ingreso total familiar del cliente sin importar lo que consuman. Y cualquier persona en Filadelfia cuyo ingreso está bajo el nivel federal de pobreza tiene derecho a solicitar el programa. Y si los residentes están experimentando una adversidad especial –tal como una muerte en la familia, violencia doméstica o desempleo reciente– también tienen derecho a solicitar el ingreso.
TAP ha sustituido al método antiguo de ayuda de Filadelfia, conocido como Water Revenue Assistance Program (Programa de Asistencia con Ingresos del Agua). Este programa se consideró como un modelo menos efectivo porque permitía pagos más lentos para personas que ya estaban atrasadas con sus cuentas, pero no perdonaba las deudas acumuladas, según explica Keysha Abad, gerente de caso para Utility Housing Stablization (Estabilización de Vivienda de Utilidad) para el Philadelphia Utility Emergency Services Fund (Fondo de Servicios de Emergencias con Utilidades de Filadelfia). “Los clientes seguían atrasándose y algunos clientes que no podrían costear [las facturas] terminaban con sus servicios del agua cortados”, dice Joann Dahme, gerente general de asuntos públicos del Departamento de Agua de Filadelfia.
Sin embargo, bajo TAP, los clientes no tienen que estar morosos para solicitar el ingreso al programa. De hecho, la ciudad alienta a todos los residentes con derecho a solicitar que lo hagan antes de que las cosas se pongan críticas. Se perdonan las cantidades vencidas en facturas mensuales siempre y cuando los clientes paguen a tiempo sus cuentas ajustadas por TAP todos los meses durante dos años.
El programa TAP de Filadelfia está en sus fases iniciales: la ciudad tiene una población de 1.6 millones y un índice de pobreza del 26%, por lo que las autoridades de la ciudad calculan que 60,000 familias tienen derecho al programa. Y la ciudad sólo está empezando a revisar su primera ronda de solicitudes.
Ahora Baltimore está recurriendo al sistema de Filadelfia como un modelo para su propia propuesta.
“Las Naciones Unidas han identificado un nivel porcentual de ingreso familiar [3%] que es un umbral por encima del cual no debes de tener que gastar por el al agua limpia”, dice Bill Henry, un miembro del concejal de la ciudad de Baltimore que está colaborando con la Baltimore Right to Water Coalition (Coalición de Baltimore sobre el Derecho al Agua) y Bernard Young –presidente del concejo de la ciudad– para preparar un proyecto de ley al respecto. “Tenemos un porcentaje alarmantemente alto de personas en Baltimore que están pagando más que eso”, dice Young.
Testimonios entregados por los residentes de Baltimore al Pro Bono Resource Center (Centro de Recursos Gratis) y compartidos con CityLab por Food & Water Watch (Vigilancia de Alimentos y Agua) relevaron la amplitud de la necesidad en esa ciudad. Hay personas mayores cuyas tarifas han aumentado mientras que sus ingresos se han mantenido fijos. Hay quienes recientemente perdieron a su esposo o esposa, quienes a veces son los sostenes principales de la familia.
“Agoté todo cuidando a y enterrando a mi madre” escribió un hombre que pidió no ser identificado. “Las facturas se vuelven abrumadoras y estoy buscando cualquier asistencia que pueda obtener”, dijo. Hay otros que están enfermos, lesionados o desempleados. Y también los que tienen historias excepcionalmente complicadas: por ejemplo, un hombre que regresó de una estadía en el departamento de su hija para encontrar una factura sumamente alta de agua. “Mi hijo y sus amigos se convirtieron en ocupantes ilegales”, escribe. “[Ellos] habían usado el inodoro en el sótano y no hicieron [nada para] que el inodoro dejara de gotear agua durante dos a tres meses”.
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Estas historias son particularmente alarmantes porque en Baltimore las facturas impagas de agua han provocado que las familias pierdan sus casas. La política inusualmente estricta de Baltimore autoriza a la ciudad a convertir esas deudas en un gravamen fiscal y si este no se paga, las autoridades están facultadas para rematar la casa.
Durante este año, un cuerpo especial de Maryland está planeando reexaminar las leyes obsoletas en cuanto a las ventas impositivas.
La propuesta legislativa de Baltimore en cuanto a las facturas de agua –bajo la cual se realizaría una prueba de ingresos para determinar el derecho a participar– cubriría un segmento más amplio de residentes de bajos ingresos que TAP y pondría un límite más bajo en los pagos.
¿Quién paga?
Entonces, si los residentes de bajos ingresos ya no tendrán que lidiar con estas cargas de cuentas, ¿quién lo hará?
Parte del costo del programa será asumido por otros clientes dentro del sistema, explica Henry. El concejal también espera que cuando las facturas se reduzcan a un nivel más razonable, las otras brechas serán llenadas por los mismos clientes que una vez eran morosos. “Si la cuenta es algo que las personas puedan costear, entonces la pagarán”.
Un nuevo programa del Departamento del Agua de Baltimore fue establecido durante el verano de 2017 con el fin de alivianar la carga de los pagos. Esto se hizo al cambiar la frecuencia de las facturas de trimestral a mensual. “[El Departamento de Agua] hizo eso específicamente sabiendo que las personas con niveles más bajos de ingresos tienen mayores probabilidades de estar viviendo al día (con lo justo)”, explica Henry. “Les es más difícil apartar dinero para que puedan pagar una factura grande cada tres meses. Y es mucho más fácil pagar un tercio de esa factura cada mes”. Sin embargo, este sistema ha tenido sus problemas: en septiembre algunas facturas mostraron niveles altos de consumo que eran incorrectos.
En Filadelfia, a medida que el agua iba goteando por el patio de Burks y el peso de su deuda iba aumentando, la ciudad también tuvo que cargar con el peso de su factura de $46,000 y los recursos desperdiciados. Por una casa de un solo , el uso mensual promedio de agua tenía que haber sido aproximadamente 3 pies cúbicos de agua. Cuando los inspectores finalmente llegaron a la casa, descubrieron que se estaban usando casi 630 pies cúbicos: la cantidad de agua que se usaría en un edificio de departamentos con más de 100 residentes.
“La mano de obra y los materiales para reparar esto rondearon entre los $600 y $700, pero la factura mensual del agua se redujo de $4,000 a $40”, recuerda Rowe. “Después, ya no había más goteras allí, ya sea en términos de dinero o agua”. El programa actual de Filadelfia de Estabilización de Agua empareja a residentes con monitores que buscan señales de uso alto, lo que al final puso fin a la gotera de Burks… sólo que ocurrió con dos años de retraso.
Rowe espera que mediante TAP, Filadelfia desarrolle un sistema de alerta más efectivo. Ahora que la ciudad se responsabiliza en pagar la mayor parte de la cuenta, quizás haya un incentivo mayor para abordar la fuente de los problemas relacionados al agua.
El Departamento del Agua en Filadelfia calcula que el año pasado, un 40% de los contribuyentes se encontraban morosos con sus facturas de agua, dando por resultado una morosidad de $262 millones de dólares.
“Dado que enfrentamos una variedad de retos con el financiamiento, una de las mejores formas en que podamos lidiar con esto es hacer que la gente no regrese a nosotros año tras año por lo mismo”, explica Rowe. “Entonces ahí fue cuando cambiamos nuestra estrategia (…) a algo que es más duradero; donde hay un verdadero cambio en el resultado para una familia y [que] posiblemente podría mover la aguja de la pobreza en la ciudad”.
Este artículo fue publicado originalmente en inglés en CityLab.com