¿La vida en la ciudad te tiene estresado? Escápate a estas casitas en el bosque

En un área recóndita de las montañas de Catskill, en el estado de Nueva York, hay un pequeño campamento que promete ayudarte a escapar del mundo. Ahí, el bosque se extiende al infinito en todas las direcciones y, aparte de uno que otro excursionista, no se ve ni un alma. Para los visitantes que están en esa zona, unas pequeñas cabinas caseras ofrecen sólo las necesidades mínimas.
Es un lugar atractivo para los amantes de la naturaleza, pero quizás también para los visitantes de la ciudad de Nueva York, con su apresurado y estresante estilo de vida. Y esto es justo lo que Getaway —la startup detrás de este campamento— promete aliviar.
La oportunidad por un breve retiro en la naturaleza fue lo que atrajo a Yumi Matsuo, una fotógrafa que quería escaparse de la ciudad durante un fin de semana. Encontró el campamento después de que la empresa detrás del mismo les dio un ‘me gusta’ a sus fotos en Instagram. Cuando Matsuo llegó hasta ese lugar, encontró que la mayoría de las personas que estaban ahí vivían en un radio de 30 millas de su departamento en Brooklyn. “Todos eran neoyorquinos”, dice Matsuo.
Campamentos parecidos han surgido en las zonas forestales que quedan fuera de Boston y Washington DC. Getaway, empresa que comenzó a funcionar en Massachusetts, ocupa 80 acres de los bosques con estas cabinas en forma de caja, hechas de es de madera, todas a una distancia de un viaje de dos horas en auto desde la ciudad. La empresa está apostando a la necesidad de los residentes jóvenes de las grandes urbes, que buscan relajarse en el lugar menos urbano imaginable.
“Cuando estás allá, no necesariamente ves la cabina más cercana”, dice Matsuo. “Cuando uno está dentro de las cabinas, realmente te sientes lejos de todo”.
Getaway utiliza la tendencia de las microcasas y la reduce todavía más, al acomodar sólo las cosas esenciales en 150 pies cuadrados: ducha, cocina, cama y un montón de ventanas para ver al bosque. Las cabinas no quedan tan lejos una de otra, pero cada una tiene su propio acre más su propia vista del boque. De por sí el alojamiento es el destino. “Logramos crear una herramienta ideal para escapar a la naturaleza”, dice Jon Staff, cofundador de Getaway.
El diseño minimalista significa que los visitantes no tienen mucho espacio para asentarse. En una unidad habitual para dos personas, lo primero que se nota es la ventana del tamaño de una pared que queda justo por encima de la cama. La cama misma ocupa aproximadamente un tercio de la habitación. Al lado está el baño: la ducha está elevada para que el agua no drene hacia la cocina, la cual queda a unos pasos de distancia.
La reserva de la cabina se acompaña con una guía sobre actividades de baja tecnología que se pueden practicar para optimizar el relajamiento, así como una caja en la que uno pueda guardar el teléfono móvil bajo llave durante la visita. La oportunidad de desconectarse fue lo que le llamó la atención a Tracy Ann Koch, una istradotra de redes sociales residente en Massachussets y que escogió las cabinas de Getaway en Nuevo Hampshire para “desconectarse de las redes sociales”. Desde entonces Koch se ha convertido en una promotora de la experiencia. “Se los he recomendado a aproximadamente media docena de mis antiguos compañeros de trabajo y el año pasado [regalé una estancia] como obsequio de boda para unos recién casados”, dice.
Indiscutiblemente Getaway no inventó la idea de fabricar escapadas en casas pequeñas en el bosque. Pero lo que destaca la empresa es su ejecución casi obsesiva con el relajamiento, dice Dan Stokols, un profesor investigativo de Psicología y Planificación Urbana en la Universidad de California en Irvine y autor del libro Social Ecology in the Digital Age. Según dice Stokols, al manejar tantos factores externos los visitantes obtienen algo que resulta imprescindible para desestresarse: la percepción de que están totalmente en control de todo lo que está a su alrededor.
“Salir a la naturaleza puede ser una experiencia muy gratificante, pero no necesariamente en áreas abrumadoramente naturales”, dice. Stokols recomienda unas vacaciones que ofrezcan un nuevo ambiente marcado por momentos espectaculares o inusuales: “como, por ejemplo, caminar por el bosque y de pronto ver una parvada de gansos volando”.
Los beneficios de salud que los árboles ofrecen para la vida urbana están muy bien documentados. Ya sea en un parque nacional o bien en un lote pequeño en una ciudad, la vegetación ofrece “un lugar en donde la gente puede recargar sus baterías”, dice Stokols. “Tan sólo vivir en el lado de un edificio de departamentos que queda en frente de un parque público puede mejorar tu calidad de vida”.
El académico dice que el estrés resulta muchas veces de la sensación de siempre estar en línea. Para algunas personas esto conduce a una atrofia emocional: una afección que impide la capacidad de la gente de interpretar señales no verbales y gestionar el conflicto. “Cuándos uno está trabajando y se le interrumpe de 14 a 15 veces al día [debido a] notificaciones y correos eléctricos, cambia el foco de atención y la fragmentación de la atención”, dice Stokols.
Esto ayuda a explicar por qué las ciudades han sido un buen complemento para Getaway… y Staff reconoce esto. “Consideramos que estamos complementando la vida urbana”, dice. “Queremos asegurarnos que la gente pueda pasar tiempo en ambos lugares”.
Debido a la cálida recepción que ha tenido este emprendimiento hasta la fecha y considerando lo rápido que es construir una cabina Getaway, es posible imaginar la aparición futura de estas cabinas en los bosques cercanos a más ciudades grandes. Hay una cosa que Staff no espera ver en los campamentos: retiros corporativos. Cuando las empresas se comunican con Getaway al respecto, ellos les proponen otra cosa. “Les decimos: ‘en vez de eso, ¿por qué no mandas al campamento a tus tres empleados más trabajadores?’”, concluye.
Este artículo fue publicado originalmente en inglés en CityLab.com.