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Enfermedad del cáncer

Una fotógrafa documentó el último año de vida de sus padres que batallaron simultáneamente contra el cáncer

Cuando a su papá le diagnosticaron cáncer de páncreas y su mamá recayó con uno de seno, Nancy Borowick se valió de su cámara fotográfica para perpetuar por siempre esos días donde el amor y el humor fueron el mejor escudo contra los malos pronósticos. El resultado fue un conmovedor libro.
6 Jun 2017 – 11:49 AM EDT
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Hay toda una gama de sentimientos que brotan cuando te enteras de malas noticias. En mi caso, las rodillas se me bloquean, el corazón se acelera y los vellos de mis brazos cosquillean. De cualquier forma, en ese momento lo que sentí fue mucho peor.

Cuando mi padre nos informó a mi marido y a mí, que vendría a Manhattan junto a mamá, me emocioné y, de inmediato, hice un plan para cenar a las 8:00 de la noche en el Café Orlin, mi restaurante favorito. Tan pronto como nos sentamos, supe que algo estaba muy mal.

Mi mamá había sido sometida a distintos tratamientos para su cáncer de seno durante 15 años y había manejado la enfermedad como si no fuera un gran problema, aunque ya estaba en sus cincuentas. ¿Nos iban a decir que todo estaba peor y que se estaba muriendo? No, esta vez fue mi papá. Tenía cáncer de páncreas de estadio 4. Mi mundo de 28 años tembló. Sabíamos lo que esto significaba.

Como fotoperiodista hice lo único que sabía: agarré mi cámara y documenté los tratamientos de cáncer de mis padres durante los siguientes 24 meses, mientras nuestras vidas continuaban. La cámara me acompañó a las sesiones de quimioterapia de siete horas y a las diligencias que hice junto a mamá.


Cuando reflexiono sobre el tiempo que pasé documentando estos complicados meses, no recuerdo haberme sentido asustada de inmediato. Lo que sí recuerdo son las risas como para "hacerte pis encima", las comidas altas en calorías (tal y como lo recetó el médico, por supuesto), las fiestas nocturnas en la cocina y las interminables conversaciones acerca de un plato de Chappaqua asada de la tienda de Susan Lawrence, o del pastel de arándanos de la panadería de Bea.


Todo el mundo enfrenta sus temores a su manera, especialmente el miedo a la muerte. Mi familia se apoyó en el humor para transitar ese difícil momento.

Recuerdo que una noche estaba sentada en el piso del baño cuando papá empezó a cortar el pelo de mamá, que se había convertido en dreadlocks firmemente anudados contra su cuero cabelludo. La quimioterapia había detenido el crecimiento, pero ella no estaba lista para separarse del pelo por tercera vez, como ocurrió con cada diagnóstico de cáncer anterior.
En ese momento, maldije al universo, pidiéndole que le diera a mi mamá descanso al menos una vez. De pronto, ella saltó delante de mí y de mi lente, y colocó parte del cabello recién cortado sobre sus ojos, como si fueran cejas. De allí siguió un desfile de moda y todos (hasta el perro) 'lucimos' su cabello. Que ella tuviera la claridad y la capacidad de encontrar alegría en este momento habla de la tremenda mujer que era.


Al confrontar lo que más temía, usando mi cámara como escudo, pude traspasar el trauma y disfrutar verdaderamente del tiempo que nos quedaba juntos. Si me hubiera escondido de la realidad no tendría la hermosa foto de mis padres con sus manos tomadas en las sillas de quimioterapia mientras recibían sus tratamientos. Eran la definición de fuerza y coraje y ver estas imágenes me refuerza la importancia de no dejar que el miedo me detenga. También me recuerda que debo apreciar cada día y no perder la perspectiva. Como mamá me dijo una vez: "También la vida transcurre aquí, estoy comiendo malvaviscos, ¿sabes?".

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¿Fue espantoso? Por supuesto. Cuando murió Howie, mi padre, en 2013, él tenía 58 años . Mi madre, Laurel, falleció un día antes del aniversario de la muerte de mi padre, con 59 años. Lo más notable fue cómo esos últimos meses se llenaron de amor y vida.

A pesar de que mis padres se han ido, mis hermanos y yo seguimos sintiendo su amor y guía cuando revisamos décadas de cartas y notas. En una pequeña pila de ‘post-its’ nuestra madre nos habla de la importancia de inclinarse hacia el miedo y tomar riesgos: "El valor no es la ausencia de miedo, es saber que tienes miedo y hacerlo de todos modos. No pases los días evitando el riesgo, siendo temeroso. Actúa. Vive la vida en tus propios términos. La vida es preciosa; vívela sin arrepentimientos en tu propia y hermosa voz. Para mis tres ángeles: si quieren hablar o sentir mi amor miren hacia el cielo nocturno, siempre los estaré cuidando".

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