Dejando atrás viejos demonios A Bordo de la BMW R nineT
Hace un par de años contraje una adicción incurable: andar en motocicleta. Desde ese entonces me encuentro constantemente buscando y creando oportunidades para salir de la ciudad en alguna de ellas.
A partir del 2016 Motorrad (división de motocicletas de BMW) empezó a enviar un número muy limitado de sus unidades de prueba a la región Sur-Este de EEUU y desde ese entonces he tratado de aprovecharlas al máximo.
En esta ocasión se “presentó” la oportunidad de viajar por carretera desde Miami hasta Tampa. En un recorrido total aproximado de 560 millas (896 Kms) atravesando el estado de Florida de costa-a-costa.
El Plan
Aprovechando que mayo es en Estados Unidos el Mes de la Seguridad en Motocicleta aparecimos en vivo en Despierta América, el popular programa mañanero nacional de Univision, mostrando el equipo adecuado para andar en moto por carretera. Inmediatamente después fui a mi oficina para luego iniciar el trayecto puntual a las 11:00 am.
La ruta sería simple. Mi plan era iniciar el trayecto en la autopista I 75 dirección oeste atravesando Florida de costa-a-costa. Luego enfilaría la moto hacia el norte sobre la misma vía hasta llegar a Tampa. Según Google Maps ese primer trayecto debía tomarme 4 horas, pero sabiendo que el algoritmo utiliza las velocidades máximas permitidas para calcular sus estimados de tiempo, mentalmente ajusté el resultado a solo 3 horas basándome en experiencias pasadas.
El plan contemplaba pasar la noche en Tampa y emprender el retorno sin apuro y descansado antes del medio día para llegar a Miami justo antes del anochecer.
El vehículo: BMW R nineT 2017
Esta motocicleta es clasificada como una roadster y es con la que Motorrad celebró los 90 años de su fundación en 1923.
Después de verla y manejarla quedó claro que tanto su estilo como sus sensaciones de manejo fueron inspiradas en los modelos originales.
El resultado ha sido una autentica motocicleta retro-moderna que mantiene detalles clásicos como el faro delantero redondo, motor Boxer enfriado por aire/aceite, transmisión por cardan, ruedas con radios/rayos, etc.
El motor de cilindros opuestos tiene 1,200cc desplazamiento y es capaz de producir 110 caballos de fuerza a 7,500 rpm y 87 lb-pie de torque a 6,000 rpm. La transmisión manual es de 6 velocidades y dirige la potencia a la rueda posterior a través de un eje cardán.
El sistema de frenos está compuesto por un disco flotante de 320mm al frente y otro normal de 265mm por detrás. Como todos los otros modelos de la marca, la R nineT incluye sistema electrónico de frenos anti-bloqueo de serie.
El sistema de suspensión cuenta con una horquilla telescópica invertida adelante (46mm) y atrás con un brazo de aluminio Motorrad Paralever.
Su tanque de gasolina de aluminio expuesto y con un ribete soldadura en el centro le da un tono artesanal y vintage de excelente gusto. Su capacidad para alojar hasta 4.8 galones (18 litros) le da una autonomía aproximada de 156 millas (250 Kms).
BMW define el estilo de la R nineT como minimalista, lo cual se hace aparente al ver el cuadro de instrumentos analógicos que solo muestra un tacómetro y un velocímetro y el cual es complementado con una pequeña pantalla digital con información básica del recorrido. El tema minimalista sigue en el diseño exterior que fue concebido para poder ser modificado y personalizado a gusto del propietario utilizando por supuesto, los rios ofrecidos por Motorrad, sin correr el riesgo de perder la vigencia de la garantía.
Equipo de Seguridad
En esta oportunidad Roland Sands me envió su último modelo de casaca o chamarra de cuero perforada “Walker” ($400) de excelente calidad y utilidad, ya que tiene la capacidad de quitar/poner los pads protectores ($90). También envió un par de los cómodos guantes "Dezel" color tabacco ($70) con diseño retro.
También usé un casco AGV K3 ($220). Los gráficos son “Gothic” replicando los de Valentino Rossi 'The Doctor'. Su forma toma algunos detalles aerodinámicos de la tecnología empleada en Moto GP, es cómodo, liviano y bien balanceado.
El Viaje
La R nineT y yo conseguimos familiarizarnos y ganarnos la confianza mutua después de pocas millas de recorrido sobre la autopista, encontrándonos por momentos alcanzando velocidades por encima del límite sin siquiera percatarnos. Lo que causó problemas más adelante.
Esta motocicleta es generosa en su entrega de torque y muy ligera durante los cambios de carril, facilitando el adelantamiento de vehículos de manera ágil y predecible.
Decidí detenerme a la mitad del recorrido hacia el oeste para revisar el GPS y asegúrame que nos encontrábamos aún sobre la ruta correcta. En ese momento me percaté que si manteníamos el mismo ritmo conseguiríamos llegar a la hora calculada por mi y no por Google.
Un primer percance ocurrió cuando me detuve a rellenar el tanque de gasolina. Ante mi apuro olvidé mi mochila junto al surtidor de combustible. Afortunadamente me percaté de mi olvido después de haber recorrido solo un par de millas. De vuelta en la estación de servicio encontré mi paquete en el mismo lugar donde lo había dejado. Felizmente nadie se lo había llevado o llamado al escuadrón anti-bombas local.
Con ansias de recuperar el tiempo perdido (cerca de 10 minutos) conduje con mayor determinación y un poco más de agresividad. Rápidamente perdí noción del tiempo, velocidad y realidad. Solo recuerdo andar enfocado en el trazado constante de la línea para atravesar el tráfico de manera efectiva.
Esa no fue la primera vez que experimenté ese estado de éxtasis mental y emocional que solo te lo puede dar la conexión con una motocicleta. Un estado que solo ocurre cuando máquina y conductor consiguen absoluta sintonía. Es esta la mítica sensación a la que se refieren todas las marcas en sus promociones cuando utilizan las famosas (y muy abusadas) palabras: 'sensación de libertad'.
Fue durante ese clímax que un Dodge Charger negro y amarillo alcanzo mi vista periférica, el cual gracias a sus vistosas y parpadeantes luces rojas y azules sobre su techo me trajo de regreso a la cruda realidad.
A partir de ese momento todos mis esfuerzos se tornaron en hacer lo posible por minimizar el inminente daño a mi cuenta bancaria y quizás hasta a mi derecho a conducir legalmente en este país.
En el pasado hablé con policías sobre este tipo de situaciones y todos me recomendaron orillarme rápido, de manera segura y tratar a los oficiales con el mayor respeto posible.
Una vez detenido me apresuré a encontrar los documentos de la R nineT y mientras me quitaba el casco el oficial -que ya estaba a mi lado- me preguntó en tono relajado: "¿A dónde vas con tanto apuro?".
Mentalmente barajé varias respuestas. Decidí por explicarle que estaba retrasado para una reunión con mi jefe en Tampa. Por otro lado, acepté abiertamente mi falta con la excusa de que andaba concentrado en el manejo y por ello dejé de prestar atención al velocímetro (eso es cierto). A lo que el oficial me respondió manteniendo su tono calmado: “me tomó varias millas alcanzarte y conseguir tu atención... espérame aquí”.
Su curiosidad por la máquina despertó mi optimismo y mientras regresaba tranquilamente a su patrulla yo contemplaba las opciones del resultado de mi error. Me dejará ir sin castigo, o tendré que pagar una multa, me ditará a comparecer antes un juez o la peor opción, me decomisará la moto.
El oficial volvió después de lo que se sintió como una eternidad bajo el terriblemente húmedo calor floridano y manteniendo aun su tono calmado me pidió firmar un documento que me conminaba a comparecer ante una corte local en menos de un mes.
Se despidió sugiriendo que andara con cuidado y respetara los límites de velocidad. Por temor a ser detenido nuevamente, decidí no arriesgarme más y seguir sus indicaciones.
A partir de ese momento el viaje se tornó mucho menos intenso y solo me quedo disfrutar el paisaje y el denso tráfico local. Al final de esta primera mitad del viaje, llegué a mi destino final 2 horas más tarde al tiempo de llegada estimado por Google Maps.
Retorno Espontáneo
He aprendido a no perder el tiempo cuestionando situaciones y circunstancias que se presentan en mi vida. Las acepto, por más difíciles y oscuras que sean, y confió en mi instinto para salir de ellas con más experiencia y sabiduría.
Esa misma noche, a las 2am para ser exacto, mi instinto me sugirió empacar las pocas cosas que traía, montarme en la R NineT y volver a Miami en ese momento.
Cuando la lógica y el sentido común se despertaron con dudas sobre la decisión, ya era demasiado tarde. En ese momento nos encontrábamos nuevamente sobre la autopista bajo la que sería una noche fría, larga y memorable.
Con la idea de variar la ruta, decidí tomar la Interestatal hacia el este (I4). Me detuve en una estación de gasolina después de poco menos de 50 millas para llenar nuevamente el tanque de combustible e investigar las opciones para el retorno.
Google Maps me ofreció tres alternativas. Las dos primeras proponían la mayor parte de las rutas sobre autopistas, mientras que la tercera planteaba una opción mucho más interesante.
Sin pensarlo dos veces decidí por la última. Como negar la oportunidad de conducir más de 3 horas sobre las pistas menos recorridas, temperatura disminuyendo rápidamente y bajo mínima iluminación artificial.
Para alguien que disfruta la soledad y toma los retos físicos y mentales como “terapias”, esta fue una oportunidad única e irresistible.
Siguiendo las direcciones tomé ‘Old Polk Road’, una vieja carretera que parecía haber sido olvidada. La ruta era tan oscura que hasta podía ver la via láctea a través del visor transparente de mi casco y de vez en cuando el resplandor de alguna solitaria estrella fugaz.
Después de aproximadamente 30 minutos atravesé un pequeño pueblo que a las 3 de la madrugada parecía abandonado y salido de una película de terror. Vías del tren marcaron el final del pueblo y el retorno a la oscuridad absoluta penetrada solo por el halo de luz proyectado por la BMW.
La ruta propuesta indicaba tomar la carretera 17 hacia el sur. Sus 1,373 millas (2,210 km) fueron construidas en 1926, conectando de norte-sur los estados de Florida, Georgia, Tennessee, Kentucky, Ohio e Indiana. Sus últimas 180 millas (288 km) marcarían el tramo final de mi viaje. Me llevarían a atravesar Sebring para luego finalizar en Miami.
Antes de llegar a esta autopista decidí detenerme en el medio de la nada para vestirme con todas las capas de ropa que traía en mi mochila, ya que el frío se tornaba cada vez más intenso. Aproveche el momento para apreciar por última vez el silencio, olor y la oscuridad de la zona.
Justo antes de montarme en el caballo entendí que la combinación de bajas temperaturas, hambre y cansancio era claramente una receta para el desastre. Así que me senté en la R nineT, la encendí y me despedí rápidamente de la vía láctea, aceptando que posiblemente este sería el final de mi paso por este planeta.
Estaría mintiendo si escribiera que no estaba preocupado y hasta un poco aterrorizado. Pero la experiencia y memorias que me esperaban opacaron cualquier temor.
Enrumbado ya hacia el sur esperaba compartir la carretera con otros vehículos. Para mi sorpresa me encontré disfrutando de dos carriles de asfalto completamente vacíos, impecables e iluminados solo por estrellas. El aroma y los mosquitos estrellándose contra el visor del casco eran indicativos de que me encontraba atravesando sembradíos y granjas.
El cansancio se tornaba cada vez más pesado, mientras que el frio me mantenía despierto. Agradecí en varias oportunidades a los ingenieros alemanes por instalar el sistema de calefacción en el volante. En algún momento en esta etapa apareció una densa niebla se extendió por varias millas. El tono del viaje cambio de intenso a tenebroso. En alguna parte de esta fase aparecieron algunos demonios en mi mente que alejaban peligrosamente mi atención de la pista. Pude reconocer a algunos de ellos mientras que otros eran totalmente nuevos.
Como una broma de mal gusto pensamientos oscuros invadieron mi mente. Buscando escapar de estos aceleré aún más para poner toda mi atención en la ruta, esperando encontrar nuevamente la famosa sintonía absoluta con la máquina.
De pronto me vi conduciendo la moto desde fuera de mi cuerpo, como si estuviese jugando un videojuego o como si fuese un ave persiguiéndome. Durante los breves segundos que duro esto pensé que había muerto y que el accidente había sido tan rápido que mi mente no lo comprendía aún.
De la nada apareció un intenso dolor en mi cuello que me regreso a la realidad. Solté una risa por el momento literalmente alucinante que acababa de vivir y que no olvidaré nunca. Traté de buscarle lógica a la experiencia que acababa de vivir y solo pude concluir que el cansancio, la falta de sueño (llevaba más de 24 horas sin dormir) y el esfuerzo mental me llevaron a este nuevo lugar.
Reconocí que el dolor en el cuello apareció por la presión constante del viento sobre el casco por la falta de parabrisas en la R nineT. A partir de ese momento me vi obligado a variar mi posición para minimizar el esfuerzo de mi cuerpo y mejorar el flujo aerodinámico.
Durante una hora solo sentí el intenso frío infiltrándose hacia mi cuerpo por cada pequeña abertura, el constante ruido del viento azotando mi casco, el rugido y la vibración de la máquina.
La constante lucha contra el viento por mantener la cabeza en el ángulo correcto torno el dolor a insoportable. A poco más de 100 millas (160 km) me vi obligado a detenerme para descansar y tomar una dosis de cafeína en una estación en Moore Haven (extremo sur del Lago Okeechobee).
Mientras cargaba gasolina por última vez apareció una Honda CBR que se detuvo a dos islas de mi para hacer lo mismo. Sin querer me encontré observándolo. El conductor vestía un traje completo de cuero y solo traía una pequeña mochila. parecía un extraterrestre con su casco integral negro mate y visor oscuro que escondía sus ojos.
Cuando montó nuevamente en su moto, me miró y soltó un saludo con un movimiento de cabeza. Arrancó como si estuviera compitiendo por el campeonato de Moto GP, ignorando las 2 patrullas (los únicos vehículos en la estación) y a sus respectivos policías que se encontraban en ese momento conversando y tomando café.
Las ultimas 100 millas fueron bastante alegres, ya que recordé algunos sueños de mi infancia y uno de ellos era realizar un viaje como el que acabada de realizar. Quería ser mayor para poder andar en motocicleta y atravesar la noche sin compañía.
Nuevas y significativas memorias fueron recogidas durante este viaje y estas sirvieron para enterrar a los demonios que deje atrás. Ya estoy buscando una nueva oportunidad para salir de la ciudad en dos ruedas y lo más probable es que sea el día que tenga que estar frente al juez como consecuencia de este viaje. ¡Nunca había tenido tantas ganas de que llegue el día de ir a corte!