Obligadas a parir con VIH: mujeres en Venezuela que corren el riesgo de transmitir el virus a sus bebés

Tenía 34 semanas de embarazo, cuando se enteró por un examen de rutina que su pareja la había infectado con VIH. No había síntomas. Ni siquiera, la sospecha. “Me puse mal, muy mal”, recuerda Carol*, de 21 años. Con suerte, le suministraron su tratamiento de antirretrovirales y le programaron una cesárea, para evitar el riesgo de transmisión vertical de madre a hijo. Pero el día que se presentó para su operación en la maternidad Hugo Chávez ubicada en estado Carabobo, el médico se negó a atenderla por la falta de un kit de bioseguridad. Y, tras cinco horas de espera, se vio forzada a parir.
“El doctor no me quería ni tocar”, afirma. “Mi familia se puso a buscar ese kit por todas partes. Los lentes, los guantes, la bata esterilizada, los forros para los zapatos, las compresas… Mientras, me tuvieron aislada con otra chica que tenía mi misma condición en una habitación, donde ni siquiera las enfermeras iban a visitarnos. Yo lo que hacía era llorar”, agrega.
Iban a trasladarla a otro hospital, pero el bebé ya estaba en canal de parto. No tuvo otra opción. Así que el 16 de octubre dio a luz de forma natural a una bebé de 2,8 kilos y 59 centímetros, que este mes sabrá si está o no infectada de VIH. “Tengo miedo. Ojalá que no, porque ella no tiene la culpa”.
Mayerlin* tenía programada su cesárea para la semana 37. Ella fue diagnosticada con VIH hace 11 años. Pero por un descuido quedó embarazada y no quería poner en riesgo a su bebé con un parto natural. “Una amiga, que trabaja en el Seguro Social, me consiguió unos guantes”, comenta la joven de 38 años. “Pero ese día se fue la luz en Valencia y mi familia no hallaba dónde comprar lo demás”, agrega.
El personal médico del Hospital Enrique Tejera (estado Carabobo) que estaba de guardia no quiso operarla y le aplazaron la cirugía una y otra vez hasta la semana 39, sin importar el riesgo que suponía que ella comenzara a tener contracciones. “Para esa fecha, ya no sentía al bebé como antes. Entré en desesperación y empecé a gritar: ‘Me van a dejar morir a mí y a mi bebé, porque tengo VIH. Me van a dejar morir’. Hasta que en la noche, finalmente, entré a quirófano”.
Generación en riesgo
La sociedad civil ha venido alertando que la solicitud de estos kits de bioseguridad en los hospitales se está haciendo con fines discriminatorios y con el propósito de poner más trabas a las cirugías. Alberto Nieves, director de la Acción Ciudadana contra el Sida (Accsi), afirma que la exigencia de estos insumos se descartó del Plan Nacional de SIDA desde el año 2014, porque se comprobó que no es necesario aplicar medidas especiales a los pacientes con VIH positivo.
“Se ha comprobado que las medidas universales de prevención: el uso de guantes, bata estéril y tapabocas, son suficientes para proteger al personal médico de una infección con VIH. Aparte, está demostrado que los pacientes indetectables -con cargas virales menores a 200 copias- no transmiten la enfermedad. Sin embargo, a las embarazadas con VIH se les niega la atención hasta que tengan disponible este kit o, en su defecto, las ponen de últimas en la lista de cesáreas, con la excusa de que contaminan la sala de cirugía”, acotó Nieves.
El Ministerio de Salud en Venezuela ha sido hermético con respecto a sus boletines epidemiológicos. Los últimos se publicaron en el año 2016. Desde entonces, la información más actualizada sobre la epidemia en Venezuela provenía de ONU SIDA y la Organización Mundial para la Salud (OMS).
Pero el pasado 29 de octubre, se divulgó un informe oficial por parte del jefe del programa Nacional de Sida, Raúl Leonett, que -entre otras cosas- revela un incremento significativo en el número de nuevos casos de VIH en la población infantil.
De acuerdo con este reporte, se han registrado 665 nuevos casos de VIH en la población menor de 5 y hasta los 14 años en lo que va de 2019. Una cifra que contrasta de forma considerable con los 53 que se identificaron el año pasado. El dato tiene en alerta a la sociedad civil, porque se trata de un aumento de 1.175% de casos nuevos con VIH en niñas, niños y adolescentes en Venezuela.
“Los datos del Ministerio de Salud nunca nos han resultado confiables. Pero esta cifra al menos es un indicador de lo que, en efecto, estamos viendo en los hospitales del país”, afirma Alberto Nieves, director de la ONG Acción Ciudadana contra el Sida (Accsi).
María Graciela López, infectóloga pediatra del hospital infantil J.M. de los Ríos de Caracas, donde se atiendan cerca de 200 niños con VIH, tampoco puede avalar las cifras oficiales pero puede dar fe de que sí se ha bajado la vigilancia en la atención de las mujeres con VIH y todo lo referente a la transmisión vertical, que se produce de madre a hijo.
“Este hospital de referencia nacional tenía en promedio de 5 a 6 nuevos casos por año. Hasta septiembre, teníamos 16 nuevos casos”, acotó.
Las causas de este repunte, a juicio de López, son múltiples. Por un lado, señala que hay debilidad en la atención prenatal. De ahí que muchas embarazadas desconocen su diagnóstico y dan a luz de forma natural, para luego confirmar que lamentablemente se produjo una transmisión vertical. Por otro, apunta la falta de disponibilidad de fórmulas lácteas, que obliga a las madres con VIH a tener que amamantar a riesgo de infectar a sus bebés.
Sin protección
El informe Rostros Ocultos del VIH en Venezuela – que respalda tres ONG’s- revela que la población infantil con esta condición alcanza casi 400 pacientes, que asisten a los servicios de infectología pediátrica en seis estados del país. El dato nacional podría superar los 2.000 niños. Ellos, al igual que los adultos, han padecido la escasez de tratamientos antirretrovirales y de reactivos para hacer conteo de linfocitos CD4 (esenciales del sistema inmunológico) y de carga viral (cantidad de VIH en la sangre).
Miguel Navas, infectólogo pediátrico del hospital JM de los Ríos, comenta que el año pasado vivieron la peor escasez de antirretrovirales, lo que obligó a muchos niños a suspender el tratamiento. Este año llegó una dotación y lograron subsanar el déficit.
Ahora deberán hacer algunos cambios de esquema en los niños menores de 20 kilos, pero sin resultados de carga viral los médicos trabajan a ciegas. “Cambiar a ciegas es bastante problemático, porque no sabemos cómo se comportó el virus con el tratamiento y corremos el riesgo de que el paciente genere resistencia a alguno de los medicamentos”, explicó Navas.
Su colega María Graciela López comparte su preocupación, porque asegura que ahora tiene antirretrovirales para los niños más pequeños pero no tienen “ni la garantía ni la tranquilidad” de que cuándo serán repuestos, pese a que existe una orden del Tribunal Supremo de Justicia que exige al Estado venezolano desde julio de 1999, a garantizar el derecho a la salud y el del tratamiento a los pacientes con VIH, sin ninguna distinción.
*Los nombres de los pacientes con VIH fueron cambiados por respeto a su identidad como personas vulnerables.