En un acto blindado y en medio de protestas, Juan Orlando Hernández jura otra vez como presidente de Honduras
TEGUCIGALPA, Honduras.- Atípica y con un blindaje extremo. Así se desarrolló la toma de posesión del presidente denuncias de fraude electoral en los comicios del 26 de noviembre pasado.
Toda la zona fue tomada desde horas de la madrugada por policías y militares. Aviones y helicópteros sobrevolaban la ciudad. Fueron varios los retenes que levantaron para no permitir el ingreso de vehículos al perímetro del estadio donde solo podían pasar quienes estaban acreditados. Hasta allí llegaron en buses activistas del Partido Nacional que llenaron las graderías del coloso. Alrededor de 77 delegaciones de diversos gobiernos, acompañaron al mandatario Hernández, pero, al contrario de lo que suele pasar en las investiduras de la región, no contó con la presencia de ningún mandatario extranjero.
La ceremonia tampoco tuvo la cobertura mediática que suelen mover este tipo de eventos. Algunos medios nacionales e internacionales se quejaron porque, pese a cumplir con los requisitos para la acreditación, no les otorgaron las credenciales para tener un libre a la ceremonia de investidura presidencial y se limitaron a dar cobertura desde los anillos de seguridad y de las protestas que realizaron los del Partido de la Alianza de Oposición, que fueron reprimidas por las fuerzas militares con bombas lacrimógenas.
A lo largo del bulevar Centroamérica en Tegucigalpa, la oposición se apostó desde las seis de la mañana, en un intento por llegar al Estadio Nacional y mostrar su repudio ante lo que consideran un gobierno ilegal e incluso el inicio de una dictadura. Además, se reportaron bloqueos en varios puntos del país, pero pronto fueron desalojados por policías y militares. Pasado el mediodía, se reportaban varios detenidos y heridos.
A las 8:50 de la mañana hora local, Juan Orlando Hernández ingresó bajo estrictas medidas de seguridad al Estadio Nacional junto a su familia. Se mostró sereno, sonriente y saludó al público que coreaba el 'Sí se pudo'. El presidente del Congreso Nacional, Mauricio Oliva, lo juramentó minutos después como presidente de Honduras en el período 2018-2022.
Propone "proceso de reconciliación nacional"
Tras la investidura, prometió una nueva relación con todos los sectores sociales y los invitó a participar en lo que llamó “Un nuevo trato” para consensuar las reformas sociales y económicas que beneficien a los hondureños y habló de un proceso de reconciliación nacional.
“Será un diálogo abierto y sin barreras. Existen diferencias políticas sobre las que hay que sentarse a dialogar para encontrar una mejor salida. Se requieren de reformas electorales muy profundas y hay que escuchar a todos los sectores, que incluyan elecciones por distritos, segundas vueltas, ciudadanización de las mesas electorales y cambios constitucionales", dijo Hernández.
Pero quizás lo que más llamó la atención en su discurso fue cuando destacó que en esas reformas se debe poner un equilibrio en los poderes Ejecutivo y Legislativo y que es urgente limitar la reelección presidencial.
“Hay que ponerle límites a la reelección presidencial. Es bueno que existan límites a la reelección. Todas las naciones del mundo que han tenido éxito en su mayoría tienen como regla general reelección, sí, pero solo por una vez”, apuntó el presidente.
Hernández anunció que en los próximos días estaría mandando al Congreso Nacional un nuevo proyecto de ley para regular la reelección, algo que consideró en su discurso como “prudente” para fortalecer la estabilidad democrática del país.
Lo cierto es que Hernández comienza su mandato con una Honduras dividida y donde la inconformidad en la oposición aflora. Quienes cuestionan que hubo fraude en las elecciones aseguran que no dejarán de lado la que consideran una batalla para ganar una guerra a favor de la democracia. Este sábado inició una nueva etapa inicia y el reto que tendrá Hernández es unir a un país que desde las elecciones generales, quedó más polarizado.
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