El gobierno interino de Bolivia declara el fin al "culto a la personalidad" y borra los símbolos de Evo Morales

LA PAZ, Bolivia. - En cualquier cambio político significativo, peor si es abrupto, los vencedores eliminan los símbolos del pasado. Eso está sucediendo ahora mismo en Bolivia con una seguidilla de acciones del nuevo gobierno.
El mismo día en que asumió el poder Evo Morales causada por la presión de una revuelta urbana y la pérdida de los apoyos de la Policía y las Fuerzas Armadas, la mandataria interina quiso dejar claro que había llegado una era en lo que a símbolos se refería.
Añez, quien es cristiana evangélica, asumió la presidencia transitoria como representante de la oposición la noche del 12 de noviembre tras cuatro renuncias consecutivas en el oficialismo de entonces a la sucesión constitucional, y lo hizo con una biblia muy grande en las manos para simbolizar el supuesto retorno de la religión al Gobierno boliviano.
De la whipala a la biblia
Desde entonces, el libro religioso y la cruz se han convertido en predominantes durante las ceremonias de juramento de los cargos de las nuevas autoridades. Morales retiró esos símbolos de los actos cuando la Constitución de 2009 aprobó que el país era laico y a cambio introdujo otros como la whipala, la bandera de los pueblos indígenas andinos, en los eventos oficiales.
Añez también decidió ese día gobernar desde el histórico Palacio Quemado y descartó la idea de instalarse en la Casa Grande del Pueblo, un suntuoso edificio de 26 pisos y helipuerto, que hizo construir Evo Morales como nueva sede de la Presidencia.
Con esos cambios comenzó la instauración de los nuevos símbolos y la remoción de los usados por Morales en un proceso que incluye episodios que van desde el retiro de las pegatinas con su nombre y rostro que estaban en las cabinas de la red de teleféricos de La Paz hasta la destrucción a martillazos de un busto con su imagen en Cochabamba (centro).
“En cada cambio de poder o de gobierno, y más si hay unos extremos radicales entre un lado y otro, hay una remoción casi inmediata tanto de lo que concierne a la retórica política, como a lo simbólico y, particularmente, a lo que es de carácter visual”, dijo a Univision Noticias el experto en comunicación visual Fernando Navia.
La remoción "va a continuar hasta desmantelar por completo cualquier vestigio que represente al anterior Gobierno y particularmente a Evo Morales", apuntó el analista.
Este lunes el gobierno de Añez aprobó un decreto que prohíbe el uso de la imagen de altas autoridades en entidades estatales. El objetivo, según la presidenta interina es poner fin al "culto a la personalidad" que, a su juicio, se dio durante la gesión de Evo Morales que se extendió por casi 14 años.
"El poder público debe ser representado de una manera responsable y humilde, puesto que nosotros somos servidores públicos y nos debemos a la sociedad", dijo al promulgar el decreto.
Más de cien obras llamadas Evo Morales
En Bolivia existen más de cien obras con el denominativo de Evo Morales entre escuelas y escenarios deportivos y dos decenas bautizadas con los apelativos de sus padres, Dionisio Morales y María Ayma, además de una estatua de ellos en un mercado popular de un pueblo de Cochabamba.
El culto a la imagen de Morales comenzó un día antes de que asumiera el poder por primera vez el 21 de enero del 2006 cuando, según recordó Navia, el dirigente indígena fue “entronizado como líder político y espiritual” en el centro arqueológico de Tiahuanaco con los rituales supuestamente practicados por esa cultura prehispánica.
Morales era cuestionado por fomentar ese culto a su personalidad, pero restaba importancia a las críticas al justificar que poner su nombre a las obras era una petición del pueblo, pero el nuevo Gobierno ha instruido retirar su nombre de las mismas.
El pasado 13 de enero, causó impacto que el ministro de Deportes, Milton Navarro, destruyera con un mazo el busto de Morales a la entrada a un polideportivo en la localidad cochabambina de Quillacollo y retirara el nombre del exmandatario del escenario.
Según Navarro, los centros deportivos no pueden llevar el nombre, ni el busto de un “dictador” y “delincuente”, como se refirió a Morales, que ha sido acusado por el nuevo Gobierno de los supuestos delitos de fraude electoral y financiación del terrorismo.
Morales replicó en Twitter que los “paramilitares protegidos por gobierno de facto” destruyeron el busto con su imagen y agregó: “No podrán destruir las miles de obras que hicimos con y para el pueblo boliviano. La memoria seguirá viva”.
Al respecto, Navia dijo que el uso del combo o mazo para destruir el busto “tiene connotaciones simbólicas fuertes, es casi como si se quisiera destruir a combazos al propio ser humano Evo Morales, al que representa esta escultura”.
La destrucción del busto fue realizada en un acto público al que estaban invitados los medios de comunicación para asegurar una amplia difusión del evento.
Después, el ministro de Defensa, Fernando López, cambió el nombre de la Escuela Antiimperialista “General Juan José Torres”, donde se formaban los militares con teorías políticas de izquierda, por el de Escuela Militar de Ingeniería 'Héroes de Ñancahuazú'.
Torres fue un expresidente militar de izquierda que gobernó de facto en 1971 y fue asesinado en Argentina en 1976, mientras que los héroes de Ñancahuazú fueron los soldados que derrotaron en Bolivia en 1967 al guerrillero argentino cubano Ernesto Che Guevara, que fue ejecutado el 9 de octubre de ese año.
Para defender la decisión de cambiar el nombre de la escuela militar, López argumentó: “Las bolivianas y los bolivianos no somos antinada, nunca lo hemos sido”.
“Lo único que estamos haciendo es devolverle el lugar que corresponde a las Fuerzas Armadas, y parte de eso es cambiar algo que no va con la doctrina militar porque bajo ese concepto antiimperialista se generaban doctrinas foráneas que no tenían nada que ver con el espíritu de los bolivianos y peor con las Fuerzas Armadas”, sostuvo.
¿Qué pasará con el museo de Evo Morales?
Ya antes, la presidenta dejó de usar el grito “Patria o Muerte” y en consecuencia los militares dejaron de responder “Venceremos”, un saludo que Morales había convertido en obligatorio para los militares copiándolo de la revolución cubana debido a su afinidad con el régimen de La Habana.
También se está analizando qué futuro tendrá el denominado Museo de la Revolución Democrática y Cultural construido en homenaje a Morales en su pueblo natal, Orinoca, en el departamento andino de Oruro, y que debido a la distancia en que se encuentra prácticamente no recibe visitas de turistas.
La ministra de Culturas, la aymara Martha Yujra, realizará una consulta con la población del lugar antes de tomar una decisión, aunque se han planteado varias sugerencias, entre ellas retirar todo lo alusivo a Morales y convertirlo en un amplio centro cultural indígena, pero no destruirlo ya que tiene un costo de 7 millones de dólares.
El museo tiene unas piezas valiosas de tejido de las culturas indígenas de Bolivia, pero también secciones dedicadas exclusivamente a la vida de Morales y a las camisetas que le regalaron varias estrellas internacionales del futbol como el portugués Cristiano Ronaldo.
El desagravio de la quema de la whipala
La disputa por los símbolos también tuvo un hito cuando grupos radicales contrarios a Morales quemaron en Cochabamba la bandera multicolor wiphala, una divisa que Morales hizo reconocer en la Constitución y que simbólicamente es muy fuerte para el pueblo aymara, del que es miembro el exmandatario.
La quema de la wiphala y el hecho de que un policía arrancara el emblema de su uniforme ante las cámaras de televisión provocó una protesta generalizada de los aymaras, sobre todo de la ciudad de El Alto y en las zonas del altiplano cercanas a La Paz, para rechazar lo que consideraron actos de humillación. Las protestas incluyeron violentas manifestaciones en las que se gritaba guerra civil, que fueron respondidas con represión policial y militar.
La presidenta Añez salió a revalorizar la wiphala para tratar de calmar las manifestaciones y la Policía hizo un desagravio en lengua aymara y quechua para el emblema en la plaza Murillo, centro del poder en La Paz, en los días de mayor crisis de la confrontación política entre los seguidores de Morales y de la oposición de entonces.
La gobernante también tuvo un gesto simbólico correspondiente con la región de la que proviene, el departamento amazónico de Beni, al colocar en los actos oficiales la bandera de la flor del Patujú en el Palacio Quemado junto a la wiphala y la tricolor boliviana, con el rojo, amarillo y verde.
La bandera de la flor del Patujú, una planta que tiene precisamente los colores rojo, amarillo y verde, representó las luchas de los nativos amazónicos contra Morales.
El periodo de transición de Añez debe concluir cuando entregue el poder al ganador de los comicios del 3 de mayo próximo, lo cual, previsiblemente, podría suceder en junio o en julio si se produce una segunda vuelta electoral.
Muchos políticos contrarios a Morales habían pedido que la transmisión de mando se produzca el 6 de agosto, el aniversario patrio de Bolivia, para restituir la tradición anterior a Evo Morales que instituyó el 22 de enero como el Día del Estado Plurinacional al haber sido en esa fecha cuando asumió el poder por primera vez en 2006.
Con esa elección, los bolivianos intentarán consolidar la salida de su peor crisis del último tiempo, que le ha costado al país 34 muertos.
Si Bolivia abre otro ciclo político, el paso del tiempo lo dirá, pero es algo que quizás no podrá medirse con el “reloj del sur” instalado hace cinco años en la fachada de la Asamblea Legislativa, con la numeración al revés y las manecillas girando hacia la izquierda y que sigue vigente como un símbolo del anterior período debido a que el Parlamento sigue controlado por el partido de Morales.