Daniel Ortega traslada la represión a los cementerios de Nicaragua en el Día de los Muertos

Managua, Nicaragua-. Desplomada por el dolor al pie de la tumba de su hijo, Tania Romero lloraba desconsolada. En sus piernas cargaba unos afiches azul y blanco que rezaban: “Matt Andrés Romero. ¡Presente!”. Colocó las pancartas encima de las flores que adornaban esta bóveda recién sellada hace mes y medio, luego de que el joven de 16 años de edad fue asesinado por paramilitares del gobierno de Daniel Ortega, cuando participaba en una protesta en Managua.
La madre volvió al cementerio este 2 de noviembre –fecha en que se conmemora el “Día los fieles difuntos” – a adornar la cripta de azul y blanco como forma de protesta por la impunidad que campea en torno a la muerte de su hijo. Tania Romero esperaba pasar un rato íntimo y tranquilo junto la bóveda de Matt. Sin embargo, el habitual y sosegado “día de los muertos” en Nicaragua fue muy tenso para los familiares de los deudos este año de la rebelión cívica: la Policía Nacional, paramilitares y simpatizantes del gobierno de Daniel Ortega y Rosario Murillo se tomaron los panteones del país para impedir manifestaciones azul y blanco.
Previo a este dos de noviembre, en las redes sociales circuló una convocatoria invitando a “vestir los cementerios de azul y blanco”, el color de la bandera de Nicaragua y de las protestas contra el gobierno sandinista, iniciadas en abril y que dejan un saldo de más de 325 muertos, ahora enterrados en los diferentes cementerios del país. “En honor a los asesinados por el régimen, llevar globos, banderas y papelillo”, invitó Violeta Granera, parte de la Unidad Nacional Azul y Blanco.
El gobierno sandinista respondió a la iniciativa militarizando los cementerios, y moviendo a sus “turbas” y Juventud Sandinista. Los policías armados y paramilitares encubiertos hicieron guardia en las estrechas calles de los cementerios impidiendo que las tumbas fuesen coloreadas de azul y blanco. Los oficiales arrancaban las cruces y ofrendas, como sucedió en los departamentos de Estelí y Camoapa, al norte de Nicaragua.
En el Cementerio Milagro de Dios, en Managua, los policías antimotines rodearon el panteón. Este cementerio, ubicado en la periferia de la capital nicaragüense, es uno de los que más asesinados por la represión oficial ha recibido durante estos seis meses de rebelión cívica. En el Milagro de Dios están enterrados –en una tumba muy ancha– los seis de la familia Pavón, quienes fueron quemados vivos por paramilitares el pasado 16 de junio en el Barrio Carlos Marx de Managua.
Detienen a maratonista
Varios ciudadanos llegaron a rendir tributo a la bóveda de los Pavón con banderas azul y blanco. El recuerdo de esta familia evoca una de las peores atrocidades cometidas por la represión paramilitar. Alex Vanegas, el viejo maratonista que “corre para correr a Daniel Ortega” y una de las figuras de la protesta ciudadana, llevó una paloma blanca hecha de cartulina como ofrenda. Al terminar el homenaje, el hombre fue violentamente apresado por tropas especiales de la Policía Nacional, conocidas como “Los Dantos”. Es la sexta vez que Vanegas es apresado y trasladado a las temidas celdas de El Chipote.
“Es una represión sin límites… Una demostración de la irracionalidad del estado policiaco que sufre Nicaragua”, dijo Gonzalo Carrión, defensor de derechos humanos, a Univision Noticias. “Llevan la represión a los cementerios en una exhibición de intolerancia y odio. Es una declaración de persecución hasta contra los difuntos. Esa no es la labor de la Policía”.
Tania Romero estaba tan absorta en su dolor al pie de la tumba de su hijo, que no escuchó, al otro lado del cementerio Milagro de Dios, el bullicio de reclamo por la captura de Vanegas, quien también la acompañó a ella el día que enterraron a Matt.
“Nunca me imaginé venir al cementerio en esta fecha… es muy difícil para mí. Espero que haya justicia de Dios. Eso esperamos como familia, porque la justicia de Dios es perfecta. Justicia para mi hijo y todos los muertos que eran inocentes”, dijo Tania Romero a Univision Noticias. Los familiares de la madre le recomendaron que debían dejar pronto el Milagro de Dios ante el asedio policial.
“Lo que sucedió en los cementerios es insólito, sin límites. He quedado estupefacto”, aseguró Humberto Belli, exministro de educación y sociólogo, a Univisión Noticias. Belli es un reconocido católico en Nicaragua. Dijo que la militarización de los cementerios demuestra el “enorme desprecio a los valores más elementales como la ética y la sensibilidad ante el dolor de los familiares”. “Resulta diabólico”, calificó. Según Belli, nunca antes “un dictador había llegado a ese extremo”.
En los medios oficiales del gobierno se mostró una plácida conmemoración del “Día de los Muertos”, ocultando la persecución contra los familiares de los asesinados desde el mes de abril.
Tania Romero se levantó de la tumba de su hijo y arregló las pancartas que gritan, mudamente, justicia para Matt Romero. Si algún policía quita los afiche azul y blanco y se lleva las flores, la madre no se sorprenderá. Ella ya sabe –coincidieron sus familiares– de lo que “es capaz el gobierno de Ortega”.
Lo comprobó la noche del 23 de septiembre, cuando el Frente Sandinista llevó al velatorio de Matt Romero una caja y una cantidad de dinero para intentarla sobornar, y que no señalara a los paramilitares como los responsables del asesinato. La mujer lo rechazó. Mantuvo su reclamo de justicia. Eso le costó que, días después del entierro de su hijo, la despidieran del Instituto Nacional Forestal (INAFOR), institución pública en la que laboraba como conserje. Al salir del cementerio este dos de noviembre, vio con desdén a los policías y partidarios del Frente Sandinista simulando la “normalidad” del “Día de los Muertos” en Nicaragua.