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Adultos Mayores

Una sorpresa tardía: llegué a los 70 años y tengo que cuidar a mis padres

Cada vez con más frecuencia, personas mayores, incluso después de los 70 años, deben ayudar en el cuidado de sus padres. A continuación se muestran las implicaciones de este hecho a través de algunos testimonios.
22 Oct 2018 – 04:34 PM EDT
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Cada vez con más frecuencia personas mayores deben ocuparse de sus padres ancianos. Crédito: AP Photo/Darron Cummings

“Esto no durará mucho”, se dijo Sharon Hall cuando invitó a su anciana madre, que había sufrido varios pequeños ataques, a vivir con ella. Eso fue hace cinco años, justo antes de que Hall cumpliera 65, encontrándose ella misma en el paso hacia una edad avanzada.

También durante esos años el esposo de Hall fue diagnosticado con demencia frontotemporal, lo que lo obligó a jubilarse antes de tiempo. Ni él ni la madre de Hall, cuya memoria se había deteriorado, podían quedarse solos en casa. Hall tenía las manos bastante ocupadas cuidando a los dos, los siete días de la semana.

A medida que aumentan las expectativas de vida, personas adultas como Hall –de 60 y 70 años– están cuidando cada vez más a sus padres aún mayores y mucho más frágiles, algo que pocas personas planean.

“Cuando pensamos en un hijo adulto que cuida a un padre, lo que nos viene a la mente es una mujer de unos 40 o 50 años”, dijo Lynn Friss Feinberg, asesora principal de políticas estratégicas del Instituto de Políticas Públicas de AARP. “Pero ahora es más común que personas 20 años mayores que eso estén cuidando a un padre de 90 años o más”.

Un nuevo análisis del Centro para la Investigación de la Jubilación en el Boston College es el primero en documentar con qué frecuencia sucede esto. Encontró que el 10% de los adultos de 60 a 69 años de edad cuyos padres están vivos sirven como cuidadores, al igual que el 12% de los adultos de 70 años o más.

El análisis se basa en datos de 80,000 entrevistas (algunas personas fueron entrevistadas varias veces) realizadas entre 1995 y 2010 para el Estudio de Salud y Jubilación. Según este informe, alrededor del 17% de los hijos adultos cuidan a sus padres en algún momento de sus vidas, y la probabilidad de hacerlo aumenta con la edad. Esto se debe a que los padres que han alcanzado los 80, 90 o más años tienen más probabilidades de tener enfermedades crónicas y discapacidades relacionadas, así como necesitar asistencia, dijo Alice Zulkarnain, coautora del estudio.

El cuidado de adultos mayores cobra peaje

Las implicaciones de los cuidados a personas mayores son considerables. Darle la vuelta a un padre anciano que está en cama, ayudar a alguien a subir a un automóvil o levantarse por la noche para asistir a alguien pueden ser tareas muy exigentes para personas mayores, que son más vulnerables y menos capaces de recuperarse de la tensión física.

La angustia emocional puede agravar esta vulnerabilidad. “Si los cuidadores mayores tienen problemas de salud y se sienten estresados mental o emocionalmente, tienen un mayor riesgo de morir”, dijo Richard Schulz, profesor de psiquiatría de la Universidad de Pittsburgh, citando un estudio que publicó en el Diario de la Asociación Médica de Estados Unidos.

Socialmente, los cuidadores mayores pueden estar incluso más aislados que los cuidadores más jóvenes. “A sus 60 o 70 años es posible que se haya retirado recientemente y que los amigos y familiares estén empezando a enfermarse o a fallecer”, dijo Donna Benton, profesora asociada de investigación de gerontología y directora del Centro de Apoyo para Cuidadores Familiares de la Universidad del Sur de California.

Convertirse en cuidador a una edad avanzada puede poner en riesgo los ahorros que se han hecho con tanto esfuerzo, sin posibilidad de recuperarlos reingresando a la fuerza laboral. Yvonne Kuo, una asesora de atención familiar en el centro de apoyo para cuidadores de USC, ha estado ayudando a una mujer de 81 años que cuida a su madre de 100 años con demencia vascular en esta situación.

“No hay apoyo de la familia, y ella ha agotado sus ahorros intentando obtener algo de ayuda pagada. Es muy difícil”, dijo Kuo.

Los planes para el futuro interrumpidos

Judy Last, de 70 años, madre de tres hijos adultos y abuela de seis jóvenes, vive con su madre, Lillian, de 93 años, en una casa rodante en Boise, Idaho. La última vez que se mudó fue hace tres años, después de que su madre tuvo un ataque de neumonía doble, complicada por una infección bacteriana difícil de tratar que la puso en el hospital durante ocho semanas.


“No sabes si va a ser permanente en ese momento”, dijo Last, cuyo padre murió de demencia en enero de 2016 después de mudarse a un centro de atención. “Mamá me había preguntado varios años antes si estaría allí cuando ella necesitara ayuda y le dije que sí. Pero no entendí realmente en qué me estaba metiendo”.

Feinberg dijo que esto no es raro. “Las personas de 90 años con alguna discapacidad pueden vivir durante años con el apoyo adecuado”, agregó.

A Last no le parece que el cuidado de su madre sea físicamente difícil, a pesar de que ha tenido dos reemplazos de cadera y sufre de artritis y angina. Su madre tiene problemas de memoria y enfermedad pulmonar obstructiva crónica, depende del oxígeno, usa un andador, ha perdido la mayor parte de su audición y tiene mala vista.

Pero las cosas sí son difíciles, obviamente. “Tenía planes para mi jubilación: me imaginaba haciendo trabajo voluntario y viajando tanto como mi cuenta bancaria lo permitiera”, dijo Last. “En cambio, no puedo tomar ni un momento de descanso y dejar a mi madre. Una gran cosa con la que tengo que lidiar es con la pérdida de mi libertad”.

Hall, quien cumplirá 70 años en septiembre y vive en Cumming, Georgia, manejó las complejas necesidades de su madre y su esposo durante años estableciendo una rutina estricta. El lunes y el viernes asistían a un programa de atención para la demencia de 10 am a 3 pm Los otros días cocinaba, hacía las compras, lavaba la ropa, los ayudaba con sus tareas personales, se aseguraba de que estuvieran bien ocupados, les hacía compañía y los llevaba a sus citas médicas, según fuera necesario.

“No esperaba este tipo de vida”, dijo Hall, quien tuvo dos reemplazos de rodilla y un fémur roto. “Si alguien me hubiera dicho que pasarían años cuidando a mi madre y que mi marido iba a tener demencia, habría dicho ‘No, no’. Pero haces lo que tienes que hacer”.

Unas semanas después de nuestra conversación, la madre de Hall ingresó al hospicio luego de un diagnóstico de neumonía por aspiración y dificultades para tragar. Hall dijo que ha recibido con beneplácito la ayuda de enfermeras y auxiliares de cuidados paliativos, que le preguntan en cada visita: “¿Hay algo más que necesite de nosotros para hacerlo más fácil para usted?”

Sí hay ayuda y recursos disponibles

Aunque los cuidadores de mayor edad reciben poca atención, hay recursos disponibles. Durante años, Hall ha compartido los altibajos de su experiencia como cuidadora en CareGiving.com —una importante fuente de información y consuelo. En todo el país, los capítulos locales de las Agencias del Área para Adultos Mayores llevan a cabo programas de apoyo para cuidadores, al igual que organizaciones como la Red de Acción de Cuidadores, la Alianza de Cuidadores Familiares, la Alianza Nacional para Cuidadores y Padres de Nuestro Padres, un grupo enfocado en hijos adultos que se convierten en cuidadores. Una lista útil de recursos está disponible aquí.

La cobertura de KHN de estos temas es apoyada por la Fundación John A. Hartford y la Fundación Gordon y Betty Moore.

* Judith Graham es una escritora colaboradora de Kaiser Health News y Next Avenue.

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